Por Freddy Salazar

El miércoles 12 fue un día agitado en el Callao. Decenas de obreros de la empresa Cogorno se movilizaron por las calles del primer puerto del país en protesta por los ceses colectivos declarados por la empresa desde el mes de septiembre del año pasado, y que ha dejado en la calle a 40 trabajadores.

Cogorno es un gran emporio empresarial próximo a cumplir 100 años, cuenta con plantas y fábricas en todo el país, negocios diversificados y patrimonio por centenas de millones pertenecientes a la familia del mismo nombre. Frente al mismo puerto del Callao se divisa una torre enorme de la fábrica de harina, que se erige como símbolo de su poder económico. Por supuesto, toda esta riqueza es producto de 100 años de explotación de sus trabajadores, pues el trabajo es el único que crea riqueza. Pero como la angurria capitalista es incesante, a esos mismos que hasta ayer exprimió cuanto pudo, ahora despacha a la calle como material de desecho, en el marco de lo que la empresa denomina un plan de “reestructuración”, que no es otra cosa que un plan para desaparecer al sindicato y los beneficios que ganaron, y para sustituirlos por mano de obra más barata y sin derechos. Entre los despedidos se encuentran los principales dirigentes de los dos sindicatos que hay en la empresa y trabajadores de plantas en plena producción y faltantes de mano de obra. Esta es la esencia de los ceses colectivos y la infinidad de ajustes que aplican los empresarios por todos lados, y es el fin del mismo DS 345 de Vizcarra, precisamente llamado de “competitividad y productividad”. 

Toda esta situación ha colmado la paciencia de la base que del temor ha pasado a la indignación total y disposición a luchar. Este impulso ha llevado a unir la fuerza de todos los trabajadores en torno a un frente común de los dos sindicatos: el Sindicato Nacional y el Sindicato Peruano. Ambos realizaron una asamblea conjunta el pasado 2 de junio donde conformaron un Comité de Lucha para poner en marcha un plan de movilizaciones en defensa de sus derechos. Simbolizando esta unidad, Rony Mendoza y Percy Cárdenas, los líderes de ambos sindicatos, se estrecharon la mano.

La primera solicitud de cese colectivo fracasó en febrero con sendas resoluciones del Ministerio de Trabajo, que resultaron favorables a los trabajadores precisamente por ser inconsistentes. No obstante, y sin verse obligado a cumplir con dicha resolución, la empresa presentó otra solicitud de cese el mes de marzo, comprendiendo a más trabajadores, con lo que su situación se agrava aún más. Como si esto fuera poco, los voceros de la empresa han declarado que persistirán con presentar una tercera y una cuarta solicitud, hasta cumplir su propósito de dejar definitivamente en la calle a los  despedidos.

Al mismo tiempo, revelando la verdadera intención de los despidos, al interior de la fábrica se ha endurecido la carga de trabajo duplicando y triplicando las funciones de los obreros y acelerando los ritmos de trabajo, colocando a estos en una situación límite que atenta contra su salud.

La primera acción fue la que se llevó a cabo el miércoles 12. A la concentración concurrieron delegaciones de varios sindicatos portando sus banderolas, entre los que destacaron el Sindicato Molitalia con su dirigente Ernesto Benito a la cabeza, el Sindicato de Celima con su secretario general Jack Reyes al frente, el SITOB con Wilfredo Llanos, el combativo SITOBUR con Raúl Oviedo y dirigentes del Sindicato de la Clínica San Juan de Dios. Se hizo presente también Máximo Gutiérrez y una delegación de su sindicato Hialpesa, que viene luchando también contra el cese colectivo de 190 trabajadores.

La protesta se inició con una primera concentración en las oficinas de la empresa, luego se desplazó al frontis de la fábrica y de ahí se marchó varias cuadras, hasta el lugar donde se ubica la residencia de la familia Cogorno. Fue un acto donde no solo los obreros de Cogorno expresaron su repudio a los despidos y abusos de la empresa, de la que los mismos dirigentes como Rony Mendoza son un ejemplo por su apoyo con todas las luchas obreras, sea el lugar en que se lleve a cabo.

Así, la tranquilidad del Puerto, donde no son usuales estas manifestaciones, se vio interrumpida por los gritos y chicharras de los manifestantes portando numerosas banderolas. Al final todos, pese al cansancio y muchos a la distancia que debían desplazarse, se despidieron con visible satisfacción por la tarea cumplida y más estimulados para continuar en esta pelea. Y lo dijeron en sus consignas: “¡Nos vamos, pero regresamos!”, hasta derrotar los ceses colectivos.

Redacción de Red Obrera