Por Eduardo Cruz

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Entrevista a Mónica Zalaquett*

En los últimos años se habla de un diálogo con las maras, grupos de jóvenes que causan el terror en Centroamérica, especialmente en Honduras, El Salvador y Guatemala.

En El Salvador ya se está poniendo en práctica y supuestamente está dando buenos resultados. Una de las más optimistas con este diálogo es Mónica Zalaquett, directora del Centro de Prevención de la Violencia (Ceprev), quien en esta entrevista habla sobre su experiencia en temas de violencia y cómo está la situación de Nicaragua con ese problema. Además, habla de lo dañino que es la ausencia paterna.

::: ¿Por qué se metió a la lucha contra la violencia?

Por mi experiencia en la guerra de los ochenta, como militante que fui por muchos años del sandinismo y también como periodista en Barricada, que cubría las zonas de guerra.

::: ¿Qué le enseñó la guerra?

Yo veía que nadie ganaba con esa guerra. Ni los pobres del campo ni los pobres de la ciudad, que eran los que se estaban enfrentando. Aprendí también que no nos sirve estar culpando a los otros de los problemas y que hay que pensar por educar y por construir una mentalidad distinta sobre la resolución de los conflictos. Los conflictos siempre se van a dar. Pero, ¿cómo los resolvemos? ¿Con la violencia? ¿O buscando el diálogo?

::: ¿Cómo se inició en la prevención de la violencia?

Empecé a trabajar el tema de la violencia hacia las mujeres. Cuando llegamos a los barrios nos dimos cuenta que había un conflicto tremendo de pandillas en el año 97 y que habían muchos jóvenes que estaban drogándose y muriendo en los enfrentamientos de pandillas. Decidimos reorientar nuestro proyecto para uno más integral de prevención de violencia.

::: ¿Y desde entonces qué ha aprendido de la violencia?

Existe mucha capacidad destructiva de los seres humanos, pero existe mucha más entereza humana, mucha más dignidad humana, mucha más valentía humana. Si ponemos en una balanza el lado bueno y el lado malo de una persona, pesa mucho más el lado bueno. Soy optimista porque he visto el cambio de muchos jóvenes, que han cometido delitos, intentos de suicidios. Son jóvenes que han tenido una crianza violenta en sus hogares y especialmente el abandono paterno, que es un problema nacional y regional.

::: ¿Cómo está esta situación?

El abandono paterno es un fenómeno que poco se ha analizado como un factor muy relacionado con la violencia juvenil, en el mundo. El asesino de Noruega había sido abandonado por su padre. Todo ese enojo, ese conflicto del joven consigo mismo se termina sacando después contra otros.

::: ¿Qué tan grave es el abandono paterno?

Usted va a las cárceles y se va a encontrar con historias parecidas: Maltrato paterno, violencia paterna y abandono paterno, por supuesto que a veces materno también. Pero la figura del padre es muy importante y por eso estamos construyendo una masculinidad y una paternidad distinta.

::: ¿Y el hombre nicaragüense cómo es?

Como el hombre latinoamericano, se ha formado con tres ideas básicamente. Uno, que si es hombre, tiene que actuar violentamente. Dos, que si es hombre, debe de tener promiscuidad sexual, es decir, tiene que tener muchas mujeres y entre más mujeres tenga y más hijos les tengan es más hombre. No se ve como padre sino como preñador y conquistador.

::: ¿Cómo es como padre entonces?

No dimensiona correctamente, ve a los hijos como una prueba más de su masculinidad, no hay una relación amorosa padre-hijo, yo te doy dinero y luego cuando esté viejo vos me mantenés a mí.

::: ¿Y la tercera idea?

Si no tengo reales, o no tengo éxito económico, no soy hombre. Y si no tengo reales por la vía del trabajo, me siento en crisis por mi masculinidad, busco el crimen o busco el delito como una manera de restituir poder.

::: ¿Y la mujer?

La mujer se suma a las creencias machistas y patriarcales, porque las mujeres formamos esas mentalidades en nuestros hijos. Formamos que el niño no haga nada, que la hermanita lo atienda. Si al niño le pegan en el colegio, le decimos que le vaya a pegar al otro. Mujeres y hombres reproducimos la cultura machista y ambos la sufrimos.

::: ¿Dónde hay más violencia, en el hogar o en la calle?

Son dos tipos de violencia que se complementan entre sí. En los hogares la violencia es enmascarada, tapada por los secretos de familia, sobre todo en los abusos sexuales. Los niños son vulnerables y no tienen cómo ir a poner una denuncia, y si ya la pueden poner, también se sienten culpables porque hay una mentalidad de que los hijos tienen que honrar a los padres, pero los padres no tenemos que honrar a los hijos, entonces les metemos tres fajazos y un garrotazo. Y luego queremos que sean bien portados.

::: ¿Usted alguna vez ha gritado o roto cosas en su hogar?

