allan wagner

 
Los acontecimientos entre el gobierno de Michelle Bachelet y el Tribunal Constitucional chileno no fueron ninguna sorpresa. Chile actuó como se preveía, desconociendo nuestra soberanía nacional, atribuyéndose territorios y dominios que pertenecen al Perú. En resumen, con total desprecio del derecho internacional y las normas elementales de vecindad pacífica y civilizada.
 
 
En la práctica, desde que en el 2001 instaló una caseta en suelo tacneño, desconociendo el Tratado de 1929, Chile ya había violado nuestras fronteras y había ingresado militarmente a la zona del punto Concordia, de tres hectáreas y media. Esas tres hectáreas y media son nuestras, pero nos impiden el tránsito y patrullaje por la zona. Como se sabe, para justificar el dominio que pretenden sobre 37,000 kilómetros de mar peruano.

Escenificación

El día 30 de enero, el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, almirante AP Jorge Montoya Manrique, declaró pomposamente en conferencia de prensa que: “Todo va por buen camino, la soberanía y la integridad del territorio no van a ser violadas nunca y se tiene que dejar trabajar a los que deben ver estos temas: las cancillerías de ambos países”. Montoya añadió: Hay mucha gente a la que le gusta hablar de estos temas, no sé si para ganar tribuna o para qué, pero lo hacen de manera irresponsable. Ambos países estamos manteniendo una situación de distensión en la zona para evitar que haya algún tipo de conflicto”, y: “Estamos a determinada distancia, no estamos frente a frente, ambos estamos separados de la línea limítrofe para evitar que haya cualquier incidente que puede presentarse cuando hay grupos humanos cercanos. La situación militar es normal y tranquila, cada uno está en su lugar. 

Esto quiere decir que para el almirante Montoya es normal que los peruanos ―incluyendo nuestro ejército o policía― no podamos transitar por nuestro propio territorio. Esta declaración y aceptación resultaría de circo para un jefe de comando conjunto de cualquier país. O sea, es normal que los chilenos nos impidan el paso en nuestro territorio. El Tratado de 1929 no estipula que exista una zona de distensión ni que los peruanos no podamos poner el pie dentro de nuestra frontera, por lo tanto, si la situación es tal que no podemos ejercer soberanía física sobre nuestro territorio, la situación no es normal de ninguna manera. 

 Sin embargo, el presidente García aprueba la actuación circense de Montoya, con ello admite que no podamos tener presencia física en nuestro territorio, simplemente, Chile está desconociendo de facto el Tratado de 1929.

Allan Wagner, por qué no está mal lo que dijo
 
En medio de todo este aparato institucional y mediático, el ministro de Defensa, Allan Wagner, en sus declaraciones manifiesta preocupación por la situación de deficiente equipamiento de nuestras fuerzas armadas. 

En primer lugar, actualmente ningún país puede esconder los armamentos que adquiere, salvo los pocos países productores. Ustedes podrán comprobarlo leyendo, por ejemplo, una publicación especializada, Jane, donde figuran hasta las pistolas que adquiere cualquier país. Por tanto, no constituyen secreto las existencias de armamento de Perú y Chile, y si bien es cierto que el estado de los aparatos militares sólo puede ser verificado in situ, cualquiera puede llegar a conclusiones partiendo de la fecha de fabricación. Por lo tanto, dadas las condiciones del Perú y Chile, es estupidez pretender que nuestra situación en cuanto a armamento sea secreta. Lo que sí debe ser secreto y lo es en todo el mundo― es la planificación militar, los movimientos de tropas, los planes de contingencia, etc. 

Segundo, hay que tener muy en cuenta que, aunque esté a cargo de la cartera de defensa, Allan Wagner es diplomático de carrera, y cuando un diplomático habla ―en una coyuntura como la actual― del armamento en un contexto de posible conflicto, el mensaje que está enviando al exterior es que la situación es grave; y claro que es grave, aquí no hay nada normal, no es normal que no podamos transitar por nuestras tierras. En pocas palabras, Wagner les dice a los chilenos: Lo que ustedes están haciendo en el triángulo de Concordia es muy grave y ya vemos el problema en su dimensión militar. 

 En tercer lugar, en el ámbito interno, hace bien en recordar al presidente y los ministros el estado de abandono en que se halla el equipamiento militar de nuestra Fuerza Armada. 

 Por lo tanto, es correcto decir que la situación es grave, y la solución debe ser político-diplomática. Esperemos que el presidente García no se precipite otra vez y no apruebe la mentira y el ocultamiento y, por lo tanto, no censure cuando sus funcionarios están andando por el camino correcto. No obstante ser presidente por segunda vez, Alan García no ha aprendido a dirigir ni siquiera los asuntos más serios y graves de política exterior; no se da cuenta de la diferencia que hay entre un ministro de Defensa con formación de diplomático, que mide el efecto y oportunidad de sus palabras, y un ministro de Defensa de distinta formación que podría caer en el desconcierto o estallar en una bravata que empeore la situación. 

Aunque ahora haya respaldado a su ministro de Defensa, hay que estar vigilantes de la actitud de Alan García en relación con Chile, puesto que durante su primer gobierno él inició el deterioro del hasta entonces respetable poder disuasivo de nuestra Fuerza Armada, al desistir de la compra de aviones Mirage que previsoramente había programado el gobierno anterior, del arquitecto Fernando Belaúnde Terry. 

 Por último, dado el mayúsculo insulto al Perú, es tiempo que se cierren a Chile todas las concesiones preferenciales que dolosa o sospechosamente se le han otorgado, incluyendo el entreguista TLC.