Escribe: César Vásquez Bazán

Rector de Universidad de Chile descubre el robo del Perú por los saqueadores sureños.

Describe los objetos científicos "extraídos" por Chile de nuestro país.

Sin proponérselo, el "Informe Domeyko" prueba que Chile es un país ladrón y carente de vergüenza.

Ignacio Domeyko, rector de la Universidad de Chile en 1881, autor del “Informe Domeyko”

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El 3 de agosto de 1881, el rector de la Universidad de Chile, el eminente sabio Ignacio Domeyko, envió al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública de Chile, Manuel García de la Huerta, un informe de título bastante explícito: “Objetos científicos extraídos del Perú y su destino”. El reporte está fechado en Santiago y apareció en el Diario Oficial de la República de Chile los días 22, 23 y 24 de agosto de 1881 (Año V, números 1,315-1,317). El Informe –al que denominaremos Informe Domeyko– también apareció en los Anales de la Universidad de Chile del año 1881.

El Informe Domeyko da cuenta del cumplimiento de la tarea que le encargó el gobierno chileno de organizar, clasificar y sugerir destinos para los objetos científicos y libros sustraídos del Perú.

En el documento oficial de los comisionados del gobierno chileno, Domeyko expresó con claridad que al evaluar y clasificar los objetos científicos estaba cumpliendo con la orden del Ministerio de Instrucción Pública de Chile, la que a su vez ponía en práctica lo dispuesto en el decreto supremo del gobierno chileno de fecha 22 de marzo de 1881 (p. 433).

En el documento, el rector de la Universidad de Chile da cuenta de haber recibido la remisión de los objetos “extraídos del Perú”, enviados por el gobierno chileno, en tres lotes:

Lote Fecha

Objetos recibidos por la
Universidad de Chile

1

Junio 13, 1881

74 cajones

2

Junio 21, 1881

80 cajones

3

Junio 19, 1881

90 cajones

 

Entre los objetos a los que tuvo acceso Domeyko y que fueron recibidos por la Universidad de Chile puede mencionarse:

1.       Instrumentos y aparatos para la enseñanza de la Física y de la Química.

2.       Una colección de muestras para la Química Orgánica y Farmacia.

3.       Preparaciones anatómicas.

4.       Objetos de historia natural.

5.       Una colección geológica de rocas.

6.       Muestras mineralógicas.

7.       Instrumentos astronómicos.

8.       Libros que sumaron más de diez mil volúmenes, muchos de ellos publicados en el siglo XVI y XVII, incluyendo múltiples joyas bibliográficas universales. Estos libros fueron clasificados en grupos y revisados por especialistas y personal de confianza:

a) Las obras de historia, literatura y estadística fueron evaluadas y catalogadas por el historiador chileno Diego Barros Arana.

b) Las obras de ciencias físicas, matemáticas, de historia natural y de medicina también fueron examinadas por el historiador Barros Arana.

c)  Las obras de jurisprudencia, fueron revisadas y catalogadas por el abogado Enrique Cueto.

d)  Las obras de teología y ciencias sagradas fueron revisadas y clasificadas por el Obispo de Martyrópolis y el presbítero Cruz.

Conclusiones de la lectura del Informe Domeyko

1. El Informe Domeyko constituye una prueba oficial fehaciente, proveniente de una fuente oficial como la Universidad de Chile, que Chile robó del Perú “una multitud de objetos” científicos (p. 434) y un “crecido número de obras” –más de diez mil volúmenes (p. 435)– que fueron remitidas por orden del gobierno chileno a la Universidad de Chile para su examen, clasificación, catalogación y disposición. El patrimonio cultural del Perú fue “extraído” de nuestro país por la Intendencia General del ejército chileno.

2. Parte de lo robado al Perú se perdió por el deficiente embalaje. Domeyko se queja de esta falla que originó la rotura, el maltrato y la pérdida de valor de múltiples objetos robados.

3. El Informe Domeyko deja en claro que en el saqueo del patrimonio peruano tiene principal responsabilidad el gobierno, el ejército y la marina de Chile. Sin embargo, no se quedan atrás otras instituciones, personalidades y ciudadanos de ese país. Domeyko menciona al criminal de guerra y ladrón Pedro Lagos Marchant que, desde Lima, ya tenía destinadas las muestras mineralógicas para ser entregadas al Liceo de Valparaíso. El Intendente de Valparaíso reclama por las citadas muestras y Domeyko lo autoriza a “guardarlas”. El historiador chileno Diego Barros Arana –autor de una Historia [oficial chilena] de la Guerra del Pacífico aparece revisando el saqueo de libros, al igual que un obispo y un cura católicos que para la ocasión se olvidaron de cumplir con el mandamiento “no robarás”. El jefe de la estación del ferrocarril de Valparaíso también participa del robo y se responsabiliza del transporte de los equipos astronómicos desde ese puerto hasta Santiago. El propio Domeyko, rector de la Universidad de Chile, y probablemente el científico de mayor prestigio en el país del sur en 1881, interviene en la operación, evalúa diversos materiales y sugiere destinos para lo robado al Perú. Sensiblemente, Domeyko no tuvo el valor de negarse a la organización del usufructo de lo robado, al efectuar recomendaciones sobre la asignación a distintas instituciones educativas de Chile de lo saqueado en nuestro país. Lo mismo puede decirse de otros altos funcionarios y personal de confianza de la Universidad de Chile.

4. Domeyko sabe que está participando en un robo y por eso menciona que las operaciones de revisión y catalogación de los libros se hicieron “en la misma rotunda del palacio universitario” y “con las puertas cerradas, con la ayuda de un solo empleado exprofeso y ocupando solamente sirvientes de la sección universitaria” (p. 435). Sin duda, Domeyko tiene la conciencia sucia porque sabe que, quizá sin quererlo, está participando en el saqueo cometido en el Perú. La misma conciencia sucia deberían tener los chilenos que, desde 1881, no han levantado una voz crítica frente al robo cometido por su país contra la nación peruana.

Fuente chilena

Universidad de Chile. 1881. Anales de la Universidad de Chile. Año de 1881. Tomo LIX. Santiago de Chile: Imprenta Nacional. (Agosto de 1881, pp. 433-437).

© César Vásquez Bazán, 2012
Septiembre 11, 2012


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