miguel angel rodriguez mackay 3Miguel Ángel Rodríguez Mackay dice: “En Chile los sectores radicales no aceptarán jamás que los hemos derrotado en la Corte”.

Muchos temían que sonaran los tambores de guerra
En una mirada positiva, el experto en temas internacionales Miguel Ángel Rodríguez Mackay dice que, a la luz de los resultados, el fallo de La Haya sobre el diferendo del Perú con Chile fue una lección al mundo de que los problemas pueden resolverse de manera pacífica. Habla también de las posibilidades de desarrollo de las relaciones peruano-chilenas y de la necesidad de sincerar el discurso y la actitud para despejar la sombra de desconfianza entre ambos países.

—¿Cuál es su reflexión a un año del fallo de La Haya sobre el diferendo marítimo de nuestro país con Chile?
—Que el Perú obtuvo una victoria jurídica gracias al derecho internacional de la delimitación marítima que privilegió a nuestro favor el principio Tierra domina el Mar haciendo que el nuevo límite establecido por la Corte siguiera una diagonal de penetración sur a partir de la milla 80 liquidando el arbitrario paralelo que Chile mantenía de facto hasta las 200 millas. Esa victoria debemos inscribirla en el corazón de todos los peruanos porque además fue abordada como un asunto de Estado porque intervinieron tres gobiernos. El de Alejandro Toledo en su parte sustantiva para darle forma a la controversia, el de García en su porción procesal demandando a Chile y en la etapa de piezas escritas (memoria y réplica), y el de Humala en la fase de alegatos, de sentencia e implementación del fallo. Todo se ha hecho bien pero ahora debemos pensar cuál fue la razón por la cual fuimos a la Corte.

—¿Cuál es el primer tema pendiente entre los dos países (Perú y Chile) sobre el diferendo?
—Ninguno. La Corte resolvió lo que fue solicitado por el Perú en su demanda, es decir, el establecimiento del punto de inicio del límite marítimo y el trazado del mismo. Los dos países recibimos la tarea de la Corte de ubicar dicho punto de inicio y así lo hemos hecho. Algunos hablan del triángulo terrestre como una consecuencia pendiente del fallo y eso es un completo error pues la Corte nunca se pronunció por ningún asunto terrestre. No hay que hablar del triángulo terrestre como tal porque jurídicamente no existe. Lo que existe es un área de 35,000 metros cuadrados que es parte del territorio peruano. Tampoco hablemos de arbitraje porque solo puede invocarlo aquel estado que sostiene una controversia y desde la firma del tratado de 1929 no tenemos ningún asunto terrestre pendiente con Chile.

—¿Ha mejorado, después del fallo La Haya, nuestras relaciones con Chile?
—Sí. Muchos pensaban que luego del fallo sonaban tambores de guerra y esa era una visión alarmista. Fíjese, los dos países le han dado una lección al mundo de que son capaces de solucionar sus diferencias por la vía pacífica; sin embargo, es muy importante que haya más gestos en ambos países para afirmar la paz permanente. Debemos dar la vuelta a la página de la historia y pensar en una relación que se extrapole al tema territorial o de fronteras que ha dominado la agenda bilateral por más de cien años.

—¿En comparación con Chile, somos un país que está mejor encaminado en cuanto a las buenas relaciones con los países del mundo?
—Indudablemente. Somos parte del APEC y de la Alianza del Pacífico y seguimos creciendo. Menos que antes pero igual crecemos; por nuestra idiosincrasia nos llevamos mejor con el mundo. Hay que decirlo y hemos ensanchando nuestras vinculaciones con Europa, Asia y hasta el África. En cambio, un gran problema para Chile ha sido mantener alianzas en la región. Las que cuenta están principalmente en otros continentes. Recuerde que en 1973 Chile decidió abandonar el Pacto Andino y sus relaciones con Brasil, Argentina o Bolivia, no han sido las mejores. Solo Ecuador ha estado más cerca pero ya vimos como en pleno juicio peruano-chileno en la Corte, Ecuador firmó un acuerdo de límites con el Perú, dejando a Chile de brazos cruzados. Eso confirma que entre estados no hay amigos, solo intereses.

—¿Qué opina usted de ese sector muy agrio, casi beligerante, de chilenos que siempre nos ven como sus enemigos?
—Los hubo y habrá, no nos engañemos. Aquí también los contamos. Algunos distorsionan crónicamente la realidad y crean un clima de animadversión mutua. En Chile los sectores radicales no aceptarán jamás que los hemos derrotado en la Corte. Mire usted, Chile nos derrotó hace 133 años con la fuerza y nosotros a ellos recientemente con la razón. Eso los ha impactado y mucho. Pero tendrán que asimilarlo porque vivimos en el mundo del derecho, no de la fuerza.

—¿Qué debe ocurrir para que acabe ese clima de desconfianza casi constante entre nuestro país y Chile?
—Sinceremos el discurso y la actitud. Ambos países crecen en la región. Chile antes y simétricamente. El Perú en los últimos años y podría hacerlo geométricamente. Son socios pero también rivales y se lo digo desde el puro realismo geopolítico. El Pacífico es para ambos países el escenario natural del siglo XXI para afirmarse en la región. Hay muchas maneras de ir juntos pero basta que surjan las pretensiones descabelladas sobre el triángulo terrestre para que los roces ocupen las primeras planas en los dos países. Trabajemos en la educación. La mirada en este campo será crucial para dejarnos de ver como esos hermanos que discuten y no saben por qué ni para qué. La clave es la confianza y ésta se construye con gestos y se destruye también con gestos.

 

punto concordia mapa

Chile pretenden generar la controversia

 

—¿Cómo va el asunto de su importancia para el país que tiene ver con el Triángulo Terrestre?
—Creo que debemos cuidar mucho no caer en la estrategia chilena de sustanciar una controversia que no existe. El tratamiento de este tema debe ser enteramente diplomático. En Chile hay quienes sabiendo que el triángulo terrestre es totalmente peruano, buscan crear una extraña tesis de que es chileno. El Perú debe ser muy cauto para no crear escenarios que aviven en Chile falsas pretensiones acerca del triángulo y cuanto menos hablemos del triángulo será mejor para nosotros. Lo que sí deberíamos hacer es desarrollar una política de fronteras vivas en esa área que es parte del territorio nacional.

Miguel Ángel Rodríguez Mackay:

“El estado actual del chinchorro es una prueba del descuido”

—¿Cuál es su opinión acerca del Chinchorro, ese terreno peruano de 135,000 metros cuadrados en Arica en que se construirá un Centro Cultural, donde se expondría nuestra riqueza gastronómica?
—El estado actual del chinchorro es una prueba del descuido por falta de políticas de fronteras vivas del estado peruano en muchos años. Lo he visitado y está en completo desuso. El anuncio, entonces, me parece auspicioso. Venimos pagando al año alrededor de 50 mil dólares en impuestos prediales por solo mantener el terreno. El pretendido centro cultural hay que articularlo con el ferrocarril que como derecho tenemos por el Tratado de 1929 e incluso una parte puede ser destinado a la construcción de un centro logístico y de servicios para el cual convendría una concesión público–privada donde participen capitales peruanos.

Diario Uno, 18.01.2015