Buscan impedir que los industriales peruanos consuman nuestro gas para exportarlo


MINEM orienta los precios  para que a fines del próximo año el mismo gas en boca de pozo al industrial peruano el millón de BTU se le venderá a US$ 2.50, a la empresa eléctrica peruana a US$1.30, pero se exportaría a US$ 0.30 ó US$ 0.20


Sobre el importante asunto del gas peruano, Con Nuestro Perú entrevistó al Decano del Colegio de Ingenieros, Carlos Herrera Descalzi, quien explica preocupantes detalles y nos ilustra sobre la necesidad de un urgente cambio de rumbo en la conducción de las políticas del gas. Descalzi identifica al personal del Ministerio de Energía y Minas (MINEM) como el causante de serias distorsiones pues defienden los intereses de las empresas exportadoras oponiéndose al desarrollo nacional


—¿Qué tiempo después de la llegada del gas de Camisea se notó su insuficiencia para abastecer a la población de Lima?

—Desde el año 2004, porque este tipo de crecimientos del consumo es exponencial, se duplica cada cierto número de años. Para el caso de un sistema que recién está apareciendo el periodo de duplicación es corto, a diferencia de un sistema maduro, cuya duplicación se puede dar cada cinco o siete años. A esto se sumó otro efecto internacional, que fue la elevación notable de los precios del petróleo. En el año 2004 llegaba Camisea al gran centro de consumo del Perú que es Lima, una fuente de energía que tenía varias opciones: la industria, la generación eléctrica y el transporte.

Si uno hacía proyecciones a largo plazo se daba cuenta que esas reservas difícilmente alcanzaban al año 2030. En los cálculos realizados entre el 2004 y el 2006 la perspectiva arrojaba sólo algo más del 2020 o del 2022.

Cuando los precios internacionales aumentaron mucho más y la economía del Perú creció muy rápidamente (lo cual conlleva un mayor consumo de energía) nos conducen a esta situación presente, pero resulta difícil creer que de un total 11 ó 14 terapies cúbicos, cuando apenas se ha consumido 0.3 cúbicos en el mercado interno, y cuando hay compromisos para 20 años en el mercado interno, ya no se pueda satisfacer a este mercado interno. Entonces la situación actual es la suma de varios factores: no sólo reservas, sino capacidad de transporte, capacidad instalada de procesamiento, capacidad de producción de los campos. Solamente en el largo plazo es un factor de reserva.

—¿Se subestimó el crecimiento de la demanda o el déficit de atención es calculado para reservar gas para la exportación?
“...los únicos tontos que exportan gas en el continente somos nosotros, todos los demás países lo destinan a su consumo interno. En otros países como Uruguay, Argentina, Chile y Brasil hay plantas regasificadoras, pero nosotros tenemos plantas exportadoras.”


—En realidad, el proyecto partió con una celeridad en el aspecto de las reservas, porque la cuestión legal se preparó antes de que se ponga en concurso el proyecto y se estableció que sólo se podía exportar excedentes. Se entendía por excedente lo que quedase después de satisfacer un consumo interno de 20 años; y cada año se hacía el cálculo de las necesidades para los 20 años y era exportable sólo el sobrante después de esa necesidad.

El problema surge con el apetito por la exportación, alguien se da cuenta que el Perú tiene un gas barato, que a la Shell le costó 400 ó 500 millones encontrarlo. La Shell se retira cuando los precios internacionales del petróleo bajaron muchísimo, en 1998 el barril de petróleo costaba menos de 10 dólares, por eso las reservas de Camisea entonces no valían mucho.

La gente que después viene y ve que están dando a los peruanos gas a precio regalado comienza la historia de que hay un montón de reservas, pero eso no es serio, porque nadie se puede comprometer a una actividad económica por corazonadas de profetas, sino con reservas probadas.

La gente que está tras la exportación tiene la impresión de que hay enormes reservas de gas, y le dijo al gobierno actual —y al anterior— que para conseguir mercado se debe exportar el gas y habría siempre demanda, nuevos capitales para buscar más gas, pero el mercado interno por 20 años debería estar asegurado.

—Hasta un tiempo se mencionó que no había una auditoría externa independiente que constate las reservas, ¿en qué situación se encuentra este asunto ahora?


—La hubo cuando se concursó, y hubo otra previa, pero no hay una actual. Me temo que el gobierno, o quienes manejan esto, no quieren hacer una auditoría porque no arrojará cifras mayores, sino menores. Se pueden encontrar que manejan una cifra de 11, pero podría ser que sea 9. Por eso prefieren tomar lo que dicen las empresas. Pero cada vez que se pronuncia el Colegio de Ingenieros sobre las reservas aparecen las empresas y de la nada aparecen las reservas. Lo cierto es que no puede haber más reservas sin más perforaciones.

