Es la cultura Andina y el Sumaq Kawsay… ¿Cuna de la utopía real* y del pensamiento utópico europeo?

garcilaso_de_la_vegapor Javier Lajo Lazo; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Si tal vez no se trate de la existencia de una “Utopía Inka”, tal vez es cierto que hubo en la época preínca una cultura altamente sofisticada en ciencias y tecnología, ¿Alguien podrá explicarnos la existencia de esta maravilla geodésica que tenemos a la vista? ¿Existe en otra parte del mundo o en otra cultura antigua o moderna algo similar a lo nuestro?, ¿o tal vez los incrédulos y los fóbico-andinos y racistas se sumarán contentos en las filas de la misión RAMA de Sixto Paz y sus OVNIS?

Lo cierto es que nuestro “Camino de los Qhapaq” o Qhapaq Ñan hará palidecer de envidia al “Camino de Santiago” del norte de Europa, o al “Camino Consciente” del Tao asiático, o al Zen, que es otro “Camino” oriental. Los andinos tenemos, pues, una “ruta”, un “método”, un “camino de sabiduría”, milenario, incólume, único en el mundo. Está trazado y marcado con las piedras milenarias y hermosas de Tiwanaku, Cusco, Huánuco-pampa, Cajamarca, Ingapirca…, ya tenemos el camino, sólo nos queda transitarlo. Camino espiritual, en lo fundamental, camino recto y en diagonal (Cheqalluwa, se dice en quechua, que literalmente significa 'Línea de la verdad'), y en 45º al eje norte-sur. Camino que solidifica el espíritu y la unión de Ecuador, Perú y Bolivia, principalmente.

Sí pues, allí está, en la foto satelital, es una recta que une Cusco con Oruro y entre ellos: Pucará, Tiwanaku y también Amantani en pleno lago Titicaca. Y más aún los tramos Cusco-Pucará, Pucará-Tiwanaku y Tiwanaku-Oruro, son equidistantes con unos precisos 235 km cada tramo, siendo 705 km el total de la ruta desde Cusco hasta Oruro (2).  Es más, esta recta tiene sus puntos máximos que se prolongan por el noroeste, es decir, desde Cusco hasta Cajamarca y por el sureste, desde Oruro hasta Potosí y más al sur aún, por el continente sudamericano, hasta salir al Océano Atlántico. Esta maravilla geodésica preínca e inca que muchos ignoran y otros se tapan los ojos para “no ver” (“ciegos” que según Cristo, son los peores “o de lo peor”), fue redescubierta por la matemática holandesa-peruana María Sholten hace ya varias décadas.

Otros autores, como el sociólogo Aníbal Quijano o el economista Virgilio Roel dicen que cuando los europeos pisaron territorio inca, pensaron o se imaginaron “una utopía” porque “no vieron gente hambrienta” o “gente pobre”, ambos dan explicaciones y razones sobre la eficiencia agraria de los incas y otras sobre el germoplasma, etc. Estas afirmaciones, aunque son avances importantes de la definición del tema, no son suficientes. En Europa desde que Américo Vespucio, comenzó “a contar” a sus patrones de la familia de Médici lo que veía en tierras continentales se comenzó a forjar esa imagen americana de una “utopía real”, por eso mismo después de que muchos otros escritores fueron influidos por el “eco andino-amazónico”, referido al mismo Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas, Mitchel de Montaigne,  Voltaire, d’Alembert, Campanela, Francis Bacón, Fourier, Proudhon, estos últimos dos influidos por Morelly (un asiduo lector del Inca Garcilaso), que según Edgar Montiel (3) fue el fundador nada menos que del Socialismo Utópico y del Ecologismo.

Es decir que desde el primer informante que fue Vespucio se causó tal revuelo en Europa sobre la “utopía del nuevo mundo”, que fue por ello que nuestro continente después llevaría su nombre. La sensación que causaron las cartas de Américo Vespucio en Europa hacían decir a sus habitantes con asombro: “Así son las tierras de Américo”, lo cual luego se simplificó a “tierras de América” (según nos sugiere acertadamente Montiel).

Y desde ya, debemos comprender y aceptar certeramente que los libros del Inca Garcilaso fueron verdaderos bestsellers en una Europa que hacía poco no más descubría la imprenta. La Florida fue traducida a muchos idiomas y tuvo 20 (¡!) ediciones en pocos años, un verdadero fenómeno de la literatura renacentista, además que la obra cumbre del Inca Garcilaso, Los Comentaríos Reales (reales por su realismo o veracidad y no por ningún monarquismo, según nos aclara Montiel), definitivamente influyó y alteró gravemente la conciencia de la élite intelectual europea y renacentista, incorporándoles las ideas o semillas de lo que después consolidaron en el socialismo utópico, “científico” y además del ambientalismo-ecologismo. Otros autores que fueron influidos por estas Ideas utópicas o “paradisiacas” que surgieron desde Vespucio hasta el Inca Garcilaso fueron Montesquieu, Tomás Moro y Diderot entre otros ideólogos de la revolución francesa. ¿Hasta dónde fue nuevo, o mejor dicho, “hasta cuánto fue nuevo”, ese mundo descubierto por Colón?.

