La seguidilla de incendios forestales en 23 departamentos del Perú no sólo es consecuencia de la ignorancia de campesinos que queman malezal, sino de la inacción del gobierno que, sabiendo la ocurrencia de estas prácticas desde hace muchos años, no realiza acciones educativas, en lugar de ello se ha visto que introducen materias nocivas para los escolares, como la ideología de género, enriqueciendo además a las ONG que parasitan al Estado para crear dichos contenidos.
Tampoco se necesita campañas millonarias para enriquecer a la televisión, pues los campesinos casi no se ocupan en verla. Son necesarios cursos sobre cuidado ambiental para todos los niveles escolares, según su edad, lo cual tendrá un efecto en los adultos, pues bien enseñados, los escolares difunden lo aprendido entre sus familiares. Los cursos deberían impartirse no sólo en escuelas rurales, sino urbanas, pues la gente de la ciudad viaja al campo y en ciertos casos son fogatas de viajeros de vacaciones las causantes de los incendios.
Además, por lo menos de forma inicial esa enseñanza debería reforzarse con folletos que las municipalidades rurales se encarguen de difundir entre los campesinos, y, de haber analfabetos entre ellos, se dotaría a dichos gobiernos locales de presupuesto para las charlas respectivas. El contenido no debería limitarse a los incendios, sino a instrucción para evitar o reducir el uso de pesticidas y difundir el nombre de aquellos prohibidos.
Hay casos, por ejemplo en Áncash, donde estas quemas se han realizado con la creencia de que los humos estimularán las lluvias. Otros creen que la ceniza enriquecerá los suelos. Lo peor de todo es que estas incineraciones se realizan en esta época, cuando no hay lluvias y los vientos suelen aumentar, lo cual es mayor peligro de propagación del fuego.
Sanciones legales existen
Como suele suceder, los políticos, en lugar de prevenir, reaccionan cuando los problemas se presentan, y esta vez proponen leyes para castigar a quienes causen incendios, pero normas para castigar ya existen. Lo que el Congreso debe fiscalizar es la omisión de funciones de quienes corresponde sancionar.
Es cierto que falta perfeccionar las leyes, pero estamos en un país de abundancia de leyes y escaso control, sobre todo en lo que respecta al territorio físico tan extenso que tenemos. Por ello, además de mejora en las leyes, la educación debe ser la base de la lucha contra la deforestación, seguida por la lucha anticorrupción, pues los deforestadores no sólo talan, sino que también queman para obtener terrenos de cultivo.
Los puntos esenciales deberían ser entonces la educación, la ley, la lucha anticorrupción y las acciones de control.