Las dos órdenes de Lagos: "Hoy no hay prisioneros" y "Mueran los cholos".- Galería de criminales de guerra y genocidas chilenos durante la Guerra del Salitre 

Escribe: César Vásquez Bazán

 pedro lagos marchant

Pedro Lagos Marchant, alias El chacal 

Nombre completo del criminal de guerra 

Pedro Lagos Marchant (1832-1884)

Alias del criminal de guerra

“Chacal” Lagos, “Lago de sangre” Lagos

Rango durante la comisión de los delitos imputados 

Coronel del ejército chileno, jefe responsable del asalto a Arica 

Lugar y fecha de los crímenes del acusado 

Ciudad de Arica, departamento de Tarapacá, Perú, 7 de junio de 1880 y días posteriores 


Crímenes de guerra

1.  Fusilamiento de los prisioneros y heridos peruanos (“repase”) 

Con el fin de asaltar la ciudad peruana de Arica, el criminal de guerra Lagos Marchant emitió la orden de “Hoy no hay prisioneros”. En cumplimiento de esta disposición, los soldados peruanos que cayeron en manos de las fuerzas chilenas no fueron considerados prisioneros de guerra. Fueron muertos en el instante, degollados, masacrados a culatazos o bayonetazos, o fusilados como el caso de los setenta soldados peruanos ejecutados a sangre fría en la Iglesia de San Marcos, sus graderías y la plazoleta de Arica. Similar conducta observó el ejército invasor en el Fuerte Ciudadela. 

2.  Genocidio 

El 7 de junio de 1880 y días posteriores, el criminal de guerra Lagos Marchant hizo circular la consigna racial “Mueran los cholos”, en cuyo cumplimiento los invasores chilenos fusilaron y asesinaron a centenares de soldados peruanos a quienes se denominaba peyorativamente “cholos”. 

3.  Asesinato de pobladores civiles de Arica, peruanos y extranjeros, y saqueo e incendio de comercios y casas de dicha ciudad 

A partir de las nueve de la mañana del 7 de junio de 1880, hora de culminación de la Batalla de Arica, la soldadesca chilena estimulada por muchos de sus oficiales, promovió el saqueo de negocios de peruanos y extranjeros y el incendio de las casas de pobladores civiles. 

Violaciones de Chile a la Convención de Ginebra de 1864 tras la batalla de Aica

El delincuente chileno Pedro Lagos Marchant cometió los crímenes señalados en esta acusación a pesar de tener pleno conocimiento de la Convención de Ginebra de 1864 (Convenio de Ginebra del 22 de agosto de 1864 para el mejoramiento de la suerte de los militares heridos en los ejércitos en campaña).

La Convención de Ginebra de 1864 fue suscrita por Chile el 28 de junio de 1879. Firmaron la adhesión el presidente Aníbal Pinto y el Ministro de Justicia Jorge Huneeus, como se aprecia a continuación. 

 adhesion chile convenio ginebra 1879

adhesion chile convenio ginebra 2

adhesion chile convenio ginebra 1879

 Adhesión de Chile a la Convención de Ginebra del 22 de agosto de 1864. El documento fue suscrito por el presidente Aníbal Pinto y el Ministro de Justicia de Chile Jorge Huneeus el 28 de junio de 1879. A pesar de esta adhesión, criminales de guerra como Lagos Marchant violaron permanentemente la Convención, en especial los artículos 1, 2, 5 y 6.  


Específicamente, el acusado Pedro Lagos Marchant violó las prescripciones establecidas en los artículos quinto y sexto de la Convención de Ginebra de 1864. Estos artículos son los siguientes: 

Artículo 5.  Los habitantes del país que presten socorro a los heridos serán respetados y permanecerán libres. 

Los generales de las Potencias beligerantes tendrán la misión de advertir a los habitantes del llamamiento hecho a su humanidad y de la neutralidad que resultará de ello. 

Todo herido recogido y cuidado en una casa servirá de salvaguardia a la misma. El habitante que hubiere recogido heridos en su casa estará dispensado del alojamiento de tropas, así como una parte de las contribuciones de guerra que se impusieran. 

Artículo 6.  Los militares heridos o enfermos serán recogidos y cuidados, sea cual fuere la nación a que pertenezcan. 

Los comandantes en jefe tendrán la facultad de entregar inmediatamente a las avanzadas enemigas a los militares enemigos heridos durante el combate cuando las circunstancias lo permitan y con el consentimiento de las dos partes. Serán enviados a su país los que, después de curados, fueren reconocidos inútiles para el servicio. 

También podrán ser enviados los demás a condición de no volver a tomar las armas mientras dure la guerra. 

Las evacuaciones, con el personal que las dirija, serán protegidas por una neutralidad absoluta”.

