El reciente viaje a Brasil de la señora Nadine Heredia1, esposa del presidente (o “primera dama”), ha motivado algunas críticas en lo referente al uso del avión presidencial. A este respecto, se ha ventilado toda clase de opiniones, y parecería que no se ha violado ninguna norma o ley.

Otro aspecto del caso es la conveniencia o no de que la esposa del presidente en ejercicio desarrolle actividades públicas o de representación, algo que es objeto de críticas, pero que podría ser superfluo examinar.

El contrabando

El verdadero disgusto de los ciudadanos no es con la señora Nadine Heredia sino por las repercusiones que el mencionado viaje tiene en la imagen del Perú. Y aquí no se trata de que la señora haya actuado bien o mal; lo que pasa es que habiendo sido una visita a la presidenta del Brasil, estamos ante un suceso que trasciende en la prensa de Brasil, del Perú y de otros lugares, por lo que las cosas que en la ocasión se hayan dicho, visto o conocido no son para tomarlas a la ligera.

La visita de la señora Nadine Heredia a Brasil dejó de ser la visita de la esposa del presidente en cumplimiento de funciones protocolares o de auxilio social o alivio de la pobreza, desde el momento en que la acompañó una ministra de Estado.

Lo desagradable del asunto es que la señora Nadine Heredia haya viajado acompañada de Carolina Trivelli, la chilena ministra de Desarrollo e Inclusión Social. ¿Por qué se tenía que llevar a una chilena a esa reunión?, ¿el gobierno peruano quiere demostrar que en el Perú falta gente capacitada y que por eso se recurre a una extranjera?, ¿el gobierno peruano desea mostrar claramente al mundo que el Perú es colonia de Chile y que este país enemigo decide el destino político2 del Perú?

Subrayamos que se está maltratando la imagen del Perú, y esto ocurre en todo nivel. Como obligada digresión debemos referirnos a una campaña de propaganda que realiza el Banco de Crédito del Perú, del Grupo Romero, asociado a los chilenos en varios negocios. En varias partes de la ciudad de Lima —y posiblemente en otras ciudades peruanas más— hay grandes imágenes3 de un cuy que acompaña al mensaje “El Perú tiene ganas”. Cierto es que un banco o cualquier empresa privada puede poner en su publicidad un cuy o una rata chilena, siempre que eso represente solamente al banco o empresa; pero no es aceptable que el mensaje de imagen (un roedor) y texto incluya la palabra Perú.

Esa misma observación se formula respecto de la señora Carolina Trivelli, cuyo rostro no representa al Perú, de la misma manera en que la cara de Fujimori no debió representar al Perú.

Cara dura

De tiempo en tiempo nos enteramos de noticias de personajes públicos, funcionarios o políticos a quienes se desenmascara por haber ocultado sentencias condenatorias por variados delitos. Estos individuos, con tal de lograr sus objetivos personales, no han tenido la menor consideración con el gobierno de turno y han ocultado su problema legal, lo cual causa situaciones incómodas al gobierno. Esa misma falta de delicadeza muestra la señora chilena Carolina Trivelli, que sigue aferrada al cargo haciendo pasar vergüenzas al gobierno de Ollanta Humala, que es el primero de nuestra historia en poner de ministra a una chilena.

¿Se ha puesto a pensar el presidente Ollanta Humala que Chile ya no va a necesitar gran cosa de sus sirvientes infiltrados en el Congreso4 ahora que ya tiene a Carolina Trivelli, que por su cargo está presente en reuniones de consejo de ministros en que se tratan temas de seguridad nacional?

Ante el silencio de medios de comunicación y políticos, expresamos sentir vergüenza por la presencia de la señora Carolina Trivelli en la política peruana. Que ella misma no tenga vergüenza ni pestañee es cosa de ella; que la señora Nadine Heredia de Humala sienta que en el exterior el Perú está bien representado por una chilena es una nueva forma de concebir, exteriorizar y vivir la dignidad nacional.

Respeto a la nacionalidad

Con el cuento de que el Perú es “país de todas las sangres” se producen en nuestra tierra toda clase de imposturas, lo cual se agrava cuando para ejercer funciones públicas o ingresar a las fuerzas armadas la nacionalidad peruana y de larga data generacional no es importante ni excluyente. Por eso en estas esferas hay muchas personas que con orgullo —por la nacionalidad no peruana— conservan doble nacionalidad. Así es explicable que una chilena que a los 18 años, con pleno uso de razón, se inscribió en su consulado como chilena, se cambie —para servir mejor los intereses de Chile, su verdadera patria— a la nacionalidad peruana pocos meses antes de ejercer un cargo.

De modo similar, se han metido a la fuerza armada del Perú hijos y nietos de ciudadanos extranjeros que no tienen la menor identificación ni compromiso con nuestra patria, lo que permite comprender por qué el Perú está perdiendo territorio sin que los peruanos hechizos o postizos de la fuerza armada —que desplazan a verdaderos peruanos como los Quispe, Mamani y Condori— entablen combate en defensa de la integridad territorial del Perú.

Que la bochornosa situación creada por la señora Trivelli sirva para reflexionar sobre el asunto, que afecta también a nuestra fuerza armada, donde gente de castas extrañas está en los escalones superiores, gente que por su "valentía" no mueve un dedo para defender con las armas a lo que consideran su patria secundaria.

 

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1 Leer Nadine y sus amigos de ocasión.

2 Leer Cómo Chile controla la política peruana y a los políticos peruanos.

3 He aquí la imagen:

4 Que han renunciado a su función de fiscalización en todo lo que respecta a la hegemonía económica de Chile y a su consecuencia previsible: la entrega del Triángulo de Tacna a Chile. Leer Ministro de Defensa chileno es pastor de carneros peruanos.