Lamentablemente, cuando yo crié a mis hijos y ellos eran pequeños, yo gritaba, pero porque fui criada con gritos. Y si yo hubiera aprendido a los 22 años, que fui madre, claro, tampoco fui una madre tan gritona, pero yo recuerdo y eso lastimaba a mis hijos. Si yo hubiera tenido la formación que yo adquirí pasado los 40, otro gallo hubiera cantado. Yo no fui violenta, pero cometí mis errores. Por eso estoy dedicada a este trabajo, porque los niños merecen una crianza diferente.

::: ¿Quiere decir que muchos cometemos violencia por ignorancia?

Sí. Por dos razones, porque creemos que es la manera correcta de criar a nuestros hijos, porque creemos que si no somos violentos se nos van a desviar, porque nos desesperamos y no encontramos otra manera de criar, porque es la única que aprendimos. Con unos materiales didácticos nosotros estamos tratando de dar otras alternativas para criar a los hijos sin violencia. Obviamente hay que poner límites.

::: Hay algunos padres que piensan que la faja es la única alternativa.

No algunos, muchísimos. Es impresionante la cantidad de niños y niñas que sufren violencia, no solo en el campo, en todas partes.

::: ¿En la casa del pobre y en la casa del rico?

Cuidado más oculto en la casa del rico, porque en la casa del rico se cuida más la imagen pública. En la casa del pobre el estrés económico, la misma pobreza empuja el desahogo violento.

::: ¿La pobreza influye mucho entonces?

La violencia no es por ser pobres, la violencia es porque tenemos una cultura que nos educa para la violencia como forma de comportamiento normal, para ver al otro o a la otra como una amenaza, y para no pensar en el interés del otro y de la otra sino en el mío, que es la raíz de la violencia.

::: ¿Usted habla del diálogo con las maras como una solución?

Está siendo una solución, El Salvador lo demuestra con la disminución de la tasa de homicidios, antes era de 15 muertos por día, hoy son cinco. Ese ejemplo lo tienen que seguir Guatemala y Honduras urgentemente. Pedimos que las Naciones Unidas y la OEA intervengan en este proceso y que promuevan el diálogo en Guatemala y Honduras, que no solo se dé en El Salvador. La seguridad nos conviene a todos. El problema es que la inseguridad se ha convertido en un negocio y hay personas que no tienen interés en que haya más seguridad.

::: ¿Cómo así?

Todos los negocios que tienen que ver con las armas, con los pertrechos, con las vallas de seguridad, los policías privados, es una enorme maquinaria. ¿Cuánta gente se ha enriquecido con la inseguridad?

::: En Nicaragua se insiste en que no hay maras.

Podrá haber uno que otro joven pero no existen como una organización, como en El Salvador, Honduras, por varias razones, y una de ellas es porque aquí se hizo prevención a tiempo. Y la otra razón es porque en Nicaragua el narcotráfico entró más tarde por la guerra, casi una década después que a Honduras, El Salvador.

::: ¿Y cómo ve a la juventud nicaragüense?

Creo que debe tener más espacio. Más espacio político, de decisiones. La educación en general también está viviendo una crisis. Los niños y niñas son seres ignorados.

::: ¿Los jóvenes tienen voz en este país?

Muy poca voz para la que deberían de tener. Deben de tener más espacio para fomentar su liderazgo.

::: ¿Hay violencia en la política nicaragüense?

Desde el momento que se considera que aquí el único que tiene la verdad soy yo, hay violencia, o se sientan por lo menos las bases para la violencia. Tenemos que realmente respetar la opinión distinta a la nuestra. Ningún partido es dueño de la verdad. El principal problema de la política es el machismo.

::: Ha habido inconformidades con el Código de la Niñez.

Creo que las nuevas leyes en relación a la familia pueden mejorar el Código de la Niñez. Pero muchas veces las leyes no se aplican por falta de recursos por un lado, pero más que todo porque no estamos convencidos de que la esencia de esa ley, aunque digamos sí a esa modernidad expresada en las leyes, nuestra mentalidad es retrógrada. En el caso de un abuso sexual absolvemos al abusador, porque seguimos creyendo que la persona tiene derecho a abusar de sus hijos.

::: ¿Cómo se puede resolver la violencia entonces?

Lo más urgente es no desaprovechar la oportunidad maravillosa que se abrió en El Salvador, de transitar así como se transitó en Esquipulas y Contadora en la paz por la vía del diálogo, ahora el diálogo tiene que ser el camino de salida a la guerra social que se está viviendo en toda la región, porque la guerra de las maras es una guerra social, es la criminalización de la pobreza, eso se tiene que terminar.

::: ¿De quién es la responsabilidad de combatir la violencia?

De todos. Tenemos que empezar con nosotros mismos. De qué me sirve hablar de lucha contra la violencia y en la casa le doy una patada a mi perro.

La Prensa, Managua, 12-08-2012

http://www.laprensa.com.ni/2012/08/12/seccion-domingo/112123--hombre-latino-se-ve

 

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* Especialista en prevención de la violencia.

 

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