Violencia en centros educativos, problema de toda la sociedad


Esta semana, un adolescente provinciano que era continuamente insultado por sus condiscípulos y que había optado por no caer en la provocación fue finalmente agredido de manera brutal por tres de ellos, que lo dejaron inválido por lesiones sufridas en la columna vertebral.


Este deplorable incidente ha servido para que la sociedad y los medios de prensa dirijan su atención al ambiente que se vive en los colegios y se ha comprobado que la violencia entre los estudiantes es moneda corriente. En la ciudad de Tacna, por ejemplo, un alumno de secundaria hirió con un desarmador a un compañero, en presencia del profesor.

¿Qué pasa?

Esta situación de desorden, agresividad e inseguridad en los colegios tiene muchas causas: nula orientación de los padres, medios de comunicación que exaltan la violencia y el escándalo, impunidad en todos los niveles, entre otras. Lo que vemos es también reflejo y producto de la conducta informal, irresponsable y corrupta de los políticos que dirigen el país, la mayoría de los cuales se preocupan de obtener beneficios personales a cambio de entregar las riquezas de nuestro país a manos extranjeras —si son chilenas, mejor para ellos, reciben más coima— y de asegurar el futuro económico de ellos y sus familias.


Es lógico que donde los gobernantes imponen desde los más altos niveles la informalidad, la anomia y la corrupción, sea imposible que se elaboren y promulguen leyes y normas que tiendan al orden, a la formalidad, a la seguridad y al castigo de faltas y delitos. Con una estupidez criminal, los políticos y sus asesores —que han creado un ambiente de caos y abandono para la niñez y la juventud peruanas— declaman y proclaman que el bienestar y progreso de niños y adolescentes es meta fundamental del estado peruano (¡gran mentira!) y que se debe tratarlos con comprensión.

Consecuentes con esta forma de pensar —que encierra la intención de crearse una impunidad para ellos mismos—, los políticos corruptos han hecho leyes según las cuales los menores de edad nunca cometen delitos sino “faltas”, por lo cual —en el mejor de los casos— un menor de edad delincuente es “reeducado” (?) en un centro correccional, no es castigado como corresponde. Y esto es tan nefasto, que hemos visto hace poco el caso de un adolescente de 15 años que ha confesado haber cometido por lo menos diez homicidios, actuando como sicario.

Gracias a las leyes laxas de nuestros gobernantes obtusos y corruptos, se produce un vacío legal que permite a los delincuentes más peligrosos utilizar menores de edad no sólo para asesinatos sino para transporte de drogas, para reglajes, para prostitución, etc. Tenemos una cultura de impunidad, que contempla la grosera figura legal de condena suspendida: esto es, si el delincuente comete un delito no violento (por ejemplo robo furtivo, robo sistemático, etc.) no va a la cárcel; para que vaya, su delito debería ameritar cuatro o más años de cárcel.

Raíz corrupta

Es imposible que dirigentes políticos corruptos promuevan leyes severas contra el delito, porque de hacerlo ellos mismos se estarían poniendo la soga en el cuello. Por eso dejan que todo siga así, para que ellos mismos no sean castigados por su corrupción y entreguismo de las riquezas nacionales. Entonces resulta explicable que un presidente de la república reciba una millonaria coima por el tren eléctrico, se vaya diez años al extranjero para que prescriba su delito y la ley deje de perseguirlo, lance su candidatura y salga elegido gracias a una campaña de los medios de comunicación que presentaban a ese personaje como alternativa preferible ante otro candidato (Ollanta Humala) que no daba señas de ser ladrón o sirviente de Chile.

El gobierno busca entregar mala calidad de educación. Qué hacer
El sistema educativo estatal peruano, desde jardín de la infancia (educación inicial) hasta la universidad está pensado para ofrecer la más baja calidad posible; porque si el proyecto de país es que el Perú sea exportador primario (como en la época del virreinato), es inútil y contraproducente dar educación de calidad al pueblo (la educación de calidad sí se ofrece en establecimientos privados, para la gente que puede pagar)1. Entonces la pésima calidad del sistema educativo peruano es premeditadamente compatible con un modelo de país que sólo necesita peones, choferes, guías de turismo, vendedores de baratijas, cargadores de bultos, prostitutas, cocineros.

En vista de la traición de los políticos, corresponde a la ciudadanía exigir e imponer los cambios necesarios; y además los peruanos debemos entender nuestras limitaciones como individuos y las limitaciones de nuestros hijos. La población peruana hereda genes positivos de la raza indígena, que explican cómo tenemos ajedrecistas de nivel mundial y cómo destacan los matemáticos peruanos no sólo en concursos juveniles como las Olimpiadas de Matemática, sino que hay matemáticos peruanos de altísimo nivel (en Brasil hay por lo menos dos peruanos que están entre la crema y nata de los matemáticos de ese país).

Los niños problema

En la gente del pueblo, de bajos recursos económicos, se ve a la escuela como un lugar en que otras personas (profesores, auxiliares, tutores) se van a hacer cargo de sus hijos buena parte del día. Pero como hay poco interés de educar de verdad a sus hijos, a esos padres de familia no les importa lo que hacen sus hijos en el colegio; entonces tenemos casos de adolescentes hombres y mujeres que son detenidos por la policía en discotecas, cantinas, en playas, etc.

