Terremoto: Ninguneo a las regiones y robo a la vistaterremoto ica casas destruidas derrumbes

Producido el sismo del 15 de agosto, a las pocas horas el presidente Alan García fue a la zona afectada e intervino directamente en la coordinación de esfuerzos para socorrer a los miles de víctimas del terremoto. En principio, es correcto que quien ha recibido el mandato del pueblo se ponga al frente de la situación. Políticamente, aunque el señor García está de bajada en las encuestas, esta conducta le ha valido cierto reconocimiento en la población. Pero sabemos que no estuvo solamente un día sino que ha estado yendo seguido una semana para ver cómo estaban las cosas, para coordinar y dirigir. Eso está bien.

 

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Poco a poco la gente se da cuenta que la continua presencia del presidente García en la zona del desastre no sólo lo sobreexpone —lo vemos “hasta en la sopa”— en los medios de comunicación sino que deja al descubierto gravísimos descuidos y negligencias que serían directamente atribuibles a Alan García y a su incorregible centralismo (¡todo debe salir de Lima para que se luzca el presidente como salvador de todos!). En primer lugar, es evidente que el presidente ha tenido que estar allí para compensar o disimular el estado debilitado del Instituto de Defensa Civil (Indeci), entidad a quien corresponde ponerse al frente de situaciones como las que se vive en el sur y coordinar las labores de socorro, rescate de heridos y muertos, distribución de alimentos, medicinas y abrigo. Con absoluta irresponsabilidad —de la que deberá responder— el presidente García, primer mandatario1 de un país azotado por continuas catástrofes (Fenómeno de El Niño, “friaje”, terremotos, inundaciones, etc.), nada ha hecho para dotar de recursos al Indeci y convertirlo en un organismo que realmente esté a la altura de las circunstancias, que no necesite de ningún presidente que se ponga a dirigir las operaciones.

Ninguneo a las regiones


Sin negar que al gobierno central corresponden diversas acciones de dirección y coordinación en casos como el del terremoto, la responsabilidad principal de ocuparse de la reconstrucción es incumbencia de los gobiernos regionales; si no, ¿para qué existen?, ¿para qué han sido elegidos? Para la reconstrucción de las ciudades y pueblos afectados, la idea de Alan García es poner esta tarea al mando de un empresario “no político”2; y como concesión a las autoridades elegidas por el pueblo, ha dispuesto que las autoridades regionales y municipales formen parte de del grupo presidido por el mencionado empresario.

¿Por qué hace esto Alan García?, ¿por qué al formar la comisión de reconstrucción deja de lado y humilla a las autoridades regionales de Ica, Lima y Huancavelica? Lo hace por razones político-partidarias. Por la actuación histórica del Apra y por el mal ejercicio de su primer gobierno, Alan García considera muy necesario portarse bien con los militares y empresarios; ante ellos él debe demostrar que el presidente aprista y el partido aprista son de confianza y amistosos ante los militares y empresarios; por esta razón a Alan le parece maravilloso que el Indeci esté a cargo de un militar y la reconstrucción a cargo de un empresario. Claro que esto último afecta seriamente la dignidad de los presidentes regionales de Ica, Lima y Huancavelica, a quienes García considera incapaces de dirigir un proceso de reconstrucción de las regiones que ellos gobiernan. ¡Y después los apristas se extrañan de que la gente opine mal de los políticos apristas y llegue a despreciarlos!

La ayuda recibida

A las pocas horas de producido el terremoto se conocieron ofrecimientos de ayuda internacional y, efectivamente, muy pronto se vio aviones de Bolivia, Argentina, Chile, Venezuela, Cuba, Estados Unidos, entre otros, que descargaban en aeropuertos peruanos la oportuna y valiosa carga que donaban. Además, se menciona que hay treinta y tantos millones de dólares en efectivo donados por países o instituciones internacionales. Pues bien, por lo que sucedió durante el terremoto de 1970, cuando los encargados de la distribución robaron más del 50% de las donaciones (incluyendo tres aviones3), y por los casos por ahora aislados de funcionarios, choferes o empleados descubiertos con las manos en la masa, robando los donativos, se hace imperativo un control minucioso de todo. Sugerimos que el gobierno haga lo siguiente para evitar que la ciudadanía piense que está involucrado en el robo o lo está consintiendo:

1) Abrir una página de internet para que los peruanos y todo el mundo podamos enterarnos de qué países, instituciones u organismos internacionales y personas han donado dinero4 y cuánto, detalle del dinero que el estado peruano ha destinado para esta emergencia, qué donaciones de objetos especiales5 se han recibido, etc.

