¿Quién dice la verdad sobre los transgénicos?
Por David Sanz

¿Quién se beneficia de los transgénicos?

Apenas el 0,06% de los campos europeos se cultivan con transgénicos. Esto supone un descenso del 23% desde 2008, es decir, en tan sólo tres años. Siete Estados miembro de la Unión Europea prohíben el cultivo del maíz transgénico de Monsanto por las cada vez mayores evidencias de sus impactos ambientales y socioeconómicos, así como sobre sus incertidumbres en la salud.

 

Tres países han prohibido el cultivo de la patata transgénica de la empresa Basf por precauciones sanitarias inmediatamente después de ser aprobado su cultivo en la primavera de 2010 y cinco Estados miembro han llevado a la Comisión Europea ante los tribunales por su autorización. ¿Por qué la Unión Europea no tiene una política clara y, sobre todo, unificada sobre el tema?

Algo huele a podrido en Dinamarca.

La oposición de los europeos a los alimentos y cultivos transgénicos se ha incrementado hasta el 61%. Y subiendo. Los cultivos transgénicos no tienen ningún futuro en Europa. Ya se han demostrado su impacto negativo en el medio ambiente, en la sociedad y en la economía, mientras que aún no está demostrado que sean inocuos para el ser humano. No es extraño, pues, que tengan una fuerte oposición social. Sin embargo, muchos gobiernos los permiten. La pregunta es: ¿por qué?

Amigos de la Tierra Internacional ha elaborado el informe “¿Quién se beneficia de los cultivos transgénicos. Una industria fundada en mitos”, donde se pone de manifiesto que, incluso los países que más han apostado por los cultivos transgénicos en América Latina, se han visto obligados a tomar medidas para mitigar sus impactos negativos sobre la agricultura, la ciudadanía y el medio ambiente.

Algunos casos: el Gobierno brasileño ha lanzado un programa de soja libre de transgénicos para facilitar a los agricultores el acceso a semillas de soja no modificadas genéticamente; en Argentina, nuevas evidencias científicas muestran los graves impactos sobre la salud del herbicida Glifosato, utilizado en la inmensa mayoría de los cultivos transgénicos de todo el mundo, lo que ha conducido a la prohibición de la fumigación cerca de los núcleos de población; mientras que en Uruguay, cada vez son más las administraciones locales que se declaran libres de transgénicos. Los agricultores y la sociedad latinoamericana sufren las consecuencias de diez años de cultivos transgénicos con graves daños sanitarios y costes económicos.

Este informe muestra el camino de los transgénicos en el futuro próximo:

- En primer lugar, que se está preparando una nueva generación de cultivos transgénicos diseñados para promover el uso de peligrosos pesticidas como Dicamba y el 2-4 D. Estos nuevos transgénicos pronto saldrán el mercado en Estados Unidos.

- La industria de los transgénicos, con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos, y ante el fracaso en Europa y Latinoamérica, buscan nuevos mercados en África.

La Fundación Gates, que invierte miles de millones de dólares en proyectos agrícolas en África, ha comprado acciones de Monsanto, manifestando su interés directo en maximizar los beneficios de la industria de los transgénicos y no en proteger los intereses del pequeño campesinado africano.