batalla tarapacaPor Herbert Mujica Rojas

“.. la historia, ministerio grave y civil, examen de conciencia de las épocas y los pueblos, es escuela de seriedad y buen juicio pero también, y esencialmente, estímulo del deber y el heroísmo, ennoblecedora del alma, fuente y raíz de amor patrio. Sobre el altar de la patria y bajo su gallarda llama hecha de ruegos y de inmolaciones, de valor y de plegarias, deben existir siempre, como en la ritualidad litúrgica católica, los huesos de los predecesores y las reliquias de los mártires” (José de la Riva Agüero: La historia en el Perú)

Los peruanos que un día como hoy en 1879 y luego de fragorosas nueve horas de combate, derrotaron a los invasores chilenos, lucharon por la Patria, dieron su cuota de valentía en defensa de su tierra y no merecen olvido o -más claro- el desdén que otorgan los desclasados y los que no sienten al Perú y su potente convocatoria telúrica, andina, selvática y marítima de todos los tiempos.

Refugiarse en la crónica episódica como en el denuesto al adversario de entonces es signo de una mediocridad sin atenuantes. Levantar el recuerdo para construir el futuro por los próximos cien años, tarea indesdeñable, reto que exige una o muchas respuestas, misión que no admite renuncias.

Que no extrañe que la “ignorancia” de los medios y sus “formadores de opinión” privilegien el silencio al recuerdo de la gesta heroica de Tarapacá. Que no asombre cómo en las instituciones oficiales una fecha como la de hoy pase desapercibida porque no vibra en esos corazones yertos el temple guerrero de quienes sucumbieron para triunfar dando ejemplo de cómo se pelea por un Perú libre, justo y culto.

¿Debería arredrarnos tanta pusilanimidad en la cosa pública, tan feraz en la producción de escándalos, psicosociales —tan iguales o peores que durante el fujimontesinismo—, sainete tristísimo en que cada quien ignora su puesto y que el llamado a comandar claudique por omisión o comisión engatusado en la frivolidad infecta que el poder -el genuino y global- dispensa urbi et orbi? Hacer la reminiscencia de Tarapacá y su victoria insuficiente pero brotada del hondón de hombres y mujeres patriotas, nos hace decir y repetir que ¡de ninguna manera! La difícil vecindad con Chile —como la bautizó el maestro Alfonso Benavides Correa en su libro magistral— obliga a muchas reflexiones y a la indetenible dinámica edificadora de una soberanía nacional con soberanía popular, es decir, desde el pueblo que tiene que aprehender los barruntos de por qué pelea y qué defiende y con qué herramientas de todo tipo y en el escenario a que fuera convocado. Para el caso da lo mismo el de más arriba como el de más abajo. Dudosamente alguien puede atribuirse para sí, el patriotismo.

El porvenir nos debe una victoria, profetizó Manuel González Prada refiriéndose a los fracasos que la improvisación labró en los aciagos días entre 1879-1883. Ciertamente esos triunfos habrá que arrancarlos de la realidad y merced al esfuerzo conjunto que los peruanos acometan sin divisiones ni bizantinismos miopes. La estupidez nacional debe ser enterrada ¡de una buena vez!

El mejor homenaje a la gloria de Tarapacá debe ser el espoleo constante de nuestra voluntad libertaria de cerrar el pasado, apisonar las alamedas del futuro y reconquistar la capitanía geopolítica de prestigio y calidad que nos viene de raza y estirpe.

¡Que otros lloriqueen sus ineptitudes! A nosotros toca darnos íntegramente porque las nuevas generaciones sólo han visto políticos corruptos, intelectuales a la carta, genízaros obedientes de todos los poderes aquí o acullá.

¡Homenaje y recuerdo por quienes lucharon y murieron por la Patria en Tarapacá!

 

http://larazon.pe/26929-homenaje-a-tarapaca.html


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