Balada de la bicicleta

parque

En el parque

Por Ángel Pasos

Estamos en un parque. Son las seis de la tarde. Aunque es invierno, hace un tiempo primaveral.

Me encantan estos días; el aire es limpio y fresco, y los colores del cielo y de la tierra poseen la intensidad de las cosas que nacen a la vida. Mi bicicleta duerme y yo llevo muchas horas haciendo nada. Veo pasar el mundo frente a mí. Sin darme apenas cuenta, me he convertido en un objeto más de este lugar, como el banco de piedra en el que estoy sentado.


Una mujer pasa a mi lado: corre muy deprisa, con el rostro crispado, jadea, —diríase que huye del paso del tiempo o del pasado—. Un anciano se acerca: camina despacio, con mucho cuidado. Arrastra los pies y sus ojos miran fijamente al suelo, como si estuviera aprendiendo a descifrar el misterio de esa tierra a la que un día, no muy lejano, regresará.

Un músico toca el acordeón bajo una estatua. Junto a la fuente, un poco más allá, la señora que echa las cartas tiene la cara y las manos hinchadas, curtidas por el frío y la intemperie. Apoyado en la barandilla del lago, un “camello” hace señas a un chaval que se acerca. Sus manos se tocan un instante.

El que vende barquillos y el loco sonríen y miran al cielo. El suicida medita y comprende que nunca se habrá de matar. Sentado entre flores un poco marchitas, un chaval solitario espera el milagro de un beso que le haga vibrar.

Mujeres, ancianos y niños… padres de familia. Vagabundos que un día perdieron el rumbo. El murmullo del agua y de la brisa, de las carpas del lago que con sus ojos parecen mirar al vacío. El silencio y el ruido, las voces… el mundo. Mi mundo. Mis sentidos se impregnan de él.

Pasa el tiempo. Se está poniendo el sol. Siento que la rueda de la vida ha girado de un modo enloquecido un día más, y se me encoge el corazón. Una embriagadora sensación de contemplar la rapidez con la que cambia todo, mientras mi alma permanece perdida en un tiempo sin tiempo que sabe a eternidad.

Miro a mi bicicleta: “Querida amiga, tenemos que ir un poco más allá. Una vida comienza a cada paso. Una vida maravillosa. Caótica y terrible a veces, pero siempre una vida fascinante. La vida es un misterio que debe ser vivido con toda intensidad. Amiga bicicleta, ¿entiendes? Hay tanta esperanza en este instante”.