Reconocimiento de responsabilidad por políticos, historiadores y militares chilenos

Los crímenes de guerra del acusado Pedro Lagos Marchant han sido reconocidos por diversos políticos, historiadores y militares chilenos entre los que puede mencionarse a Benjamín Vicuña Mackenna, Nicanor Molinare y Gonzalo Bulnes.
 

Actitud del gobierno de Chile en relación a los crímenes de guerra del acusado 

En marzo de 1881, nueve meses después de la comisión de los crímenes incluidos en esta acusación, el gobierno de Chile ascendió al inculpado al rango de comandante en jefe del Ejército de Ocupación, en reemplazo del general Baquedano. Dicho ascenso representó una tácita aprobación de los crímenes de guerra cometidos por Lagos Marchant y extendió a los gobernantes del país del sur la responsabilidad de los delitos cometidos por el citado sujeto.

Antecedentes del coronel Lagos
EscribeGerardo Vargas Hurtado (1921, 205-207)

Creemos pertinente dar algunas noticias acerca de los antecedentes militares del coronel Pedro Lagos, autor del degüello de heridos y prisioneros, consumado a toque de corneta, después del postrer y definitivo choque en la meseta de la montaña citada.

Baquedano, que conocía los fieros instintos de este jefe, no vaciló en confiarle el comando de las tropas que expedicionaron sobre Arica. No encontró tampoco entre sus capitanes otro más capacitado para enfrentarlo a Bolognesi. Elección desacertada; porque, dados los antecedentes militares de Lagos, era el menos digno para medir sus armas con las de aquel viejo soldado, sin tacha y sin miedo.

El jefe del asalto de Arica degeneró en chacal, en insaciable bebedor de sangre peruana; se despertaron en él los fieros instintos de su raza, como que en su hosca fisonomía se retrataba el hombre de alma empedernida, indiferente al ajeno dolor. Había sido actor principal en la pacificación de la Araucanía, campaña de exterminio racial, que costó numerosas vidas a Chile y a los indomables araucanos.

La orden o consigna de hoy no hay prisioneros, delata el alma sanguinaria de su autor. Hemos oído decir que su gobierno desaprobó el inhumano proceder de Lagos en el combate de Arica, porque exhibió a Chile, ante el mundo civilizado, como país en pugna con los usos de las guerras modernas. Tal vez por esta causa no figura en la historia de su patria con los relieves salientes de otros jefes que actuaron al par que él, aunque en segundo término, en la guerra del Pacífico.
 

Vicuña Mackenna (1880, 1135), refiriéndose a la masacre que recordamos, dice: “Han llamado los vencidos de Arica “Lago de sangre” al ilustre (!) captor de esa plaza, por lo que allí aconteciera a la mañana siguiente…”

Y otro escritor chileno —Molinari— describe así la matanza en el Ciudadela:

“Fue tal y tan espantosa aquella represalia (?), que el vasto e inmenso recinto del Ciudadela se convirtió en humeante poza, charco horrible de sangre humana; y tanto subió el nivel de aquel lago que el caballo del general en jefe, don Manuel Baquedano, cuando más tarde penetró en aquel mudo y desolado lugar, se perdió en la sangre peruana, hasta los mismos nudillos”. 

“Baquedano, tranquilo, salió del fuerte diciendo: ¡Bravo, ahí regimiento 3.º, bravo!” 

¡Con este elogio expresado en el trabalenguas que caracterizaba el estilo del generalísimo chileno, se hacía éste solidario de ese horrendo crimen de lesa civilización! 

Seis meses después de la toma de Arica, Lagos repetía en Chorrillos las escenas de “horror y ferocidad” de aquel puerto. 

Así las describe el coronel Víctor Miguel Valle Riestra en su interesante folleto intitulado “¿Cómo fue aquello?”:

“No faltaron entre estos jefes, es cierto, bárbaros y sanguinarios, como el entonces coronel Lagos, que mancharon sus presillas con sangre de heridos y prisioneros; pero tales fieras fueron contadas”.

 

Obras vitadas

Cruz Roja

Manual del Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Rojadécimotercera edición, 1994.

 

Fuentes chilenas

Molinare, Nicanor. 1911. Asalto y toma de Arica: 7 de junio de 1880. Santiago de Chile: El Diario Ilustrado.

Vicuña Mackenna, Benjamín. 1881. Historia de la Campaña de Tacna y Arica 1879-1880. 2da. ed. Santiago de Chile: Rafael Jover Editor. 


Fuentes peruanas

Vargas Hurtado, Gerardo. 1921. La batalla de Arica. 7 de junio de 1880. Lima: Imprenta Americana.

© César Vásquez Bazán, 2012
Junio 9, 2012

http://cavb.blogspot.com/

 

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