El testimonio de un historiador y testigo de los sucesos

Por Hugo Neira

Octubre, Velasco, la memoria colectiva y un artículo de Alberto Adrianzén: «el velasquismo sentó las bases no solo para el advenimiento de la democracia moderna y antioligárquica, sino también para el nacimiento de un pueblo libre, capaz de autodeterminarse. Su propuesta fue construir un país de ‘plebeyos’, sin ‘señores’» (La República, 05.10.17). Adrianzén siempre estuvo en la izquierda, lo digo por si acaso, no fue velasquista.

Carlos Contreras, en su libro Perú, historia mínima, editado nada menos que por el Colegio de México, tiene un juicio neutral. Después de «la restauración oligárquica y crisis», se ocupa del «reformismo militar», 1968-1990. Y en los siguientes términos, «el nacionalismo de los uniformados», y «un general revolucionario». Su juicio es sereno, no esconde la importancia de la reforma agraria, aunque critica algunos de sus aspectos. Me hubiera gustado que dijera que desaparecen los gamonales. En fin, Béjar ha escrito, y se pregunta si es necesario reivindicar a Velasco. Dice: «No, el paso del tiempo ya se encargó de hacerlo» (Otra Mirada n° 1072). Tengo por Béjar el mayor de los aprecios, pero no estoy de acuerdo. Velasco y los que lo conocimos no seremos perdonados por haber participado en algo que fue el fin de la servidumbre indígena. Ese tema no está cerrado, Héctor.

Me he visto envuelto en una polémica en torno a Velasco, sin desearlo. Ocurre que hace un tiempo, TVPerú me hizo una prolongada entrevista para «Sucedió en el Perú». Y hoy, lo que editan en RPP (11.10.17) es la cuestión de si Velasco y el tema de Chile. Y de pronto, Antonio Zapata, consultado por los de ese canal, sostiene «que no hay indicios» de lo que digo. Y sobre eso, respondo. Por una vez, en el Twitter. «No, Zapata, te equivocas. Sobre ese tema no soy historiador sino testigo. A ver si lo entiendes».

En 1977, pasé meses viviendo clandestinamente, cuando Morales Bermúdez, pero eso lo contaré acaso en otra ocasión. No vivía en Lima. Una mañana entra una llamada de Velasco directamente a casa de mi madre. «Señora, soy Juan Velasco. La llamo porque corre el rumor de que Hugo se va. Dígale que venga a despedirse». Y como se puede suponer, bajé a Lima. Visité a Velasco, en el Hospital Militar. Hablamos horas, pero ahora voy directamente al tema de la guerra con Chile. Y me dijo entonces: «Mira, hijo [así me trataba, incluso, hijito], tienes que entender que a estos chilenos nunca más los vamos a encontrar en la situación en que están. Por primera vez tenemos mejores aviones, tanques y habíamos estudiado un ataque como el de los israelitas en el Sinaí. Los íbamos a agarrar con los pantalones abajo». Hasta ahí, TVPerú ha usado mi testimonio. Pero se han callado lo que sigue.

El plan de Velasco era ocupar el territorio perdido de Arica, Iquique y Antofagasta. Y cuando le pregunté si estaba seguro de que ganaríamos, me dijo: «Mira, si era una guerra entre fuerzas armadas, las chilenas y las peruanas de entonces, ganábamos. Ocupadas esas provincias, lo más probable es que el Gobierno chileno habría llamado a la OEA, a los Estados Unidos, para detener la ofensiva». Me entró una duda, y le dije: «¿Y si no pedían ‘la intervención internacional’?». Y ahí Velasco me dice: «Mira, hijito, tú eres un muchacho fuerte, sólido, pero no quiero ofenderte. Gente como tú, la reserva chilena tiene como un millón. ¿Entiendes lo que te digo? De militares a militares, ganábamos de lejos. Pero si era de reserva a reserva, no. Entonces, asombrado, le dije: «Entonces ¿esa guerra no se iba a ganar ?» Y me responde: «Eso nunca lo sabremos».

Mi pregunta hoy se dirige a ese programa de TV. ¿Por qué mocharon ese testimonio? En la respuesta de Velasco se le ve razonando como es propio a los militares, con criterios de orden estratégico. Tengo la peor hipótesis. Siempre se quiso mostrar a Juan Velasco como un imbécil. En cuanto al historiador Zapata, ha dicho «que no tiene indicios». ¡No los tiene porque no los ha buscado! En las redes, mi postura de testigo y la respuesta negativa de Zapata han levantado una ola de opiniones contrarias al historiador. Por lo general insisten, en lo que concierne a Velasco, en tres virtudes: «no robó, amaba al Perú, tenía pantalones».(En esto veo asomarse el 2021, el electorado va a querer presidentes con carácter. No golpe, no militares, pero como se dice vulgarmente, «con huevos».)

¿Qué pasa Zapata? Testimonios sobre ese punto los hay por doquier. Muchos en los blogs, hijos de militares han escuchado a sus padres la misma versión. ¿Y tú dices que no hay indicios? Estás ofendiendo mi probidad. Yo no miento. Además tergiversas el tema de la compra de armas a la Unión Soviética. O sea, ¿Velasco un vendido al comunismo? Compró algunas, pero la masa de armas vinieron de naciones occidentales. Sobre ese punto, en una de mis visitas a Cuba, Fidel Castro me impone una conversación, cara a cara: «Hugo, ¿por qué te opones a que Perú se arme con lo que le puede dar la Unión Soviética?»La he contado en este portal, con la ocasión de su muerte. Vamos, Zapata, si no hay «indicios» podemos, si tú quieres, llamar a Raúl. No te preocupes, de hoy en adelante voy a llevar un notario. Creo que se llama heurística al arte de saber discernir entre el mentiroso y el testimonio honesto. ¿Qué provecho busco o saco por decir la verdad? La actitud de Zapata me sorprende y me molesta.

 

La República, 05.10.2017