La fricción con las clínicas es al parecer una maniobra del presidente Martín Vizcarra, que busca remontar su brusca caída en las encuestas (el Presidente enérgico ante las "abusivas" clínicas, para aplauso de las tribunas), pues aunque nos presente cifras doradas, la ciudadanía ve el gran número de personas que no pueden ser atendidas en los hospitales y son mantenidas a la intemperie e incluso reciben tratamientos deficientes y eso no es culpa de las clínicas, que fueron emplazadas ayer para llegar a un acuerdo en 48 horas o serían intervenidas.

 

uci covid

 

Que si se expropia o se usan las normas del Minsa, todo eso es blablablá del gobierno. Lo cierto es que las clínicas tienen una capacidad reducida de camas y mucho menos camas con cuidados intensivos. La Asociación de Clínicas Particulares del Perú (ACP) tiene en Lima 295 camas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y 193 ventiladores; mientras que en provincia tienen otras 48 camas y 43 ventiladores, pero muchos están en uso, de modo que en poco podrán solucionar la gran demanda.

Las aglomeraciones que se observan mantendrán las cifras de contagio sin mucho descenso, sobre todo en Lima, y la situación será menos manejable con el frío y húmedo invierno limeño, que dispara los males respiratorios cada temporada.

A 100 días de la pandemia deberíamos tener ya varios hospitales de campaña y debería haberse aprovechado el buen clima de Chaclacayo y alrededores para una mejor recuperación de los pacientes de Lima, donde se tiene a casi un tercio de la población y las camas habilitadas son insuficientes, pero no se ha avanzado mucho.

El índice de letalidad continúa en ascenso

Al inicio de la pandemia se conocía menos sobre el virus y no se tenía conocimiento de tratamientos efectivos y el índice de letalidad debería estar bajando, esto es, aunque la gente se contagie tiene más probabilidad de recuperación rápida con la ivermectina, que bien dosificada es capaz de eliminar el virus desde las 48 horas, tras lo cual el paciente debe continuar tratamientos para reparar el daño celular según la gravedad que alcanzó.

El 1.o de junio el índice de letalidad era 2.73%, ahora sube día a día y es 3.24% al 24 de junio. Que muera menos gente requiere no sólo ampliar el número de camas y UCI, sino de tratamientos para que la gente elimine el virus antes de que requiera hospitalización y no se ha avanzado en ello.

Los aspectos que determinan el avance de la mortalidad son:

  • La falta de previsión del Comando COVID-19 al no prever el suministro suficiente de oxígeno. Este comando tenía al gato de despensero, Óscar Ugarte, quien se confabuló con el expresidente Alan García para crear el monopolio del oxígeno con dos empresas. Pese a ello el gobierno no ha derogado la norma de la corrupción en el oxígeno, sólo la a suspendido durante la emergencia.
  • La incapacidad del gobierno para asegurar el abastecimiento de todas las farmacias del Perú con los medicamentos para tratar esta enfermedad, pues lo comprado no alcanza o no se distribuye bien y la única salida para la gente es adquirir en farmacias comerciales, donde muchas veces no encuentra los medicamentos de la lista, o los encuentra a sobreprecio, en especial la ivermectina, que es la que puede salvar sus vidas y mucha gente no puede ser tratada adecuadamente por esta razón. Los médicos particulares son de gran ayuda pero si las farmacias carecen lo necesario la situación es muy mala. Antes que enfocarse en clínicas privadas el gobierno debe vigilar que la cadena de abastecimiento a las farmacias privadas esté funcionando bien.
  • La contratación de médicos novatos y mal formados, en especial venezolanos (que ganan más remuneración que los médicos estables), en especial en Essalud, quienes no están realizando un buen manejo de los pacientes y se multiplica el maltrato y la medicación inadecuada y están apresurados por enviar a su casa al paciente incluso sin revisarlo bien. Por ejemplo, hay pacientes con neumonía que despachan a su casa para que se las arregle y consiga como pueda oxígeno y sólo le recetan ivermectina, cuando por la seriedad de los casos ese fármaco debería ir acompañado de otros que combatan la inflamación, el peligro de trombosis, etc, es decir muerte segura si no recurren a un médico privado. Eso lo están haciendo incluso con trabajadores activos de Essalud que cayeron enfermos al atender pacientes, lo cual pinta un peor panorama para los asegurados que no son trabajadores de la institución.
  • El maltrato a los pacientes continúa, en parte por acción de estos novatos y se tiene sentados a la intemperie por horas en los patios de los hospitales a la gente que acude con síntomas, agravando sus casos con el desarrollo temprano de neumonías, dado el frío húmedo de la temporada y aumentado el riesgo de trombosis al permanecer largas horas sentados, aumentando fuertemente el riesgo de muerte.
  • Sabiendo que en países donde la pandemia comenzó antes las casas de cuidado de ancianos registraron altos porcentajes de muertes, acá no se realizaron visitas preventivas a estos centros.
  • Falta de control en la cadena de pruebas de descarte, que terminan en manos de mafias. Ahora casi todos los días vemos en las noticias a mafias que ofrecen pruebas mientras que la gente que acude a lugares autorizados no encuentra.
  • Es difícil acceder a la comunicación de las líneas de atención 113 y 107 y el gobierno no crea más líneas de atención.
  • Como si eso fuese poco, se han reactivado y aumentado en número las protestas del personal asistencial en demanda de indumentaria de protección