Indígenas cuestionan al Gobierno por conflicto en Cajamarca

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¿Ollanta Humala Tasso, otro más de las mafias transnacionales?

Ollanta Humala Tasso, tras ganar las elecciones presidenciales con el voto indígena, se quitó la careta de lobo disfrazado de cordero, para esgrimir sus colmillos feroces y para ahogar en sangre, a los pueblos indígenas de Ñaupac Pirwa y comunidades asentadas en C’ajamarca (Pueblo que brilla), por el simple hecho de oponerse a la destrucción de las cuatro hermosas lagunas sagradas, esculpidas prodigiosamente, durante más de 50 000 años del último Periodo Glaciar, llamada Chuq’ila o wisconsiniana.

 

Los espíritus sagrados: Pachamama y Pachatata, Cunga Qucha, etc., han sido  profanados por los miserables q’ala kungas, desde hace más de 500 años.

La aniquilación ciega de las cuatro lagunas sagradas, entre ellas, Cunga Qucha, la pérdida del equilibrio hidrogeológico logrado en varios milenios, solamente para saciar la voracidad incontenible de la Minera Yanacocha, subsidiaria de la Megamafia Newmont Mining Corporation y de sus lacayos de turno, gubernamentales, ocasionará a los comuneros cajachos y al Perú entero el mayor trauma síquico y ecológico, con el pago consiguiente de la falaz deuda externa, muy superior a la deuda pagada por el dignatario Inca Atawallpa.

Los invasores del magnánimo Tawantinsuyu trajeron la espada y el arcabuz, para destruir el poder comunero, y la cruz y la biblia para drogar el espíritu del indio. Intentaron destruir la sociedad ecológica abya-yalana (americana), mediante la guerra sicológica  y la guerra de las armas, inherentes a las sociedades belicógenas moriscas.

Francisco Pizarro exaccionó al Inca Atawallpa, en Cajamarca, la primera deuda externa falaz, consistente en oro y plata, por un valor de seiscientos cuarenta y dos mil millones de dólares. Actualmente, la transnacional Minera Yanacocha se apresta extender sus tentáculos, con la complicidad del régimen, para exaccionarnos, al más puro estilo gansteril del cuarto de rescate, pero decuplicándola.

Las sucesivas deudas externas también falaces fueron exaccionadas a los indígenas, durante la época del esclavismo genocidiario (Virreinato) y en la época del neoesclavismo genocidiario (República).

Durante la República, los mineros indígenas fueron esclavizados de por vida, hasta cumplir los cuarenta años de existencia y fallecimiento prematuro con silicosis. Las mujeres esclavas, fueron explotadas como pallaqueras, en la superficie de los socavones mineros.

Las minas de Cerro de Pasco fueron explotadas en el siglo pasado, por los yanquis por más de cien años. Para los efectos, construyeron el Canal de Panamá previo cercenamiento alevoso del territorio colombiano, la construcción de una flota mercante, la construcción del ferrocarril Callao-La Oroya.

Las minas de Cerro de Pasco, testigos del neoesclavismo genocidiario, impulsaron enormemente el desarrollo socio-económico, industrial, tecnológico y cultural de los EE. UU.; pero para el 90% de la población peruana significó el retroceso socioeconómico y el pago de la falaz y eterna deuda externa, que en pleno siglo XXI está en vigencia.

En el siglo pasado, las mafias transnacionales facilitaron el cercenamiento de los territorios indígenas. Por consiguiente, las mafias petroleras Shell Inc. e  I.P.C. se disputaban la posesión de las reservas petroleras de la selva y provocaron la guerra entre Perú y Ecuador, hasta el extremo de ceder  en 1942 a Ecuador, durante el gobierno de Manuel Prado, con el visto bueno del traidor Eloy G. Ureta, más de seis provincias peruanas a favor de la Shell proecuatoriana.

Durante la década del noventa pasada, ante el avance de Sendero-MRTA, los EE. UU. optaron directamente por intervenir militarmente en el Perú, encaramando al poder dictatorial al fascista Alberto Fujimori y designando como asesores a Hernando de Soto y Vladimiro Montesinos.

Entonces en la década de 1990, Alberto Fujimori, en reconocimiento a su amo protector yanqui, abrió las puertas a las megamafias transnacionales, entre ellas, la Minera Yanacocha, para saquear impunemente el oro. Para los efectos, la Minera Yanacocha creó un miniestado privado, con la infraestructura de seguridad, soplonaje, con protección de paramilitares, servicio secreto de inteligencia y contrainteligencia, prensa mercenaria, ronderos mercenarios, profesionales de alto nivel con sueldos que oscilan entre 200 a 500 dólares diarios.

Las mafias transnacionales jamás revelan las cifras reales de las reservas probadas de los recursos mineros, petroleros y gasíferos ni tributan legalmente ante el Estado Criollo Privado. En el siglo pasado, esta situación ocasionó la nacionalización de los recursos naturales. La transnacional Anaconda Mining Company, concesionaria de las minas Chuquicamata en Chile y Cerro Verde en el Perú, mintieron declarando la tercera parte de sus reservas probadas, para pagar solamente la tercera parte de la tributación. Estos casos condujeron a la nacionalización inmediata con éxito de la mina de cobre Chuquicamata en Chile y la estatización de la minas Cerro Verde, Cerro de Pasco y Marcona Mining  en el Perú.

El robo perpetrado por las mafias transnacionales se traduce como la Deuda Externa Falaz, pagada por todos los peruanos.  

Ollanta Humala Tasso está desconociendo la proclamación solemne de la ONU, realizada el 13 de setiembre del 2007, sobre la Emancipación de los Pueblos Indígenas.  Nueve artículos consagran el derecho indígena a la voz, al voto y al veto; es decir, la consulta previa. Nosotros, sin la intervención de las megamafias perversas, estamos capacitados para explotar nuestros recursos; también estamos capacitados para el verdadero desarrollo tecnológico y científico del Perú. Para los efectos, requerimos la creación de dos mil carreras pluriversitarias. Actualmente, como producto de la extrema pobreza universitaria, apenas contamos con cincuenta carreras marginales. Las minas cajachas y otras deben ser estatizadas.

Actualmente, los congresistas nacionalistas  y otros de la misma laya claman transar con la mafia de la Minera Yanacocha con el manido cuento de mejorar los estudios medioambientales, los cuales son las conocidas trampas mortales para apropiarse de las minas de oro, plata y uranio.

El pueblo chileno explota directamente la mina de cobre más grande de Sudamérica, Chuquicamata, desde hace más de cuarenta años, de manera soberana, y paga puntualmente al estado el canon minero, incluido el 10% para las FF. AA. de Chile. Dicha mina es emblemática, por representar medio sueldo de Chile. Nosotros debemos seguir el ejemplo del país vecino.


                                              Abya-Yala (Tierra que florece), 24 de noviembre de 2011

 

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