Para la cobertura universal de atención médica y de salud

Por Herberth Cuba

Luego de la presentación, hace unas semanas, del Informe de la Comisión de Protección Social, creada por el Ministerio de Economía y Finanzas, uno de los miembros de esa Comisión ha retado a debatir el informe, con la finalidad de construir un sistema de salud que “otorgue cobertura universal de atención de salud, con protección financiera a toda la población”. Buena invocación democrática y provechosa para los destinos de nuestro país.

Sin embargo, la revisión completa del acápite dedicado a la salud del aludido informe deja la impresión del deja vù. La crítica al sistema de salud y las propuestas son idénticas a las presentadas durante el gobierno del presidente Humala, que se implementaron hasta el 2016, con consecuencias negativas en los indicadores sanitarios y en la atención médica de la población. Entre el 2011 y el 2016 se ha más que duplicado el presupuesto en salud, pero el esfuerzo financiero no se ha traducido en más salud para la gente. La burocracia y las trabas, que creó el modelo, generaron enormes protestas, al punto que el actual Congreso de la República desactivó el Instituto de Gestión de Servicios de Salud (IGSS), que se había convertido en el emblema de esa burocracia.

El Informe presenta omisiones en el análisis de la situación actual de salud. Por ejemplo, un aspecto ausente, y que resulta crucial, es el intercambio prestacional. Este tema ha sido relievado, con justa razón, por el presidente PPK y los ministros Zavala y Aráoz. No es posible coordinar y complementar esfuerzos e inversiones entre todos los actores públicos y privados si no hay reglas claras de intercambio. Esta tarea, que no es sencilla, está en marcha. El Decreto Legislativo N° 1302, de enero del presente año, la elaboración de su reglamento, la aprobación del catálogo de procedimientos médicos y sanitarios, así como su codificación, son el inicio de la interoperabilidad de los actores involucrados en el intercambio. Estas condiciones son necesarias para saber qué se compra y qué se vende. Hoy vivimos en una “torre de Babel”. Nadie se entiende. Bajo este procedimiento de intercambio, el usuario podría atenderse en cualquier hospital o centro asistencial del país; y el precio de los procedimientos, pagado por el sistema de atención médica al que está adscrito.

Otra omisión ha sido el Consejo Nacional de Salud del Sistema Nacional de Salud, cuya presidencia recae en el Ministro de Salud y asegura la rectoría del Ministerio de Salud sobre todos los demás sectores e instituciones vinculadas a la salud. Esa mirada propia de un Estado unitario, al amparo de la Constitución y la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, permite que los diversos actores, públicos y privados, tengan reglas de juego claras, estables, transparentes y competitivas.

El énfasis que el Informe ha puesto en el financiamiento del aseguramiento público ha confundido el fin con el medio. El fin es la cobertura universal de atención médica y de salud para toda la población. El medio es el acceso a establecimientos de salud que oferten atenciones médicas y de salud pública. Entre las barreras de acceso a la atención médica y de salud están las económicas, sociales, geográficas y culturales. La protección financiera solo es eficaz frente a las barreras económicas; y por si fuera poco, a condición de que exista la oferta de servicios de salud.

El drama de nuestro país es que existe una brecha en infraestructura de salud de más de US$ 22,000 millones. Otra brecha crucial ligada a la oferta es la escasez de médicos, generales y especialistas. El escaso gasto público en salud, 3.3% del PBI, es una enorme limitante; por eso la coordinación, la complementariedad, el intercambio y la competencia son esenciales para que el progresivo incremento presupuestal tenga impacto en el cierre de brechas.

No es verdad que exista un consenso en el Foro del Acuerdo Nacional que señale como meta al 6% del PBI para la salud, aunque sí una invocación para un incremento sostenido en el tiempo. Sin embargo, la experiencia del lustro humalista ha demostrado que un mal modelo de salud se engulle los presupuestos sin mayor impacto social.

La discusión de si es necesario tener un fondo único o varios fondos es ideológica. Lo cierto es que si se tratara de un fondo único público, tendría que coexistir e interactuar con fondos privados; y como es obvio, ya no sería único. Además, como en el Informe no hay propuesta de intercambio prestacional transparente. El llamado Fondo Único, en su relación con los diversos operadores de la medicina y la salud, quedaría sujeto a las prácticas mercantilistas como ocurrió en el gobierno anterior. ¡Deja vù!

 

 

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