Pataleta chilena por Donayre y sirvientes calificados

Las pataletas de Bachelet por las expresiones del Comandante General del Ejército del Perú, Edwin Donayre, además de las exigencias de destituirlo, por parte del gobierno chileno, comprendieron la cancelación del viaje del ministro de Defensa peruano, Antero Flores Aráoz, quien debía sostener una reunión programada en Chile.


El portavoz del gobierno chileno dijo este viernes que el gobierno chileno estima "no oportuna" la visita a Chile del ministro Flores Aráoz, quien estaba invitado a una exposición naval la próxima semana, en lo que constituye una vulgaridad diplomática por parte de los chilenos, pues "desinvitan" a un invitado.

Lo curioso es que los chilenos no pongan ningún obstáculo a la presencia en Chile del almirante Eduardo Darcourt Adrianzén, jefe de la Marina de Guerra del Perú, quien asistirá a la Exponaval que tendrá lugar en Valparaíso.

¿Por qué la diferencia?

Porque ambos personajes tienen distintas trayectorias. Flores Aráoz no goza de la confianza de los chilenos. Aparte de algunas declaraciones que podrían parecer conciliadoras, es un personaje ajeno a la manipulación por parte de los chilenos.

En cambio, el almirante Eduardo Darcourt Adrianzén, jefe de la Marina de Guerra del Perú, es un probado sirviente de Chile. Fue durante su jefatura que, con la anuencia de Alan García y del traidor Allan Wagner en el cargo de ministro de Defensa, se colocó el oprobioso monumento al hampón Arturo Prat, quien murió intentando asesinar al gran héroe naval Miguel Grau, en plena Escuela Naval del Perú, para minar la moral de oficiales y estudiantes.

Por ese gran servicio (¿gratuito?) prestado a Chile, el gobierno de Michelle Bachelet condecoró a Darcourt con la Orden del Mérito Naval en el grado de “Comendador”, condecoración para oficiales o civiles extranjeros “por su abnegación, espíritu de cooperación y entrega a fomentar los intereses que identifican a la Armada de Chile” o a quienes han apoyado y participado en actividades que contribuyen al cumplimiento de la misión de la armada chilena (ver: Chile reconoce a almirante peruano Darcourt como su servidor).

Como es un gran lacayo, los chilenos no protestan por su visita a Valparaíso, Darcourt ha hecho méritos excelsos al colocar el busto del hampón Prat nada menos que en el corazón de un centro de formación de la marina de Grau.

Reuniones de confianza

Como vemos, los acercamientos militares entre Perú y Chile que se realizan en visitas protocolares o reuniones “2+2”, sólo sirven para que los chilenos recluten sirvientes peruanos.

¿De qué han servido las reuniones “2+2”, que se producen desde hace algunos años? Para nada:

  • Chile avanzó en latrocinio y ahora, al desconocer el límite del punto Concordia, roba casi cuatro hectáreas de Tacna
  • Al desconocer el Tratado de 1929, roba más de 37 mil kilómetros de mar
  • Chile sigue armándose desenfrenadamente
  • Chile se burla al considerar que esas reuniones sólo sirven para ver cómo medir la cantidad de armamento, no para limitarlo
  • Chile sigue manteniendo minas antipersonales en la frontera, que ya han cobrado vidas
  • Chile sigue colocando cabezas de playa en el Perú, pues su armada va hasta donde están sus inversiones
  • En los colegios y otros lugares discriminan a los peruanos
  • Chile sigue realizando periódicamente ejercicios militares cerca de nuestra frontera, según su intención de tratar de amedrentar al Perú.
  • La marina chilena captura a humildes pescadores tacneños en aguas peruanas.

¿Para qué sirve entonces tanto gasto en viajes al país delincuente del Sur? Más vale ahorrar y destinar esos fondos a otras necesidades de las FF. AA., que las tiene muchas.

Al parecer, el gobierno no acaba de entender: la amistad con Chile es una ilusión, ellos sólo quieren dominar y parasitar a nuestro país y no dudarán de la primera oportunidad que tengan para atacar.