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 Por Herbert Mujica Rojas 
 
El conspicuo ex presidente de la Asociación de Bancos, Asbanc, como todas las otras de su género, agrupación de cortesanos aprovechadores de los resquicios posibles para NO invertir y sí, en cambio, colocar tasas altas, costo del dinero fuerte y oneroso y vivir a la sombra de todos los gobiernos, mientras que les den la posibilidad de seguir haciendo del Perú la tierra del azúcar caro y el cholo barato, ha tomado la posta a Chiquitín Salazar en Agricultura. Uno de los verdugos de los agricultores desde la banca, Ismael Benavides, es hoy el titular de la cartera. ¿Sería exagerado decir que nuestro país es una nación de contradicciones? ¿o nos quedamos cortos?
 
Una sensata apostilla subraya que desde la época de Fujimori, se deben haber dado unas seis ediciones de la ley de RFA (rescate financiero agrario) e, irónicamente, no se ha rescatado a ningún agricultor. Sólo tienen vigencia los balances bancarios que pueden ejecutar las tierras de los agricultores, cuando así lo deciden (incluso ya lo vienen haciendo, a precio irrisorio y ¿quién compra?: allegados o relacionados con los bancos que las rematan); y hoy el gobierno de Alan García Pérez, nombra ministro de agricultura al ex presidente de la asociacion de bancos. ¡De allí a sacar a Vladimiro Montesinos e iniciar su proceso de canonización, no hay más que un centímetro! 

Más aún, la muy disputada y famosa ley 28298 Marco para el Desarrollo del Sector Rural tuvo una férrea oposición -a través del MEF- de los bancos que lograron congelarla, evitando su reglamentación por más de dos años; y cuando hoy finalmente se estaba terminando de organizar por la PCM y el ministerio de Agricultura, regalan a un portaestandarte de los patrones, de los anticholos, de lo más rancio y reaccionario que hay en Perú, aunque ellos se cuidan de definirse porque tienen vergüenza de reconocerse reaccionarios derechistas, el ministerio de Agricultura al señor Ismael Benavides. 

La ex mano derecha robusta de PPK, Cecilia Blume, insolente y poderosa, supervisora de cuanto enjuague envolvió al gobierno pasado, sigue teniendo hoy influencia a través de sus alfiles en el gabinete, una de ellas, la ignorante ministra de Transportes, Verónica Zavala, que confunde un terminal aéreo con un tractor mula de esos que usa Swissport cuando irresponsablemente provoca la muerte de un operario y hoy se hacen los locos (¡y así quieren manejar doce aeropuertos!), afirma que no importan las ideologías o posiciones. ¡Qué desfachatez! Ella que es congénitamente proditora y genuflexa a desnacionalizar el país regalando el poco patrimonio que le queda, pretende que ya no sea válido definirse en términos de una postura ante el sistema. Por divertido que parezca, la Blume sí tiene ubicación y plataforma: ¡es profundamente vendepatria y está al servicio de los intereses foráneos! ¿Por causa de qué ella tiene vergüenza de decir lo que todos le reconocen como infiltrada evidente y agente criolla del capital transnacional? Eso mismo, afeites más o menos, representa Ismael Benavides. Ambos pertenecen al derechismo más ultrista y aristocrático en este país con nobles, príncipes y barones, hechos por su poder corruptor y medios de comunicación pro domo sua. 

El sistema financiero imperante, es de un cariz marcadamente anti-desarrollo (es muy fácil demostrarlo; vean cómo se ha opuesto a la reglamentación de la referida ley 28298 que se promulgó, para preparar al sector rural para el TLC); los bancos son empresas de mercachifles que sólo demuestran apetito voraz por ganar a como dé lugar; el país necesita urgentemente entrar por la senda del desarrollo y el sector agricultura es el de mayor potencial y horizonte ―más mucho más allá de las diminutas 70,000 hectáreas de agroexportación que tienen Ismael Benavides y sus amigos y colegas, y de las que ridículamente se pretende que nos enorgullezcamos (¡cómo se ríen los chilenos!)― y el gobierno de Alan García Pérez ha puesto a Ismael Benavides al frente de Agricultura. Un gato, algo alto, sí es cierto (como si ello diera alguna respetabilidad o inteligencia; casos demostrativos contrarios hay hasta dos idiotas en el gabinete), pero un individuo de profunda casta y costumbre ajena al pueblo y a su agricultura con vocación revolucionaria. 

Lo más importante, y oprobioso, de la vida pública de Benavides, es que ha sido cómplice, vector y fautor de la desactivación del trabajo de los agricultores del Perú.

 
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