En las actuales condiciones de resistir los embates del COVID-19 y por la afluencia de miles de personas que requieren de oxígeno para sobrevivir, lo destacable y notorio (que no debería ser así) es que tal elemento escasea, por lo cual ahora se habla —y poco se hace— de poner plantas de oxígeno en hospitales; y también debemos mencionar que, para atenuar los efectos de esta carencia, algunos municipios de la ciudad de Lima están informando que ya empiezan a proporcionar oxígeno a sus vecinos que lo necesiten.

 

Sagasti chalina morada 2

 

Cuando meses atrás la “primera ola” de COVID-19 alcanzó sus niveles de mayor gravedad en todo el país, se hizo evidente la carencia crítica de oxígeno: por no tenerlo disponible en el momento oportuno, mucha gente moría en los hospitales y en sus casas. En esa coyuntura, y sabiendo que en algún momento se presentaría un segundo y más letal embate de la pandemia, médicos, políticos, miembros del clero y dirigentes de colectivos sociales exhortaron al gobierno para que tomara las providencias del caso: más camas UCI, mejorar la detección temprana del mal, habilitar plantas de oxígeno, entre otras demandas.

Respuesta ante la crisis

Por lo que ahora vemos, enormes colas de gente a la espera de comprar oxígeno (obviamente, porque los hospitales no tienen) y un elevado número diario de muertes, el gobierno de Sagasti no ha hecho lo necesario y suficiente para enfrentar el problema. Si hizo algo fue, por ejemplo, nombrar a Óscar Ugarte por el mérito de haber sido autor de una norma (no derogada) que enredó la clasificación del oxígeno medicinal (estableciendo porcentajes innecesariamente altos de contenido de oxígeno), lo que facilitó el monopolio de la producción de oxígeno, que pasó a estar controlado por dos empresas grandes.

Evidentemente, haber nombrado ese ministro responde al objetivo de dificultar el acceso de las personas al oxígeno para que así mueran más compatriotas, lo cual ha ocurrido y deja al estado peruano en la situación buscada de importar oxígeno cuando, si se hubiera actuado con previsión, ya deberíamos tener suficientes plantas de oxígeno.

Por otro lado, al presidente Sagasti y a su círculo de confianza —que incluye a Nuria Esparch, ministra de defensa de sospechosa conducta— les parece muy buena idea lesionar la dignidad nacional de los peruanos importando oxígeno de Chile, país enemigo y destructor del Perú, porque así estos personajes podrían cumplir —en esta coyuntura de vida o muerte para muchos peruanos— la autoimpuesta tarea de mejorar la imagen de Chile y los chilenos, que para todos los peruanos se asocia siempre con robo, traición, despojo territorial, asesinato y parasitismo.

En poco tiempo deberán iniciarse investigaciones para que los responsables de esta situación de gravísima emergencia que estamos viviendo expliquen cómo y por qué, disponiendo de fondos, optaron por dejar las cosas como estaban, con el resultado de miles de muertes evitables.

No es inofensiva

Los medios de comunicación informaron que el 25 del presente la señora Nuria Esparch, para culminar la faena de relaciones públicas pro-Chile, fue a Tacna a recibir los primeros camiones de Chile que llegaban con oxígeno. ¿Por qué tuvo que ir? ¿No entiende que esa recepción es motivo de vergüenza para los verdaderos peruanos y que simplemente hubiera bastado que funcionarios de aduana registraran el paso de los camiones? ¿Tanto le importa que se sepa y se vea que Chile envía oxígeno al Perú?

Pero más grave que esto es que Nuria Esparch, empeñada en deteriorar la soberanía territorial del Perú, con alegría puso su firma en el Decreto Supremo N.o 027-2020-EM, de fecha 07-12-2020, mediante el cual se viola el artículo 71 de la Constitución del Perú al permitir que una empresa minera extranjera adquiera tierras en la franja de 50 km de la frontera (en este caso, frontera norte); si actuara como peruana, debió oponerse a ese decreto. Pero ¿por qué lo hizo? Porque se prepara el terreno con el fin de hacer lo mismo en el sur, para que Chile pueda apoderarse de terrenos del Perú en la zona constitucionalmente prohibida. Recordemos que Pedro Kuczynski, hombre sin raíces familiares peruanas, no aguantó las ganas de mellar la seguridad del Perú y emitió el Decreto Supremo N.o  001-2017-RE, de fecha 23-01-2017, para que Chile pudiera comprar tierra en el área que la Constitución del Perú protege. Afortunadamente, esta actitud antipatriótica no se concretó; pero el objetivo de favorecer los intereses de Chile en Tacna queda como tarea pendiente para personas infiltradas en el estado y de dudosas raíces familiares peruanas, que viven muy bien con el jugoso sueldo que los peruanos les pagamos con nuestros impuestos.

El diario limeño Expreso publicó el 26-12-2020 que al gobierno no le importaba “tener como ministra de Defensa a Nuria Esparch*, exgerenta de imagen institucional, es decir, lavacara de Graña y Montero en pleno escándalo Lava Jato”.  Esto demuestra, por lo menos, que Esparch tiene currículum en lavado de imagen, solo que ahora pone esa habilidad al servicio de Chile.

Y nos preguntamos: ¿Por qué para este ministerio se elige precisamente a esta señora pese a que tenemos razones para dudar de su lealtad al Perú? ¿No hay generales o almirantes peruanos en retiro que puedan ejercer el cargo de ministros de Defensa del Perú?

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* Por la mala experiencia que tenemos con gobernantes sin raíces peruanas, como Alberto Fujimori y Pedro Kuzcynski, o casados con extranjeras (Alan García y Alejandro Toledo), sería muy saludable que sepamos de dónde sale la señora Nuria Esparch, de dónde son su padre y abuelo con ese apellido tan raro en el Perú (¡no vaya a ser que resulten siendo chilenos!).

 

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