rafael correa ecuador
Rafael Correa

Venezuela y nuestra historia

Este fin de semana el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha declarado a la prensa internacional que el Perú quiere imponer sus caprichos en materia de delimitación marítima. A pesar de que la ministra de Relaciones Exteriores de Ecuador y el mismo presidente de la vecina república saben —y reconocen— que no existen problemas demarcatorios entre el Perú y Ecuador ni en tierra ni en mar, el señor Rafael Correa sale a decir que en el Perú hay “grupos” a los que se les ha ocurrido “que el límite marítimo no es el paralelo que siempre se ha utilizado, sino una bisectriz que quieren imponerle a Ecuador y Chile”.

Cuando el mandatario ecuatoriano habla de “grupos” tiene cuidado de aclarar que no son del gobierno sino de sectores no democráticos. Tratemos de ver todo desde el comienzo. Al poco tiempo de asumir el poder, Rafael Correa declaró que su país busca buenas relaciones y cooperación con el Perú y que, además, no hay ya problemas de demarcación territorial. En cuanto al Perú, sabemos que —mal o bien— se alcanzó la paz con Ecuador durante el gobierno de Alberto Fujimori, y ningún presidente ecuatoriano ha negado la validez de los acuerdos entonces firmados. Por supuesto que en lo que atañe a la delimitación marítima con el vecino del norte tampoco hay problema alguno, y se resuelven con suma facilidad algunos casos en que pescadores peruanos inadvertidamente pasan al mar ecuatoriano o viceversa. 

 ¿Cómo explicar entonces que el señor Correa diga que en la delimitación marítima el Perú intenta “imponer” una línea bisectriz “a Ecuador y Chile”? Que sepamos, la única diferencia de pareceres en este tema ocurre entre el Perú y Chile, pero con Ecuador todo está claro y definido en los límites marítimos. Lo que pasa es que desde el siglo XIX, antes de la Guerra del Pacífico, siempre hubo entendimiento y coordinación entre Chile y Ecuador. Por eso, ahora que parece escucharse el retumbar de tambores de guerra entre el Perú y Chile, con estas declaraciones de Rafael Correa sale el Ecuador a decir a Chile “No estás solo, cuenta conmigo”. Vemos nítidamente que el Perú debe enfrentar simultáneamente amenazas en el sur y en el norte… ¡no nos hagamos ilusiones! Aunque en el fondo tenga intenciones integracionistas y quizá pacifistas, el presidente ecuatoriano Rafael Correa cumple el preexistente compromiso de estado entre Ecuador y Chile. 

Ilustremos esto con un caso similar que ocurre en Europa. Grecia y Turquía están en permanente tensión diplomática y militar, y más de una vez han estado al borde de la guerra, pese a que ambos países son miembros de la OTAN. Turquía es mucho más grande que Grecia y tiene un ejército más numeroso, pero la fuerza armada griega está bien preparada y equipada; y su territorio fronterizo con Turquía es montañoso y de difícil acceso, es difícil de invadir. Y aquí entra en escena Armenia, pequeño pero en el aspecto militar bien preparado país que en más de una ocasión, cuando el ambiente entre Grecia y Turquía estaba caldeado, ha formulado declaraciones o insinuado movimientos militares que han incomodado o inquietado a Turquía. Además, Grecia recibe con mucho gusto en sus escuelas militares a jóvenes armenios que se inician en la carrera de las armas. O sea que es la misma figura, como vista en un espejo: Grecia y Armenia (que tiene experiencia en la guerra moderna1) están preparadas, si llega el caso, para hacer “pan con pescado” a Turquía, de modo similar a como se tiene planteada la situación de Chile y Ecuador respecto del Perú. 

¿Qué hace el Perú frente a esta explícita alianza entre Ecuador y Chile? Bueno, hace lo único que puede hacer: a) en lo diplomático seguir adelante en la resolución de los asuntos pendientes con Chile y declarar nuestra intención pacifista, al mismo tiempo que se subraya que con Ecuador no existe ningún asunto pendiente en cuanto a delimitación terrestre o marítima; b) en lo militar, tomar conciencia de esta situación y entender que un país delincuente como Chile se prepara bien para todas las eventualidades, lo que incluye asegurarse la intervención del Ecuador, sea como declaraciones o amagos de acción militar o como acción bélica directa contra el Perú. 

En este punto es bueno remecer las dormidas conciencias de ciertos desaprensivos o corruptos políticos peruanos que piensan —o dicen pensar— que si el Perú en estos tiempos de “globalización” es un país pacífico nada le va a pasar; no señores: las guerras no son cosa del pasado, son un método natural mediante el cual un país fuerte obtiene ventajas (territorios, recursos naturales, facilidad para inversiones, etc.) de un país débil o corrupto; por tanto, la planificación militar del Perú debe siempre considerar muy seriamente que enfrentamos amenazas simultáneas por el sur y por el norte, por lo cual —aunque lloren y se golpeen el pecho los periodistas, diplomáticos y políticos pagados por Chile— el equipamiento militar del Perú debe ser suficiente en calidad y cantidad para enfrentar con éxito una guerra simultánea en el sur y en el norte. Es cierto que esto significa dedicar a la compra de armamento grandes sumas de dinero que podrían servir para el desarrollo y el combate de la pobreza; pero teniendo como vecino a Chile, país delincuente, no hay alternativa, tenemos que armarnos bien o nos matan. 

