por Herbert Mujica Rojas
brain globalizacion cerebral Ha dicho un importante funcionario estatal que se encargará al PNUD (esa agencia de Naciones Unidas que le cobraba al Estado 3.5% por el manejo de su propio dinero y cobertura bajo la cual se contrataban a freidores de hamburguesas y anticucheros en el régimen pasado) y al BID, Banco Interamericano de Desarrollo, la institución objetada por el tema Camisea y sus múltiples irregularidades ambientales, nada menos que por la actual presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, de ver las licitaciones. No hay duda. La globalización cerebral llegó al Perú y su principal gonfalonero es el presidente Alan García.
¿Quién le vendió esta idea al mandatario García? ¿No se da cuenta lo que está diciendo o espetando a las decenas de miles de burócratas de carrera en el Estado, es decir insultándoles en bloque y de manera injusta? No hay duda que en esa corporación hay corruptos que tienen línea dinástica de permanencia bajo el paraguas benefactor del aparato estatal. Sus bisabuelos, abuelos y padres, ya trabajaban o coimeaban y hay fortunas múltiples que no encuentran justificación. Pero, tengo la más plena certeza que es una minoría fácilmente descubrible. ¿Por causa de qué, en lugar de apostrofar del universo íntegro de funcionarios, no se aprehende y mete a la cárcel a los cacos conocidos por todos? 
 
 Si hay algo que saben hacer los supuestos especialistas internacionales (ninguno en temas administrativos peruanos), es, en primer lugar, cobrar. Ha dicho el presidente García que ha hecho consultas sin mayor compromiso. ¿Entenderá el jefe de Estado que eso de trabajar gratis sólo es un buen deseo en su portentosa imaginación de animal político? ¿Qué hace la Corte de los Milagros, no parisina sino limeñísima, que rodea al mandatario diciéndole sí todo el día? ¡Qué barbaridad más grotesca! Se criticó hasta al hartazgo a los paniaguados ineptos y exaccionadores profesionales que medraron en Palacio durante el toledato. Hoy, para variar, hay más de lo mismo y con un signo de mediocridad abisal cada día más notorio. 
 
 Con esa clase de razonamientos, tampoco podría parecer extraño que se contrate a un “service” y se le comisione las funciones del gobierno a todo nivel. Entonces, el gabinete de oscuros con su capitán de chalupa, podría irse por el resto del verano a cualquier playa y disfrutar de su “merecido” descanso. ¿No parece un dislate de esos que son exabruptos mayúsculos, despreciar el talento ambiente burocrático por otro desconocido y, lo que es peor, que ignora cómo se manejan los asuntos públicos ultra-complicados en Perú? ¡Hasta que aprendan, van a pasar los dos años que ha puesto como plazo tentativo García para la conducción de las licitaciones! Es decir, no hay que ser muy agudo para atisbar la multitud de estropicios, lentitudes y torpezas por venir. 
 
 Los miedos de comunicación, con excepciones tímidas y descoloridas, son anuentes con el bombardeo palaciego. Le dicen sí y hasta celebran decisiones que tienen mucho del “voluntarismo” de 1985-1990 y que nunca fue más que una estupidez pseudosociológica para cohonestar aventurerismo en temas del Estado. ¿Es éste el cambio responsable? Me temo que las respuestas empiezan a desconfiar plenamente de toda la esperanza que millones de electores depositaron en García Pérez. Ahora se entiende el fiasco municipal de Trujillo y la decepción puesta de manifiesto en las urnas. Circunstancias que los apristas, lejos de estudiar y remontar, parecieran querer olvidar con la amnesia histórica tradicional de los peruanos. Suicidio inexorable y bobo, muy bobo. 
 
La oposición, es un decir generoso porque cuasi no existe esta ala política, debiera averiguar qué genízaros de ONGs o funcionarios son los que inocularon esta “idea” con respecto al PNUD y BID al presidente García y ¡simplemente fulminarlos de la cosa pública! El Perú no puede, bajo la responsabilidad de abominar de sus propios hijos, dar por culminada la participación de técnicos y profesionales honorables, que los hay, para cambiarlos cual trebejos de juego ajedrecístico volitivo, de un plumazo. No sin insultar a la inteligencia y dar el pobre espectáculo de rendir homenaje a la estulticia que profesan logreros y mendigos profesionales en las alturas episódicas. ¡Vergüenza!
 

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