Feroz insulto de diario La Nación de Chile a García y a los peruanos

Michelle Bachelet

¡Lo tratan como a ladrón, gánster y asesino!

De nada sirvió que Alan García bese la mano de Bachelet ni que engría a los chilenos con toda clase de prerrogativas incluyendo un TLC completamente ventajoso para ellos —mas no para los peruanos— firmado a escondidas del Congreso peruano. Después de tanto servilismo hacia Chile, el diario, afín al gobierno chileno ha denigrado este domingo a Alan García y a los peruanos. Indudablemente, para Michelle Bachelet está muy claro que su relación con Alan García es la de patrona-sirviente, por lo cual, disgustada por nuestra demanda a La Haya y por la demora en la aprobación del TLC, se permite ofender de la manera más terrible al presidente peruano.


El diario La Nación se caracteriza por seguir la línea del gobierno de Michelle Bachelet, quien se mostró sumamente disgustada con el viaje del político Sebastián Piñera al Perú y se ha referido al mandatario y al pueblo peruanos de esta manera:


“El ex senador Sebastián Piñera, muy orondo y sintiéndose ya Primer Mandatario de Chile, se ha hecho fotografiar estrechando la mano del Presidente peruano, Alan García.

Esa mismísima mano que, en el primer Gobierno alanista de 1985 a 1990, se hundió hasta el codo en las arcas fiscales del Perú, pueblo sin memoria, que fue expoliado por García y sus amigos, los llamados ‘doce apóstoles’, como no había ocurrido jamás en la historia”.


Es decir, en pocas palabras le ha dicho ladrón, insulto que resulta muchísimo más grave que el proferido por el presidente Hugo Chávez, quien lo llamó “ladrón de cuatro esquinas” cuando entonces Alan García no era más que un candidato. En cambio, siendo ahora todo un Presidente de la República del Perú, Alan García recibe esta horrorosa afrenta por parte del diario afín al gobierno de Michelle Bachelet.

Todos conocemos las terribles historias del primer gobierno de García; sin embargo, no podemos decir que es ladrón, porque aunque lo hubiese sido, las acusaciones contra él quedaron sin comprobarse por haber excedido el plazo de prescripción. Que Alan García sea o no sea ladrón es algo que compete juzgar sólo a los peruanos, donde únicamente el Poder Judicial podría pronunciarse sobre esta materia a pedido de García, quien podría renunciar a la prescripción y solicitar ser investigado. Mientras eso no suceda, nadie puede decirle ladrón o algo similar, como que hundió su mano hasta el codo en las arcas fiscales.

Este agravio es un asunto gravísimo en las relaciones de dos países, cualesquiera que sean; es un acto intolerable en América, Asia, Europa o África.

Pero hay más, tratan a Alan García de gánster, como dice su artículo:

¿Alguien puede imaginar de buena fe que el ilustrado Piñera no sabía qué mano estaba acariciando tan tiernamente con la suya? En 1991, cuando ya Alan García había dejado el Gobierno, el Parlamento lo encausó por un sinnúmero de delitos: enriquecimiento ilícito, coimas en la compra de aviones y otras acusaciones más propias de un gánster de Las Vegas que de un ex Presidente.

¿Qué hizo García? Sencillamente huyó a refugiarse en casa de su amigo y compadre, el cleptócrata venezolano Carlos Andrés Pérez. Sólo así esquivó el cuerpo a lo que le esperaba. Esa mano que con tanta unción estrecha el presidenciable Piñera es la misma que en 1985, con un gesto del pulgar, hizo quemar vivos a 34 prisioneros encerrados en una prisión de Lima.

Asesino

También, sin que haya sentencia judicial en el Perú sobre las matanzas en los penales, imputan masivos asesinatos a Alan García, llamándolo en la práctica asesino:

La misma tierna manecita que levantó el teléfono para ordenar la cobarde matanza de 300 prisioneros en las cárceles de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara. La misma mano que usted aprieta, Piñera, fue responsable de centenares de asesinatos a sangre fría, mientras el joven Presidente se iba de putas por semanas, tieso como pata de perro envenenado.

Pero no sólo García fue insultado, sino todo el pueblo peruano, a quienes nos calificaron de “pueblo sin memoria, que fue expoliado por García y sus amigos, los llamados ‘doce apóstoles’, como no había ocurrido jamás en la historia”.

Estos gravísimos insultos, sumados a la usurpación de mar y tierra peruanos, más la reciente injerencia de Foxley en los asuntos internos del país al pronunciarse contra la difusión de la demanda peruana en las escuelas1 y la constante agresión a peruanos en Chile deberían ser motivo más que suficiente para cortar relaciones diplomáticas con Chile; así lo exige el honor nacional.

Al Presidente de la República no debería temblarle la mano para responder a la injuria, con mayor razón si no necesitamos nada de Chile2, como ya hemos analizado tras la visita de Piñera. Si no necesitamos nada de Chile y lo único que recibimos son agravios contra el pueblo peruano y contra su mandatario, sería muy saludable para nosotros que de una vez por todas se corten las relaciones diplomáticas y comerciales con Chile.

