El lacayo del club de los malcriados
Chávez peleó con el rey Juan Carlos y García se entromete en lío de callejón
Alan García quiere endeudar al Perú para favorecer a LNG y Chile
 
Tan devaluada está la política internacional hispanoamericana que la Cumbre Iberoamericana realizada en Santiago esta semana acabó en lío de callejón. El presidente venezolano Hugo Chavez tildó de fascista al ex presidente español, José María Aznar. Chávez salió del tema de la cumbre con sus excesos verbales y con el tiempo, pues debía ser breve en la ceremonia de clausura, pero se explayó a sus anchas acaparando el tiempo e insultando ni siquiera a un mandatario actual, sino a Aznar, ex mandatario español.

La situación, agravada por alusiones del presidente de Nicaragua a empresas españolas, exasperó al monarca, Juan Carlos de Borbón, quien perdió la compostura y entró al lío de callejón ordenando a Chávez que se calle, rompiendo el protocolo y las formas que debe guardar un monarca en una reunión internacional.

Lamentablemente las primeras planas no han servido para analizar el contenido de lo tratado en la cumbre, sino para ocuparse de los dos malcriados: Juan Carlos y Chávez.

Ridículo de Alan García

Para el Perú el incidente ha resultado en un gran ridículo de adulonería, pues el pleito había terminado en empate: malcriado con malcriado, es decir, a una malcriadez, Juan Carlos respondió con otra malcriadez. Lo vergonzoso es que el presidente peruano reavive el lío manifestando su solidaridad con el rey español.

¿Tan mal estamos que el país tiene que rebajarse a inmiscuirse en líos de malcriados? Además, no hubo malcriadez unilateral, pues el rey se desquitó y empató en malcriadez. Pero nuestra diplomacia no tiene remedio, lejos de aconsejar a García que ignore el hecho por su intrascendencia, entró a adular al rey y manifestarle su solidaridad, como si el monarca hubiese sido seriamente ofendido (pues a él no lo atacaron, sino a Aznar) y como si no se hubiese desquitado ordenando callar insolentemente a Chávez.

Así pues, es una lástima que tengamos a un mandatario que no quiere ocuparse seriamente de graves asuntos en el país, que inclusive significan salvar vidas humanas, como la falta de atención médica, pero que raudo corre a demostrar su servilismo para inmiscuirse en pleitos de callejón.