En todo el país hay muchos lugares a donde no llegan policías, militares ni serenos de las municipalidades donde casi a diario muchos extranjeros, en especial venezolanos, se zurran en el estado de emergencia y se agrupan para libar licor y hacer desorden u organizando reuniones de delincuentes, propiciando el contagio del coronavirus COVID-19 en medio de las horas de inamovilidad.
Otros extranjeros aprovechan de las horas en que está permitido salir, pero sólo para adquirir alimentos, medicinas, ir a bancos o realizar trabajo autorizado, para lanzarse a actividades informales y hasta a acosar a la gente aproximándose con caramelos que quieren vender o la limosna que exigen, para más tarde embriagarse, con el agravante de que parte de ellos agreden a los trabajadores municipales, que varias veces han resultado con heridas y hasta quemaduras de consideración.
También recurren a la modalidad del acoso para “desinfectar”, y provistos de fumigadora rodean a los autos con no se sabe qué líquidos, pues no son desinfectadores autorizados, lo cual constituye además un riesgo de delito, pues podrían rociar con sustancias dopantes a sus víctimas para asaltarlas, que ya están usando para dormir a familias en sus viviendas y robar.
Estos actos de traición al país que los cobijó son perpetrados en especial en zonas de pobreza de Lima y de ciudades cálidas del norte, donde precisamente se sufre un aumento de contagios de coronavirus al cual estos desadaptados contribuyen.
En ninguno de estos casos vemos que el ministerio del Interior informe que expulsa del Perú a estos indeseables, pese a que el gobierno venezolano envía aviones para llevar de regreso a sus connacionales.
En otros países los extranjeros que perpetran actos como estos son expulsados, y no sólo en Europa o Estados Unidos, sino en Sudamérica
La pandemia del coronavirus está cobrando vidas de miles de peruanos y causando estragos en la salud de decenas de miles de compatriotas, sin contar el grave daño a la economía. El ministro del Interior debería dar explicaciones a la ciudadanía de su imposibilidad de expulsar a esta lacra.