—¿Qué tiempo después de la llegada del gas a Lima se puso de manifiesto la insuficiencia de la existente infraestructura de tubos y bombas que transporta el gas de Camisea?

—Eso se sabía desde el inicio, porque había contratos por 40 años que se hicieron para una capacidad de ductos acorde a la capacidad de reserva. Se abastecería una demanda de 30 años. La construcción de los ductos era escalonada, conforme crecía la demanda se ampliaba, pero eso no ha crecido, no hay capacidad de ducto, es un descuido de este gobierno, tenían que haberse dado cuenta que el sistema no iba a resistir. Es algo muy sencillo y elemental: todos los meses alguien lleva las estadísticas de consumo y se proyecta para obtener cálculos para el siguiente año o los tres años siguientes y tenían que haberse dado cuenta que la capacidad no era la adecuada. Cuando hice el ejercicio el año pasado y me di cuenta que no alcanzaba yo lo manifesté.

—¿Cuál será la situación dentro de poco con esta perjudicial política exportadora?

—Nos faltará gas, pero no deberíamos importarlo de Bolivia, pues nos crearía una dependencia. Lo único que quedaría es traer gas de ultramar. Pero nos damos cuenta que los únicos tontos que exportan gas en el continente somos nosotros, todos los demás países lo destinan a su consumo interno. En otros países como Uruguay, Argentina, Chile y Brasil hay plantas regasificadoras, pero nosotros tenemos plantas exportadoras.

—¿Le parece viable lo realizado por la presidenta argentina Cristina Kirchner, que para asegurar el consumo interno restringió la exportación?

—Claro, me parece un asunto sencillo: si revisamos la Ley 271333 y los contratos, dice claramente que la prioridad la tiene el mercado interno, lo cual es suficiente para aplicarlo. No debería ser un problema del consumidor, el Estado debe decir a Plus Petrol: “El gas es mío, entregue el gas a los consumidores internos en aplicación de la ley local”. Y si las empresas dicen que no pueden dar a la planta de exportación, entonces: “¡Qué pena!”, pues son ellos mismos los que decían que hay grandes reservas para 40 años. Todo es cuestión de voluntad política.

—¿Cuál es la situación del gas que se encontró en el norte y se decidió exportarlo a Ecuador?

—Eso fue en el litoral norte, pero son cantidades muy pequeñas, están lejos de ser grandes reservas, son 50 veces menos de lo que tiene Camisea.

—¿Qué puede decir de la problemática actual sobre el gas?

—Este es un tema crítico, que se tiene que resolver ahora, porque en los temas de energía las decisiones producen resultados por lo menos recién en los 2 ó 3 años siguientes.

De alguna forma admitieron que no habrá suficiente gas para el 2012 para la industria, nadie puede asegurar lo que sucederá el 2012 si no se conocen las reservas. Si trasladan el problema hasta el 2012 es como nos dijeran: “estás en problemas hasta el año 2012”, lo cual no debería ser.

Lo que deberían hacer es decir: “la exportación recién la podrán realizar el 2012 y retrasen sus proyectos de exportación, antes exploren para encontrar más reservas”.

—¿Se puede corregir esta distorsión, que usted señaló en La Primea, acerca del precio del gas peruano de exportación, que se vende a la quinta parte de lo que cuesta el gas importado?


—Es otro aspecto terrible. El personal que está en el ministerio de Energía y Minas, es el comprometido con estos problemas que nos llevan a esta serie de errores, que es lo que estamos viviendo en este momento y tiene como protagonistas con responsabilidades a las mismas personas que están en el ministerio. Se necesita es una visión y actitud distinta, se requiere de un grupo de personas que puedan vigilar los intereses del país. Los que hay ahora parecen empleados de la empresa exportadora, aunque es duro decirlo, pero es la impresión que me da.

Otro hecho notorio es que si en estos momentos se tuviera que exportar el gas entonces el contrato de exportación hace que oscile el precio de venta de gas para exportación (lo que se llama boca de pozo) y que sea el resultado de restar al precio internacional una rebaja sobre el precio internacional y del costo de llevarlo hasta allá.

Eso nos podría llevar, a fines del próximo año, al espectáculo de que el gas en boca de pozo el millón de BTU para el industrial peruano se le venda a US$ 2.50, a la empresa eléctrica peruana a US$ 1.30 y el mismo gas se exportaría a US$ 0.30 ó US$ 0.20.

Se va a sentir en el país cuando se den cuenta en esos momentos que falta la energía eléctrica y se encarece, y usamos diesel, porque no tenemos gas porque estamos exportando el gas por nada. Creo que el tema es bastante serio y puede traer problemas grandes.