Y no solamente se trata de que los europeos “no observaron hambrientos, ni infelices” cuando invaden el territorío inca, sino que estas ideas utópicas germinaron como semillas en terreno abonado, en toda la Europa renacentista, porque permitió a los intelectuales blancos observar el sumaq kawsay o 'bien vivir' de los pueblos indígenas, y recién pudieron imaginar es decir, conseguir pautas que solos nunca se les hubiera ocurrido, de lo que sería una sociedad utópica o “socialista” en el lenguaje de Jean Baudin, otro intelectual francés influido profundamente por el Inca Garcilaso. Sí, pues, estas ideas utópicas o “paradisiacas” las podemos resumir en siete grandes conceptos, que hasta el día de hoy no han dejado de rebotar en la conciencia de los revolucionaríos y románticos, aquellos que hicieron la revolución norteamericana (1776) y la revolución francesa (1789); pues si Montesquieu, Voltaire y Diderot ideólogos de la toma de la Bastilla, fueron lectores del Inca, el gran Rousseau, lo fue de las cartas de su amigo Lafayette, el que le envió finalmente copia de la llamada Constitución Americana, que fue una vulgar copia de la Constitución Confederativa de las cinco naciones Iroquesas (pero este es otro tema). Las siete grandes ideas utópicas (que están sugeridas en el texto de Montiel) y que aquí sólo las enumeramos, dejando para otro artículo, la profundización de sus contenidos: 1. “La libertad reyna…” (Claro… ¿qué libertad podían tener los europeos con el rey y los feudales encima?); 2. “Existe el hombre bueno… no hay jerarquías… (aquí se debe entender que no hay el tipo de jerarquías absolutistas europeas)…y las mujeres andan desnudas…” (aquí se refiere a que las mujeres no son asaltadas y violadas, porque no hay represión sexual como en Europa; al respecto Abel Posse escribe: “el oro y las perlas dejaron de ser la única atracción; en adelante los invasores encontrarían un gran consuelo. El otro oro fueron los cuerpos, todas las clases sociales en España incluidos los eclesiásticos pronto supieron de esta atracción, del oro secreto”); 3. “No hay propiedad individual…”; 4. “Las flores y plumas valen más que el oro y la plata…” (recién se dan las pautas en su imaginarío de que pueden existir sociedades con valores totalmente diferentes del oro y la plata, lo cual se denominó después “relativismo cultural”); 5. La organización estatal es colectivista (no hay imperíos, sino confederaciones); 6. Hay un control de la natalidad (se da el equilibrío entre producción económica y reproducción de la vida humana); y 7. Existe una sociedad organizada en cruz (tawa en lengua Quechua) cuya fuerza motriz es el trabajo, es decir, existía una práctica y una filosofía social de “la felicidad por el trabajo”.

Aquí en este continente “el trabajo” dejó por siempre de ser un castigo. Una cultura como la andina que consideró (y practica aún) al trabajo colectivo como su felicidad, punto fundamental del sumaq  kawsay: Ésta es la verdadera “utopía-real”, la piedra en el zapato de la conciencia occidental, pues hasta Carlos Marx consideraba que el trabajo era una maldición que había que desaparecer y escribió alegremente en su imaginarío que el “comunismo” era “irse a pasear en la mañana y a pescar en la tarde”…¡ qué tal comunismo! Marx al igual que Aristóteles consideran al trabajo una maldición como en la Biblia en todos sus escritos.

Pero insistiremos en lo “científico”… y valga la presencia del alineamiento Qhapaq Ñan de las ciudades preíncas equidistantes y en 45º al eje norte-sur, para resucitar un debate (aunque este debate sobre la “utopía” ya fue abierto por la presencia del sumaq kawsay como principio fundamental de las Constituciones de Bolivia y Ecuador), puesto que hay que tomarle la palabra a J. C. Mariátegui cuando escribió eso del “Comunismo Agrarío de los Inkas”. Aunque, a la vista de la foto adjunta, corregiremos: Sería un “Comunismo Científico de los Inkas”, pero con una “otra ciencia” la Ciencia Andina que cuando la recuperemos totalmente y la desarrollemos, podrá darnos “riquezas y valores” que los intelectuales, especialmente los “serranos”, siempre hemos sospechado que tenemos (4)  y que siempre intentamos probar. Ahora tenemos más pruebas, pues no sólo hay este alineamiento que podemos apreciar en la foto satelital, sino más, mucho más.

Lo único que queremos con estos artículos es que cada vez más nuestros intelectuales “ciegos” que no quieren ver (5), lo intenten... una vez más. 

Notas:            
(*) Este neologismo Utopía-real indica la posibilidad de una sociedad realmente-existente con características, valga la redundancia “utópicas”. 

  1. O ver en:  http://emanzipationhumanum.de/downloads/sabid.pdf 
  2. (2)     Este ensayo de medición basándose en las coordenadas y fotos satelitales del Google Earth las hizo el geógrafo Jesús Contreras, a solicitud mía. Y también a mi solicitud, él mismo trianguló y midió que la recta que une estas ciudades tiene un ángulo de 45º al eje norte-sur.
  3. (3)     Ver: "América en las utopías políticas de la modernidad" en Cuadernos Hispanoamericanos  N.o 658, AECI, Madrid, abril del 2005.
  4. (4)     ¿Y cómo será eso de “la felicidad por el trabajo colectivo”? Los comuneros andinos lo sabemos. Una de las grandes maniobras críollas contemporáneas fue la de Fernando Belaunde Terry, presidente del Perú en dos períodos (1963-1968 y 1980-1985), al darse cuenta de aquello de que “… el pueblo lo hizo” y la fundación de Cooperación Popular, para poner esta fuerza colectiva de las comunidades indígenas  al servicio del Estado críollo peruano.
  5. (5)     http://www.youtube.com/user/armagedon159#p/a/u/1/g-7gOfu3uSE 

http://www.voltairenet.org/article169291.html

http://www.youtube.com/user/armagedon159#p/a/u/0/81MZzJ8nCIw