En un aula promedio de 40 alumnos, por lo menos 20 están interesados en estudiar; a 16 les da igual estudiar o no; y 4 van con la finalidad de promover desorden en la clase, provocar o agredir a sus compañeros, destruir o dañar todo lo que puedan, estimular a sus compañeros para que se porten mal, etc., etc. No sólo es eso: amparados en la mencionada impunidad que tienen los menores de edad, algunos de esos muchachos venden drogas a sus compañeros. Tomando en cuenta esos números relativos (20, 16 y 4), el objetivo será que los 16 se asimilen al buen desempeño de los 20 y no sean ganados o reclutados por los 4 para malograr todo2.

Hay centros educativos privados que están optando por una solución correcta: al evaluar a un niño o adolescente ponen especial cuidado en determinar que sea tranquilo y no problemático; si no cumple esta condición no lo admiten, aunque su rendimiento o cociente intelectual sea alto. De esta manera los educadores se aseguran de que van a tener alumnos verdaderamente interesados en estudiar, que no van a causar molestias ni a los profesores ni a los alumnos. Por supuesto que no faltarán hipócritas, ladrones y mediocres que digan que con un buen maestro no hay malos alumnos, lo que es una percepción válida sólo en sociedades más organizadas que la nuestra.

Los chicos inquietos
Esa norma de excluir a los alumnos problemáticos debe extenderse a los colegios estatales, para evitar que una minoría se convierta en un obstáculo de la tarea educativa. Consecuentemente, los padres de familia tendrán que llevarlos a colegios privados —en los que con atención especial pueden encaminarse— o a instituciones educativas estatales en las que aprendan cosas prácticas para la vida. De una vez por todas debe entenderse que los centros educativos estatales no son un depósito en que los padres de familia se deshacen de hijos rebeldes e irrespetuosos, cuya conducta en la mayoría de los casos refleja la “formación” —abandono, en realidad— que reciben de sus padres.

La conducta antisocial, disociadora y negativa de más de un adolescente es también la reacción ante algo que no desea, que no le gusta; esto es, sus padres quieren que tenga estudios completos para que ingrese a una universidad y sea profesional, cuando en realidad eso no es de interés para el muchacho. No es ningún drama que un adolescente exprese su inclinación más por el trabajo que por el estudio. Después de todo, en ningún país del mundo todos van a la
universidad.


Soluciones
1) Selectividad. Reservar los mayores recursos de la educación normal para alumnos que no sean problemáticos. Para los antisociales o rebeldes debe crearse un sistema alterno, principalmente orientado a lo ocupacional y laboral.

2) Responsabilidad personal. Como lo educativo no está desligado del entorno social, es necesario producir legislación rehabilitadora y punitiva, y hacer cárceles especiales para menores de edad, entendiendo que un menor no sólo comete “faltas” sino también delitos (robo, venta de drogas, agresión física con lesiones, violación sexual, asesinato, etc.).

3) Disciplina. Hacer entender a todos que sin disciplina no se puede desarrollar el trabajo educativo. Los alumnos rebeldes o indisciplinados deben pasar a un sistema alterno3.

4) Publicidad. Informar a la población que el servicio educativo es abierto y democrático, pero que exige disciplina y respeto como requisitos para el normal desenvolvimiento de la enseñanza (ya hemos señalado cómo una minoría de alumnos desbarata los esfuerzos del mejor docente).

5) Sanción a profesores negligentes. Por último, siempre aparecen denuncias de padres que señalan que sus hijos se quejaron a sus profesores de la agresión de sus compañeros, pero que no se tomó ninguna acción para protegerlos. Estos profesores incurren en lo previsto en el Código Penal, Artículo 125.- "Exposición o abandono peligrosos. El que expone a peligro de muerte o de grave e inminente daño a la salud o abandona en iguales circunstancias a un menor de edad o a una persona incapaz de valerse por sí misma que estén legalmente bajo su protección o que se hallen de hecho bajo su cuidado, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años."

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1 En el siglo XIX y en parte del siglo XX, en muchos lugares del país los hacendados se oponían a la creación de escuelas, por el temor de que al saber leer aprendan a reclamar sus derechos. En esos tiempos era transparente la oposición a la educación del pueblo. Hoy las clases dominantes que dirigen el país obtienen el mismo resultado oscurantista al planificar para las masas una educación que está entre las peores de América Latina (“competimos” con Haití). Con la mayor irresponsabilidad el estado peruano crea instituciones de estafa a las que llama “universidades”, con la tendencia de que cada provincia tenga una “universidad”; así, ahora tenemos más universidades” estatales que Francia o Alemania.

2 En el caso de las frecuentes batallas campales callejeras en que alumnos de colegios “rivales” se enfrentan a pedradas y con cuchillos, debemos entender que los verdaderamente culpables e incitadores son una minoría que ha logrado atraer a los alumnos —los 16 que mencionamos en el ejemplo— que no tienen muy claro qué es lo que hacen o pueden conseguir en el colegio

3 Es increíble que en los colegios estatales se siga tolerando la presencia de delincuentes juveniles. Se debe separar del centro educativo al estudiante que es encontrado en discotecas o cantinas, o tomando parte en batallas campales. Esta expulsión no debe verse como un castigo sino como una liberación, puesto que el adolescente que huye del colegio lo hace como reacción a algo que le imponen (padres que a la fuerza quieren que sus hijos estudien cuando en realidad quieren trabajar o hacer otra cosa).

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