Tampoco vale pasarse el tiempo pensando mal de los chilenos y ecuatorianos; ellos simplemente buscan promover sus intereses y defenderlos en forma concertada. Y viene una pregunta: ¿qué aliado tiene el Perú? Ninguno, aunque Chile nos invada nuevamente, nadie saldría en nuestra defensa, porque la diplomacia peruana nunca ha trabajado de manera eficiente para conseguir alianzas con otros países2; hay que reconocer que en ese campo hemos tenido un permanente y continuo fracaso, fruto de la incompetencia diplomática. No sólo eso, los políticos y periodistas prochilenos, pagados por Chile, buscan toda oportunidad de torpedear cualquier acercamiento del Perú con países que —al menos diplomática y políticamente— podrían ayudar al Perú. Esta es la explicación de por qué políticos y periodistas peruanos atacan continuamente al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. En realidad, no es que, con el pretexto de que dirige un gobierno dictatorial, quieran atacar a Hugo Chávez sino a Venezuela, porque este país hermano fue el único que con mucha claridad, tanto en la voz de su presidente como de su Congreso, protestó durante la Guerra del Pacífico contra el robo territorial que cometía Chile, país delincuente. 

El presidente venezolano Hugo Chávez entró en la lista negra de periodistas y políticos peruanos coimeados por Chile desde que, en su visita a Bolivia durante el gobierno del presidente Mesa, se manifestó en favor de devolver a Bolivia una salida soberana al mar; es más, para irritación de los chilenos y sus mayordomos peruanos, dijo que Simón Bolívar había fundado Bolivia con mar, y que él (Hugo Chávez) desearía bañarse en aguas del litoral boliviano. En ese momento se encendieron las luces rojas de alarma y sonaron las sirenas de la coima chilena, y Hugo Chávez quedó convertido en paria a los ojos de los comprados periodistas y políticos peruanos. Pero la cosa va más allá, más atrás en el tiempo. Los chilenos y sus sirvientes peruanos tienen conocimiento de las siguientes palabras, registradas en la obra cumbre de Jorge Basadre y que de ninguna manera desean que aparezcan en los libros que enseñan la Historia del Perú: 

“Nada me he atrevido a hacer oficialmente para impedir el escándalo inaudito de la guerra entre Chile, Bolivia y el Perú. He tenido un desaire ofensivo a nuestra dignidad, del que no hubiéramos podido vindicarnos por la distancia y las dificultades materiales que nos interceptan. Desgraciadamente, Chile ocupa ya Lima, después de una batalla más que grande, sangrienta. El pueblo peruano ha luchado y lucha todavía heroicamente, con honor para el patriotismo de Sudamérica. Os doy el pésame por la violación del gran principio de la fraternidad americana. Y como Jefe de Gobierno de Venezuela, denuncio en este documento la reivindicación del derecho de conquista y pido al Congreso, representante directo de la Nación, levante una protesta digna de nuestra historia, de nuestra gloria y de la memoria de El Libertador.” 

¿Quién pronunció estas palabras llenas de solidaridad, dignidad y espíritu de estadista auténtico? Fue Antonio Guzmán Blanco3, presidente venezolano, quien las dijo en 1881 ante el Congreso de su país, verdadero país hermano. Aquí está el origen de la inquina que tienen Chile y sus sirvientes peruanos contra Venezuela, cuya simpatía y solidaridad por Bolivia y el Perú vienen de mucho antes de Hugo Chávez. Desafiamos a los traidores a la patria peruana que por defender a Chile atacan a Venezuela, para que pidan la inclusión de este discurso de Antonio Guzmán Blanco en los libros de enseñanza de Historia del Perú. 

Pedimos también a nuestros políticos que no se mantengan lejos de Venezuela, que se mantengan vigilantes, porque Chile, venciendo su histórica aversión hacia Venezuela y mientras dormimos tranquilamente, ya está maniobrando con sus diplomáticos para lograr que Hugo Chávez impulse un gasoducto que lleve gas peruano a Chile. Hay que advertir al gobierno de Venezuela que para el Perú es peligroso vender su gas a Chile. Si los bolivianos desean vender su gas a Chile, que lo hagan, si es posible recuperando algo de su litoral; pero del Perú no debe salir ni un átomo de gas al país enemigo. No actuar vigilantemente en defensa de los intereses del Perú es dejar el camino libre, el terreno despejado, para que Chile, país delincuente, logre sus funestos objetivos.

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1 A comienzos de la década pasada, en el conflicto con Azerbaiján por el territorio de Nagorno Karabakh, los armenios derrotaron contundentemente a los azeríes, pese a que éstos eran más numerosos, tenían más equipamiento militar y el refuerzo de voluntarios y mercenarios.

2 Algo parecido ocurrió con Argentina. El Perú en 1982 envió aviones modernos para reforzar a la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto por las islas Malvinas; y el pago que nos dieron los argentinos fue vender armas al Ecuador cuando ocurrió la guerra del Alto Cenepa. Aquí el problema no es que los argentinos sean traidores; y los peruanos, tontos. Lo que pasa es que el servicio diplomático peruano es desastroso; profesionalmente hablando los diplomáticos peruanos están peor que los maestros del Sutep. Mantenerlos bien comidos y vestidos nos cuesta un montón de plata, pero han sido incapaces de establecer relaciones políticas sólidas y duraderas con los países con los cuales tenemos intereses compartidos. ¡Ya no hablemos de lo mal que conducen los asuntos diplomáticos con países hostiles! ¡Eso ya es una película de terror! Ver nuestro artículo:

A 128 años del 5 de abril, Chile es el mismo homicida

3 Una avenida de Lima, que conecta la plaza Bolognesi con el monumento a Jorge Chávez, lleva el nombre de este ilustre gobernante venezolano.