Por Rubén Heras
El equipo 'millonario' se lleva la final contra Boca en la prórroga (3-1)
Llegó la cuarta de River. Y llegó en la prórroga. En el Bernabéu, en Madrid, en una final histórica y atípica que convirtió a la capital española en toda una fiesta del fútbol argentino. Con un ambiente espectacular en sus gradas, el estadio madridista fue testigo del triunfo de los del 'muñeco' Gallardo en una final de Libertadores con más tensión que fútbol y que se decidió en la segunda parte de la prórroga con un golazo de Juan Fernando Quintero y un postrero tanto de Gonzalo Martínez.
Hijos ambos de una nación que vive con pasión desmedida el fútbol, River y Boca echaron el resto en el verde y se dejaron el corazón por lograr un título que dejaría al perdedor marcado para siempre en la enconada rivalidad entre 'millonarios' y 'xeneizes'. El corazón y la pasión, por tanto, dejaron en un segundo plano al fútbol.
Si durante las últimas semanas la final de la Libertadores fue un debate continuo sobre la violencia en el fútbol y la sociedad argentina, sobre la necesidad de que el partido se disputase en Madrid o sobre si las 'barras bravas' más radicales llegarían a Europa, desde las 20:30 horas de este domingo, con ambas aficiones copando las gradas del Bernabéu tras una tarde de comportamiento festivo y ejemplar, el fútbol tomaba la palabra. Aunque, ya les decimos, la pasión trabó el 'SuperClásico' más grande de la historia.
Como en la ida, no fue un partido lindo pero sí tenso y disputado. Arrancó mejor Boca, algo más ligero que su rival y rondando el arco de Armani, que recibió el primer susto de las botas de su compañero Pínola, que a punto estuvo de mandar el balón a sus redes tras un despeje erróneo. Sí fue buscado el posterior remate del bostero Pérez, la primera gran ocasión de Boca. El capitán 'xeneize' la volvería a tener minutos después tras una falta bortada por Benedetto.
RTVE, 09.12.2018