depresivoClara Presman*

Cada 40 segundos se produce un suicidio en el mundo, con más de 900.000 muertes al año. Estos estremecedores datos han publicado recientemente la Organización Mundial de la Salud y a su vez afirma que la autoeliminación es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Según el informe de la OMS se estima que la cifra real podría ser aún mayor, debido al estigma social asociado con el suicidio, la falta de procedimientos de registro de muerte en algunos países y  la existencia de sanciones religiosas o jurídicas contra el suicidio en otros.

Entre los países que se conocen datos certeros sobre la incidencia de suicidios, las tasas más altas se registran en Europa del este, y las más bajas sobre todo en América Latina, países musulmanes y luego países asiáticos, en cuanto al continente africano  se tiene poca información fiable.  Excepto en  las zonas rurales de China, se suicidan más hombres que mujeres, aunque en la mayoría de lugares los intentos fallidos de suicidio son más frecuentes entre las mujeres.

Resulta difícil encontrar una sola causa que motive a una persona a quitarse la vida. Se trata de una problemática compleja y que está atravesada por diferentes condicionantes tales como el lugar de residencia, la edad, el sexo, y  la lista podría seguir. En efecto hay algunas causas que podríamos citar que son más frecuentes, aunque no las únicas, tales como  el  aislamiento,  el padecimiento de una enfermedad grave,  la pérdida de seres queridos, una discusión, la ruptura de relaciones y problemas jurídicos o laborales.

El organismo internacional de la salud, sostiene que se trata de un problema de salud pública grave, pero sin embargo prevenible. La Dra. Catherine Le Galès-Camus, Subdirectora General de la OMS para enfermedades no transmisibles y salud mental explicó al respecto: “El suicidio es un trágico problema de salud pública en todo el mundo. Se producen más muertes por suicidio que por la suma de homicidios y guerras. Es necesario adoptar con urgencia en todo el mundo medidas coordinadas y más enérgicas para evitar ese número innecesario de víctimas”.

Existen una serie de factores de protección contra el suicidio que son necesarios citar. En primer lugar una alta autoestima y  relaciones sociales ricas, sobre todo con familiares, parejas  y amigos son aspectos  centrales a tener en cuenta. Otro factor preventivo en muchos casos es tener fe  ya sea en creencias religiosas o espirituales. La pronta identificación y el tratamiento adecuado de los trastornos mentales son una importante estrategia preventiva también.

La ONG Teléfono de la esperanza surge bajo la premisa de que una de las claves de la prevención está en demostrar interés y preocupación por las personas vulnerables y con la idea de que una manera de cuidar la salud emocional es tener una buena comunicación basada en el diálogo y la escucha activa. Se trata de  una entidad de voluntariado destinada a la promoción de la salud emocional y en especial de las personas en situación de crisis. Esta se encuentra presente en 30 provincias españolas, en Portugal, en 9 países de latino américa, también en Suiza, Miami y Paris, para comunidades hispano-hablantes.

El objetivo principal es brindar un número de teléfono a personas que soliciten ayuda humana y/o espiritual, personas sin esperanza, con conflictos no resueltos, que necesiten apoyo y orientación por encontrarse en circunstancias críticas o situaciones límites. En concordancia con esta línea de trabajo, el 15 de noviembre el Teléfono de la Esperanza celebra el “Día de la Escucha”. Para sensibilizar a los ciudadanos sobre la importancia de reconocer la escucha como un bien necesario en la sociedad que sirve de base a la auténtica comunicación que tiene como pilares fundamentales el respeto y el diálogo entre unos y otros.

Más de la mitad de quienes llaman a esta línea asevera que necesita “alguien que lo escuche”. Acoger de manera generosa mediante la escucha es tan simple como trascendente. Nuestra mejor arma para derrotar a la soledad y prevenir el suicidio es escuchar. Por eso decía Sigmund Freud: “La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como unas palabras bondadosas”.

*Periodista
Centro de Colaboraciones Solidarias