Por Vidal Maté. @trigolimpio_VM

Durante los últimos tiempos, una serie de productos alimentarios importantes en la cesta de la compra han sido objeto del pim, pam, pum, teóricamente, por parte de nutricionistas independientes, profesores, organismos internacionales o universidades, en unos casos descubriendo o redescubriendo sus virtudes, pasando de perseguidos a ensalzados, y en otros acusando a los mismos de matar sin saberlo a media humanidad.

Por razones de salud o del medio ambiente, unos productos como la mantequilla han logrado una posición de saludable a la que probablemente sus fabricantes nunca habían pensado que podría, mientras otros como las carnes rojas, aceite de palma, vísceras y, muy especialmente el azúcar, han pasado a ser para los consumidores y para las industrias que habitualmente lo utilizan como algo de lo que hay que huir como gato huye del agua escaldada y donde lo importante no es solo dejar de emplearlo en la fabricación, sino contarlo a los consumidores. Otros productos como los conservantes o estabilizadores que se utilizan masivamente en la industria alimentaria, aquellas listas que corrían de mano en mano como cancerígenas, curiosamente han pasado de ser perseguidos por talibanes del consumo a estar hoy inadvertidos, sin que se sepa el secreto de esta calma.

Es de resaltar, desde la perspectiva de la comunicación, la imagen y el trabajo ya iniciado, por ejemplo, por Coca-Cola, campaña de información-marketing impagable, señalando nada más y nada menos que el sabor en el futuro iba a ser el de siempre, pero sin azúcar, sin especificar el nuevo producto sustitutivo como un secreto más de los componentes de la bebida. Mira que Tomás Pascual luchó para lograr una cola parecida y se desesperaba por no conseguir el mismo sabor. En la misma línea de defender el futuro de sus productos, con menos o sin azúcar, se hallan los grandes grupos lácteos como Danone o Nestlé.

En relación con el azúcar y el problema al que se enfrenta en el futuro, causa sin embargo cierta sorpresa el que, desde el conjunto del sector, desde la producción a la industria, no se haya visto una mínima estrategia de comunicación, ya no para señalar que el mismo cura todas las dolencias, sino al menos para rebatir algunas de las acusaciones que recibe desde la simplificación y la generalización de los argumentos, sin dar cabida a otras consideraciones como la necesidad de su consumo moderado en el conjunto de una dieta equilibrada.

Causa sorpresa que, frente a los problemas de un sector industrial concreto, no haya existido claramente una política o estrategia conjunta en toda una industria alimentaria que tiene unas ciertas conexiones y que cada empresa haya ido a salvar su pellejo, con su organización patronal mirando para otra parte.

Hace unos años, previsiblemente por una campaña salida desde los intereses de otros productores como los sojeros, se puso en entredicho el consumo de leche, campaña a la que automáticamente respondió el sector con informes de equipos de nutricionistas y con Agricultura a la cabeza; y hace unas semanas la ministra apoyaba con su presencia la campaña de la Interprofesional para el consumo moderado de vino-alimento para lograr su recuperación.

Sorprende que, en este contexto, en relación con el azúcar, desde el Ministerio de Sanidad y Consumo, la Aecosan, se pongan en marcha campañas alertando sobre su consumo al margen o con el silencio de Agricultura.

Sorprende la ex consejera y euro diputada andaluza Clara Aguilera, sin ser lobby, pujando para el reconocimiento de la estevia como cultivo alternativo al azúcar.

Con todo ello en contra por delante, denuncias, sectores complementarios como bebidas, lácteos, pastas, diferentes derivados de frutas, cárnicas, etc., tratando de ponerse a salvo de posibles riesgos en los mercados, alejándose del producto como si fuera un perro sarnoso, uno llega a pensar que al azúcar solo le queda como refugio Belén, las celebraciones de las fiestas de Navidad que suponen mantener la actividad de unas industrias elaborando los productos de siempre con sus sabores tradicionales. El sector azucarero, con la que está cayendo en todas direcciones, debería ser el principal esponsor de las fiestas de Navidad para que nadie, desde otros intereses, tenga la tentación de acabar con su existencia, desde los actos religioso a lo gastronómico, donde está tan presente el producto bajo diferentes formas.

Los americanos, dentro del proceso para la eliminación o la colonización mundial con la implantación de sus manías, ya nos cambiaron fechas de las tradicionales rebajas con su Black Friday, los santos con su Halloween y ya tenemos delante en Navidad a los Papás Noel bajo su prescripción, aunque no fuera un invento suyo. Sería importante que el sector del azúcar, de los productores a la industria y al Ministerio de Agricultura, se pusieran en marcha para que nadie nos cambie el Belén, las Navidades según las vivimos, el consumo temporal de dulces, etc., no vaya ser que, en un descuido, los sojeros americanos, con sus grupos de prescriptores de dietas alimentarias, desde sus universidades donde todo se sabe o se modifica, nos digan, como ya lo hicieron en el pasado frente a diferentes problemas de salud, que la soja sin azúcar y no los turrones no puedan faltar de las mesas de Navidad. Aunque llegarán tarde, porque ya hay firmas en el centro del dulce navideño, de Estepa, donde en la presentación de sus productos, temiendo perder una parte del consumo, se destaca un “sin azúcar” con mayores caracteres que la propia marca, mientras en letra pequeña, cual seguro de vida, se indican los otros componentes del dulce: harina de trigo, crema pastelera al 30% [edulcorantes (E-965ii, E-965i ), agua, almidón, grasa vegetal no hidrogenada (palma), estabilizantes(E-422, E-460, E-466), conservantes (E-202), colorantes( E-171, E-160c, E-160a, E-100), acidulante(E-330), emulgente(E-472c),sal y aromas], manteca de cerdo, vino, edulcorantes (E-953, E-950), sal, canela, aroma y vainilla. Pero no tiene azúcar…

¿Qué hay bajo tanta clave de letras y números que no entiende el consumidor?

http://www.qcom.es/alimentacion/periodico-digital-qcomes-el-punto-de-encuentro-de-la-cadena-agroalimentaria/el-azucar--el-ultimo-condenado_33290_0_0_0_1_264749_0_in.html

 

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