La tercera derrota electoral del fujimorismo está teniendo en esta presunta organización criminal una reacción mucho más virulenta que la manifestada sus fracasos anteriores, no es casual que ello coincida con la cercanía del proceso que llevaría 30 años a la cárcel a Keiko Fujimori, conocida en el hampa judicial como “señora K”.

 

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Están recurriendo a todo tipo de maniobras desenfrenadas, tanto de recursos carentes de sustentos ante las autoridades electorales como en la calle, donde en lugar de manifestaciones pacíficas, a las cuales todos tienen derecho, se observa hordas salvajes que, en lugar de protestar en los locales electorales o zonas céntricas, arremeten contra domicilios.

Esa actitud vil, salvaje e incivilizado del fujimorismo, de hostilizar a funcionarios en sus viviendas, comenzó con el acoso desbocado a la vivienda del presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y continúa con el domicilio del fiscal José Domingo Pérez, del director del diario La República y otros.


Claro está, que se observa a portátiles trasladadas en buses, y hasta hay participantes que aseguran que les dan 20 soles para causar este caos.

Fuga

Recordemos que cuando Vladimiro Montesinos se vio perdido tuvimos la maniobra sicosocial de Ollanta Humala al protagonizar un absurdo “levantamiento” en Locumba.

La atención de los medios, comprados en la salita del SIN, se enfocó en Humala mientras nadie se ocupaba de Montesinos, quien logró fugar vía marítima.

Esa es la forma de actuar de las mafias, estemos atentos, toda esta agitación política podría ser una maniobra distractiva para que en un momento dado descubramos que Keiko Fujimori ha fugado, quizás con su hermano Kenji, quien también tiene procesos pendientes.

La señora K se resiste a la justicia y continúa negando las acusaciones fiscales que para ella han pedido 30 años de prisión. 

De ocurrir la huida, no sería ninguna sorpresa, por lo cual el ministro del Interior debería estar muy atento.