2) Promover la formación de comités de vigilancia ciudadanos (y darles poder) que junto a funcionarios de la Contraloría estén presentes en los lugares de donación y en los sitios de almacenamiento, incluyendo aquellos bajo control militar.

3) Empadronar a los beneficiarios6, para saber quién recibió qué. Esto se practica en países donde no existe la cultura del robo. Si el repartidor no registra los nombres de las personas o familia que reciben algo, fácil es que simplemente diga que rerpartió víveres, colchones, carpas, sillas de rueda o medicinas a todos los que estaban en la cola. En estas condiciones, lo más fácil es que el repartidor separe y esconda una parte para su uso o para venderla, y después diga que repartió todo.


Conclusiones


Solamente tenemos tres: a) que se trate con respeto a los presidentes regionales y se ponga bajo su responsabilidad7 la tarea de dirigir la reconstrucción en las zonas que gobiernan; si no, van a ser presidentes regionales pintados en la pared; b) que se dé publicidad (vía internet) de todo lo recibido como donaciones y de lo asignado por el gobierno; c) que el gobierno deje de creer y hacer creer que militares y empresarios son personas superiores a las autoridades que el pueblo ha elegido.

Los militares están preparados para la guerra y los empresarios para los negocios; ellos no deben dirigir nada más de lo que corresponde a su área de acción (sus cuarteles o empresas, según el caso). Las cosas del estado deben estar a cargo de autoridades elegidas que trabajan con sus equipos técnicos.
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1 Ojo, manda sólo por que ha recibido un mandato, por eso se le llama mandatario; no puede gobernar o mandar a su antojo.

2 Así continúa la visión y práctica de Fujimori y Montesinos de vilipendiar y desprestigiar a los políticos y a los partidos políticos, con los fines que ya conocemos.

3 Juan Gonzales, un honrado general retirado de la Policía que participó en una comisión investigadora del Congreso, recuerda que al final de las indagaciones se demostró que más de la mitad de las donaciones recibidas por el sismo de 1970 había sido robada. El caso se archivó “por razones de seguridad nacional”, pues había militares involucrados en los robos. (Información de La Razón, Lima 25-08-2007, p. 6.)

4 Incluimos aquí el dinero de que están recolectando bancos locales para entregar al gobierno; que se sepa cuánto han recibido y cuánto han entregado al gobierno.

5 De Europa, por ejemplo, firmas como Adidas han enviado donaciones; y se sabe que muchos señoritos, señoritas y señorones reaccionan con indignación al saber que quienes ellos llaman chusma alguna vez se van a vestir con ropa “de marca”. En este sentido, no olvidemos, además, que la Contraloría ya ha denunciado que entre los que reparten hay gente que ya de lo donado está separando las cosas valiosas, que —según ellos— la indiada, gente sin clase ni distinción, no debe recibir.

6 Recordemos que en el imperio incaico, en los quipus se llevaba la contabilidad de todo: cuántas personas había en una provincia (llamada huamani o mamani), cuántos animales tenía cada pueblo, cuánto se repartía en caso de desastre, etc., etc. ¡Es un escándalo que en tiempo de las computadoras no tengamos registros mejores que los de nuestros antepasados! ¡Cuánto puede la cultura del robo y la cutra!

7 Los empresarios, que van a obtener grandes ganancias con la reconstrucción de las ciudades y pueblos destruidos, deben ser colaboradores o asesores de lo que dispongan los gobiernos regionales; no deben dirigir nada.