quinuaEl aumento del precio de la quinua en Lima y otras ciudades ha sido gradual pero invariable: de S/. 8,00 a S/. 8,50 que costaba el kilo hace año y medio, ahora se vende a S/. 12,00.

Los beneficiados parciales son los agricultores y en mayor medida los intermediarios, y el perjudicado permanente es el pueblo peruano, cuya gran mayoría, desde hace tiempo, por los bajos salarios y el extendido desempleo, no puede pagar el precio a que se vende este producto alimenticio.

Justificadamente, ha habido el comentario de que por su elevado precio la quinua ya hace tiempo que está fuera del alcance de las clases populares. Como referencia, podemos mencionar que frente a los S/. 12,00 del kilo de quinua, tenemos la lenteja a S/. 4,00, el pollo a S/. 7,00 y la carne de res a S/. 14,00 (o más, según las diferentes calidades).

Nadine Heredia dio el tiro de gracia a la quinua

Desde hace un tiempo el precio de la quinua estaba en alza, resultado de la demanda que tiene en el extranjero. En consecuencia, lo mejor para los agricultores es exportar, y si no se exporta, se vende acá a precios de exportación.

Así las cosas, al tomar el poder el grupo que puso a Ollanta Humala —esto es, los chilenos y diversos empresarios—, aparece una serie de personajes oportunistas, irresponsables y corruptos que se ofrecen como “asesores” de quien detenta el poder delegado y de su esposa. Les metieron por los ojos la idea de intensificar el programa “Sierra exportadora”, que en sí es bueno siempre y cuando previamente se midan sus efectos y consecuencias, si previamente existe una buena política de seguridad alimentaria (la cual, ciertamente, existe pero con el objetivo de privar a la población de los medios para nutrirse).

Entonces toda esa manga de sinvergüenzas inició una campaña publicitaria que culminó con la participación del Perú, representado por la esposa del presidente, en la proclamación del año internacional de la quinua. Esta presencia y promoción del Perú significó el derrumbe de las esperanzas de buena alimentación del pueblo peruano. Tanto se habla de las bondades de la quinua para finalmente quitarla del alcance de los millones de indigentes que pueblan el Perú.

¿Casualidad?, ¿error?

Los más cínicos podrán decir que así son las leyes del mercado, que así es el juego de la oferta y la demanda; y que el que puede comprar quinua que compre; y el que no puede, que no compre. Y punto. Pero en esto no hay solamente insensibilidad con el pueblo sino el cumplimiento de un propósito destructor: la misma gente que mantiene en el Perú alto el nivel de la tuberculosis para utilizarla como elemento regulador del mercado laboral (reduciendo la oferta de mano de obra y la presión por puestos de trabajo) sabe que puede seguir ajustando más a la población para asegurarse de que por desnutrición en los primeros años de vida se dañe la funcionalidad del cerebro. Por efecto de este genecidio (no genocidio), las personas crecen con sus facultades disminuidas y se ha comprobado que cuando se las somete a pruebas de matemática y comprensión de lectura no entienden lo que leen ni pueden expresar conceptos o ideas complejos. Su cociente de inteligencia probablemente esté, en el mejor de los casos, entre 90 y 95 (de 100 que se considera lo normal). Estos damnificados del modelo extractivista minero exportador primario son los elementos adecuados para los trabajos simples que requiere el sistema: peones, chacareros, pastores, cocineros, ayudantes de todo, vendedores de baratijas, choferes, etc., etc. (mano de obra barata que no causa problemas a nadie y que se conforma con muy poco, en un ambiente en que la productividad no es una exigencia importante).

Este resultado llena de felicidad a los políticos corruptos y a los empresarios corruptos que dirigen el destino del Perú, pero es un crimen contra la humanidad.

La corte de los milagros —encabezada por la ministra chilena Carolina Trivelli— que rodea al presidente y a su esposa se siente feliz por los resultados logrados degradando la salud del pueblo desnutrido, y no comparte la vergüenza que debe sentir la señora Nadine Heredia por el papelón internacional de intentar promocionar la quinua y otros alimentos de origen andino al mismo tiempo en que el Perú exhibe un ominoso cuadro de millones de desnutridos menesterosos que no pueden alimentarse de quinua (ni de ningún otro alimento de verdadero valor nutritivo). Desconocemos si la señora Heredia o los sinvergüenzas de su corte de los milagros saben leer inglés, pero reproducimos aquí lo que escribieron los aguafiestas del diario británico The Guardian el 16 de enero de 2013:

“The appetite of countries such as ours for this grain has pushed up prices to such an extent that poorer people in Peru and Bolivia, for whom it was once a nourishing staple food, can no longer afford to eat it. Imported junk food is cheaper. In Lima, quinoa now costs more than chicken. Outside the cities, and fuelled by overseas demand, the pressure is on to turn land that once produced a portfolio of diverse crops into quinoa monoculture.”

(“El apetito de países como el nuestro por este grano ha disparado los precios en tal medida, que la gente pobre de Perú y Bolivia, para quienes alguna vez fue un alimento básico, ya no pueden permitirse el lujo de consumirla. La comida basura importada es más barata. En Lima la quinua cuesta ahora más que el pollo. Fuera de las ciudades, e intensificada por la demanda del extranjero, la presión es fuerte para convertir en tierra de monocultivo de quinua a terrenos que producían una variedad de alimentos”.)

                                                                                                      

¡Qué vergüenza! ¡Diplomáticamente nos reprochan fomentar el cultivo y exportación de quinua olvidando los derechos de millones de muertos de hambre que tenemos en el Perú y Bolivia!

Invocación

Demandamos reflexión al gobierno peruano, porque bastante daño causa permitiendo el saqueo y dominación que perpetran los chilenos en nuestra patria, y ahora, además, comprobamos que la política de seguridad alimentaria funciona pero con la finalidad de despojar de buenos alimentos al pueblo, fomentar la tuberculosis y mantener en la población un porcentaje calculado de retardo mental provocado por la desnutrición en los primeros años de vida.

Desde el punto de vista técnico-agrario es urgente que el Perú, con ingenieros y especialistas, asesore a otros países para que siembren quinua y al cultivarla en esos lares disminuya acá la presión por la exportación y se pueda empezar a revertir el gravísimo genecidio que el estado impone al pueblo peruano, para lo cual debe abandonar la actual política de seguridad alimentaria que, literalmente, es hambreadora.

Los incas no hacían eso con la gente. El mal ha empezado con los españoles y los parásitos que desde la proclamación de la independencia usurpan el gobierno del Perú y que ahora nos dejan en manos de los chilenos, que nos roban y buscan destruirnos.

 

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