Chilenos: lo feo de la parada militar

Para mala sorpresa de los peruanos, en la parada militar de este 29 de julio de 2011 desfilaron chilenos, suponemos que por una falta de coordinación, que impidió que oportunamente  se seleccionara qué países podían estar presentes. Podría ser una mala sorpresa que dejó Alan García a Ollanta Humala.

Envalentonados por el monumento al ladrón y terrorista chileno Arturo Prat que marinos peruanos sirvientes de Chile han puesto en el patio de honor de la Escuela Naval del Perú, los jefes de la fuerza armada chilena, que se jacta de una tradición delincuencial, ladrona, asesina y violadora del derecho internacional, aprovecharon que representantes de Unasur iban a desfilar y así mandaron sus indeseables esperpentos uniformados.

El mal ya está hecho, se permitió que desfilen los chilenos, pero esto no puede seguir así. El presidente Ollanta Humala debe sacar sus conclusiones: por permitir que siga en pie el mencionado monumento en la Escuela Naval, los chilenos se sienten con derecho de burlarse del Perú y recordarnos con la presencia de sus uniformados que ellos siguen usurpando Tarapacá y Arica.

Creemos que el señor Ollanta Humala no tiene ningún trato o entendimiento con el enemigo para respetar el monumento al delincuente chileno, pues la Escuela Naval del Perú no es territorio liberado donde impera la voluntad de Chile. ¿La Escuela Naval funciona con el dinero de Chile o de los sirvientes de Chile o con el dinero de todos los peruanos? Nosotros no mantenemos militares para que rindan homenaje a un despreciable delincuente chileno como Prat.

Al parecer, la conducta del presidente Humala, de ir a Chile y ofrecer el gas de todos los peruanos deja mal al Perú y hace que el enemigo chileno crea que tiene derechos en el Perú.

Un presidente peruano no debe hablar nada a favor o en contra de Chile, no puede ensuciarse ocupándose de rateros; lo razonable es preocuparse por el progreso del Perú e impedir en los hechos —sin necesidad de hablar nada— que el Perú sea destino de la exportación de capitales del enemigo chileno, porque junto con la dominación económica y sus capitales vienen los símbolos de la infamia chilena, como el monumento al inmundo ratero chileno Arturo Prat.