Chile, como país mafioso y ladrón de territorios, es muy organizado, por lo cual debemos pensar que lo publicado en La Nación contra el presidente Alan García contó con la aprobación oficial de las más altas esferas. El ataque de ese diario chileno ha coincidido con la visita a Lima que realizaron empresarios chilenos que a gritos piden que se concrete el traidor TLC con Chile. En este contexto, debe considerarse que el agravio lanzado por ese medio chileno tiene por objeto golpear la moral del presidente peruano y su entorno y predisponerlos a culminar o formalizar dicho TLC, completamente favorable a Chile. Haciendo un símil con lo militar, los empresarios chilenos visitantes son la infantería que avanza hacia el objetivo, y el ataque de La Nación3 es una andanada de artillería pesada que destruye los obstáculos que los soldados (los empresarios chilenos, la quinta columna o caballo de Troya de Chile) encuentran en su avance hacia las posiciones enemigas.

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1 Ver: Foxley se inmiscuye en asuntos internos del Perú

2 Ver: Piñera toma a los peruanos por estúpidos

3 Ver artículo de La Nación:

http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20080405/pags/20080405204851.html


La Nación

Domingo 6 de abril de 2008
Peso Pluma

Que Piñera se lave bien las manos

El ex senador Sebastián Piñera, muy orondo y sintiéndose ya Primer Mandatario de Chile, se ha hecho fotografiar estrechando la mano del Presidente peruano, Alan García.
Esa mismísima mano que, en el primer Gobierno alanista de 1985 a 1990, se hundió hasta el codo en las arcas fiscales del Perú, pueblo sin memoria, que fue expoliado por García y sus amigos, los llamados “doce apóstoles”, como no había ocurrido jamás en la historia.
Piñera estrecha efusivamente la mano que se birló los fondos multimillonarios de un tren eléctrico que jamás funcionó, mientras los flashes registran tan magno evento “histórico” con que Piñera quiso “ponerse en la esfera internacional” en momentos de serias diferencias territoriales con el vecino país. ¿En qué habrá estado pensando? La de García, señor Piñera, es la misma zarpita manicurada que agarró, a puñados, las millonarias coimas por la compra de los Mirage.
La misma manito que recibió lo suyo, y más, por la venta irregular de acciones de la deuda externa. La que se untó de oro y carroña con las importaciones de carne podrida. La misma mano, del mismo Alan García Pérez de ayer, que se manchó con la sangre de unos 10 mil muertos masacrados en una brutal e inútil política antiinsurgente mediante la creación del siniestro y clandestino grupo paramilitar Escorpio.
¿Alguien puede imaginar de buena fe que el ilustrado Piñera no sabía qué mano estaba acariciando tan tiernamente con la suya? En 1991, cuando ya Alan García había dejado el Gobierno, el Parlamento lo encausó por un sinnúmero de delitos: enriquecimiento ilícito, coimas en la compra de aviones y otras acusaciones más propias de un gánster de Las Vegas que de un ex Presidente.
¿Qué hizo García? Sencillamente huyó a refugiarse en casa de su amigo y compadre, el cleptócrata venezolano Carlos Andrés Pérez. Sólo así esquivó el cuerpo a lo que le esperaba. Esa mano que con tanta unción estrecha el presidenciable Piñera es la misma que en 1985, con un gesto del pulgar, hizo quemar vivos a 34 prisioneros encerrados en una prisión de Lima.
La misma tierna manecita que levantó el teléfono para ordenar la cobarde matanza de 300 prisioneros en las cárceles de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara. La misma mano que usted aprieta, Piñera, fue responsable de centenares de asesinatos a sangre fría, mientras el joven Presidente se iba de putas por semanas, tieso como pata de perro envenenado.
Y mientras el bueno y folclórico de García tocaba marineras en la guitarra, cosa que hace bien, con esas manos que Piñera no afloja hasta que se apague el último fogonazo fotográfico, fueron asesinados, entre muchos, el abogado Manuel Febres y Saúl Cantoral, inolvidable dirigente de la Federación Minera del Perú.
¿Conocerá don Sebastián Piñera ese proverbio peruano que reza: “Gallina que come huevos aunque le quemen el pico”, refiriéndose a que alguien, ya cebado como García, jamás dejará de ser García?
El desquiciado afán de protagonismo de nuestro ex senador lo lleva a cometer errores como éste. Sus compulsivas estrategias, con mucho de delirio de grandeza, llevaron al candidato en ciernes a tocar con las suyas las manos de un ser aborrecible, pese a sus innumerables reinvenciones.
Lástima que no exista una vacuna contra el afán de latrocinio, contra esa cleptomanía que no tardará en reaparecer.
Le recomendamos a Piñera que, en cualquier caso, se lave las manos con alcohol. No puede ser saludable el contacto con tanto dólar mal habido, con tanta sangre derramada en vano.