Historia, madre y maestra
La tragedia del 79
Alfonso Bouroncle, Carreón, Studium, Lima

Guerra Perú-Chile 1879. 20 Chile, espionaje y propaganda antiperuana
ojos criminales espia


El espionaje chileno en el Perú estuvo dirigido por sus cónsules y contaba con la colaboración de ciudadanos mapochinos que desde hacía muchos años, vivían en el país y los gastos que requerían eran sufragados por la casa inglesa Gibbs de Lima y sus sucursales en provincias.

 

A partir de 1872, la prensa chilena desató progresivamente una campaña antiperuana hasta llegar a declarar abiertamente que la meta de Chile era geopolítica y su aspiración apoderarse del salitre de Tarapacá. Esa propaganda fue alimentada desde el parlamento y el gobierno, lo cual es comprensible si consideramos que muchos de los parlamentarios, el presidente Pinto y algunos de sus ministros eran accionistas de las empresas salitreras. Política desarrollada y alentada con cualquier motivo y orientada especialmente a lograr la simpatía de Bolivia para, conjuntamente, apoderarse del sur del Perú a cambio que el país altiplánico cediera Antofagasta a Chile. Campaña de desprestigio contra el Perú que fuera secundada por la prensa inglesa, en planteamientos que seguían lo manifestado por el gobierno de Santiago. Identificando su palabra a lo que deseara su socio en la aventura del robo del guano y el salitre, que, desde el parlamento británico y su cancillería se había concertado con Chile.

Carta del ex cónsul de Chile en Bolivia Justiniano Sotomayor dirigida a su amigo el presidente de Bolivia Hilarión Daza el 8 de abril de 1879 desde Santiago: (40).

"Apreciado amigo: Me encuentro aquí desde hace un mes, y Ud. no tendrá necesidad de que le diga por qué me he venido. La ruptura de relaciones entre Bolivia y Chile me ha sido muy dolorosa, porque siempre he sido de opinión que no debería haber en América del Sur países que cultivasen más estrechas relaciones de amistad. El Perú por el contrario, es el peor enemigo de Bolivia, es el que la agobia bajo el peso de sus trabas aduaneras, el cancerbero de la libertad comercial, industrial y hasta cierto punto política de Bolivia. . . Chile es el único país que puede librar a Bolivia del pesado yugo con que el Perú la oprime. Chile es también la única nación que, aliada a Bolivia, puede darle lo que le falta para ser una gran nación, es decir, puertos propios y vías expeditas de comunicación. ¿Puede pensarse seriamente en Bolivia en buscar por Cobija y demás puertos de su litoral una salida para su comercio? Profundo error. Los únicos puertos naturales de Bolivia son Arica, Ilo y Mollendo o Islay. . . "Una cosa he notado aquí desde mi llegada. No hay odio alguna contra Bolivia, se han respetado los bienes y personal de los bolivianos. . . Pero llegó el momento de declarar la guerra al Perú y el país se levantó en masa. . . "Al Perú le haremos la guerra a muerte, a Bolivia no podemos odiarla.. . Ahora o nunca debe pensar Bolivia en conquistar su rango de nación, su verdadera independencia, que por cierto no está en Antofagasta, sino en Arica. Después de esta guerra ya será tarde. Chile vencedor no lo consentiría, a menos de tener a Bolivia de su parte. ... El hombre que dé a Bolivia su independencia del Perú será más grande que Bolívar y Sucre, porque aquellos le dieron solo simulacro de libertad y éste se la daría real y verdadera. ¿Estaba reservada a Ud. tan colosal empresa? Su afectísimo amigo y s.s. Justiniano Sotomayor".

Carta enviada a Bolivia por encargo del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile Santa María, apreciándose no sólo la treta de separar a Bolivia sino, halagarlo y retribuirle con territorios peruanos, y no porque a Chile su generosidad así le impulsara para impedir la mediterraneidad del país altiplánico, sino, para colocar un intermedio entre sus fronteras y el Perú.

El diario "La Patria" de Valparaíso, el 13 de diciembre escribía: (41).

"Hay quienes se alarman con la palabra conquista lanzada por Chile en la presente guerra. ¿Qué va a decir la América? ¿Qué va a hacer en contra de Chile? Nada mas destituido de fundamento, nada mas visionario ni mas ilusorio que esos temores, que carecen absolutamente ante la filosofía y la historia de toda razón de ser. No podemos temer a la murmuración ni a los juicios de la América haciendo y realizando lo que todas las naciones que la componen han hecho siempre bajo el influjo que las circunstancias en que hoy se encuentra Chile. No podemos temer tampoco a la malevolencia de las fracciones de América que se nos muestran hostiles, porque ya esa se ha mostrado hasta el último grado. La creencia muy racional y muy sensata de que en el caso de éxito en la lucha, a que se vio arrastrado Chile, rectificará sus fronteras de la manera que mejor convenga a sus necesidades del presente y a sus seguridades del porvenir, no fue jamás un misterio ni para el país ni para el enemigo, ni para los neutrales. Este pueblo en los comicios y reuniones populares que precedieron a la guerra, no dejó jamás de saludar con sus aplausos los rasgos de franqueza de sus tribunos, que en el lenguaje más claro y en el castellano mas castizo, le decía con todas sus letras: VAMOS A TARAPACA, TARAPACA SERA NUESTRO. . . diremos. . . que la nación que hace la guerra tiene el derecho de la conquista, puesto que esta no es sino la consecuencia lógica y precisa de la guerra".

La prensa chilena henchida de furia salvaje preconiza la destrucción del Perú; igualmente en el mismo diario del 31 de enero de 1880, escribe: (42).

"Lo que a Chile interesa, lo que este país industrioso exige y aguarda es que, junto con aprovechar la superioridad incontestable de nuestros elementos de mar y tierra, para asestar golpes mortales al Perú, se adopten medidas, y emprendan operaciones dirigidas a destruir o debilitar eficazmente los recursos de que esta nación pueda echar mano en cualquier época futura, para hostilizar a Chile por tierra o por mar, o a suscitarle enemigos en el continente. El estado peruano posee en la costa ferrocarriles, almacenes, maquinarias; pues bien todo eso debe ser reducido a polvo por los cañones de nuestra escuadra. El estado peruano es dueño de valiosos depósitos de guano; pues bien, es indispensable tomar cuanto antes posesión de estas riquezas y explotarlas por cuenta exclusiva de Chile. El día en que las propiedades fiscales peruanas comiencen a ser convertidas en escombros, y el guano a salir por centenares de miles de toneladas, ese día será el primero de buen sentido del Perú, y alumbrará la terminación de la guerra, pongámonos en movimiento contra los centros de riqueza del Perú. La que fue opulenta ciudad de los Reyes, y no es hoy más que cueva de bandoleros, verá dentro de sus muros a los soldados chilenos que semejantes a una avalancha devastadora destruirán en minutos ese carcomido edificio de la ciudad".

Y el salvajismo preconizado se desató sobre el Perú. Como preludio de lo que habría de acontecer en dos años de holocausto, saqueo, depredación, violación, escarnio y pillaje, las bárbaras huestes de Chile desataron su furia salvaje y brutal propia de caníbales. Semejaron a los ingleses saqueando y destruyendo Pekín en la guerra del opio. En la misma forma los chilenos mostraron de lo que fueron capaces y para ello eligieron a Mollendo como su primera víctima.