Pronunciamiento de militares: ¿Por qué esa perspectiva recortada?

A fines del pasado mes de junio de 2008 se publicó un pronunciamiento* —reproducido en Con nuestro Perú— de militares peruanos en retiro, que han sido ministros de Defensa, jefes del comando conjunto de la fuerza armada o comandantes generales de los institutos armados. En dicho documento, entre otras cosas, dan la voz de alerta sobre la peligrosa situación por la que atraviesa nuestra patria.


Los oficiales retirados tocan los siguientes puntos:

1) Mal equipamiento de la fuerza armada.
2) Proceso de reestructuración de la fuerza armada que afecta al Sistema de Defensa Nacional.
3) Salarios insuficientes del personal militar.
4) Fuero de Justicia Militar incomprendido y vulnerado.
5) Fragilidad del sistema de pensiones, esto es, la Caja de Pensiones Militar Policial (CPMP), que está en peligro de quebrar definitivamente.

Ponen estos temas en el centro de la atención pública, y, aun cuando alguno de los puntos expuestos podría originar análisis diferentes, se tendría que decir que prácticamente en todo tienen la razón. Es necesario que la opinión pública conozca estos asuntos y sume sus voces a las de los militares; hay, pues, un conjunto de puntos importantes que el gobierno no resuelve; pero debe hacerlo, porque la seguridad del Perú está en peligro.

Sin embargo, llama la atención que todo un grupo de profesionales de formación militar haya omitido aspectos importantes de la temática que concierne a la defensa nacional. Mencionamos algunos:

1) Venta del gas peruano a Chile. Siendo indiscutible que los hidrocarburos son un recurso estratégico de primer orden, parece increíble que en el pronunciamiento no dediquen ni una línea a la necesidad de reservar el gas para el desarrollo y seguridad estratégica del Perú, de manera exclusiva (o sea, no exportar a ningún país, menos al enemigo chileno).

2) Puertos y aeropuertos. Otro silencio estruendoso: a los señores firmantes del pronunciamiento no parece nada malo que empresas chilenas, capitales chilenos, tengan cada vez más presencia en el control de puertos y aeropuertos del Perú. Relacionado con esto, mencionamos que son empresas navieras chilenas las que predominan en el tráfico marítimo del litoral peruano; recordemos, además, que durante la guerra del Cenepa (1995), los chilenos, pese a ser uno de los países garantes, no sólo vendieron armas al Ecuador sino que los buques tanques que los chilenos adquirieron mediante el infame remate de la flota peruana —ejecutado por la corrupta dictadura fujimontesinista—, se negaron a transportar combustible para los peruanos.

3) Cielos peruanos. Para los militares firmantes del pronunciamiento no pasa nada con la presencia de la aerolínea chilena LAN, cuyos pilotos son militares chilenos, pese a que está probado que han realizado espionaje, y que la aviación civil peruana no gana nada volando hacia el Polo Sur, mientras que los chilenos aprovechan nuestros cielos y nuestros aeropuertos para espiar y llenarse de plata viajando a los EE. UU. y Europa.

Que los militares pidan más y mejor armamento es tan natural como que un pescador quiera un bote, redes, anzuelos, etc. Eso es lo básico. Pero ¿dónde está la apreciación geopolítica que debe tener todo oficial de alta graduación…? ¿No saben que el gas, los aeropuertos, los puertos y el espacio aéreo son recursos estratégicos? ¿Ignoran que nuestra posición geográfica en el continente es un recurso estratégico?

Para esclarecimiento de nuestros lectores, y ante los extraños silencios de los firmantes del pronunciamiento, señalamos aquí con toda claridad que lo mencionado en último término (nuestra ubicación geográfica) es un componente de altísimo valor en la apreciación de nuestras relaciones con Chile. Frente a la prensa mercenaria y políticos corruptos y traidores que hablan de paz y cooperación entre el Perú y Chile, al mismo tiempo que para asustar al pueblo peruano presentan la imagen de un Chile todopoderoso, sostenemos que sin disparar un tiro, el Perú puede poner en graves aprietos a Chile y llevarlo a la quiebra, con sólo abstenerse de venderle productos y excluir a barcos y aviones chilenos de usar el mar peruano y el espacio aéreo peruano. Pero no se trata de poner en aprietos al enemigo chileno sino de poner las cosas en su sitio: que se sepa quién tiene la sartén por el mango; Chile necesita del Perú, el Perú no necesita de Chile, basta de sometimientos.

Si esto es así con nuestra posición geográfica, nuestra ventaja se acrecienta por tener lo que ellos no tienen (gas, agua, etc.). Pero si en lugar de valorar lo que tenemos, si en lugar de hacer valer nuestras ventajas seguimos dando entrada al comercio con Chile y a los capitales y empresas de ese país, nuestra fuerza armada —bien o mal equipada— servirá nada más que para cuidar el orden de un país encaminado a ser colonia de su enemigo histórico. Todas las ventajas y prerrogativas que Chile tiene ahora en el Perú corresponden a un premeditado plan; y tendríamos que decir que sin disparar un solo tiro el enemigo chileno ha conseguido en el Perú lo que normalmente se obtiene tras una victoria militar. ¿No se dan cuenta de esto los firmantes del pronunciamiento, no quieren ver la realidad o existen razones oscuras que explican sus sospechosos silencios?

Por otro lado, los suscribientes del pronunciamiento saltan con garrocha por sobre los aspectos políticos de las relaciones entre países. Si reconocemos la validez del aforismo “La guerra es la continuación de la política por otros medios” llegamos a la inevitable conclusión de que en este aspecto vamos de perdedores frente a Chile, país delincuente. Es conocido que la influencia política que un país tiene en otro es proporcional a su poder económico y —en particular— al monto de las inversiones que tenga en el otro país. Por tanto, si las inversiones de Chile en el Perú se acercan a los 6 000 millones de dólares, está clarísimo que ejercen una poderosa influencia política en el Perú: tienen ya comprados a políticos y periodistas, lo cual explica la pasividad cómplice del poder ejecutivo y del Congreso en asuntos relacionados con Chile. Por supuesto que si se produce un conflicto armado entre Perú y Chile, esos cómplices prochilenos de la política local mediatizarán la toma de decisiones y lucharán a brazo partido para que Chile gane la guerra y nos quite más territorio. El caballo de Troya de las inversiones chilenas es una bestia nada inocente, excepto para los militares del pronunciamiento, quienes lo ven con el respeto que merece un noble animal.

Con todo, se debe reconocer que a título individual hay militares retirados que se expresan con mucha claridad sobre estos asuntos e identifican a Chile como enemigo del Perú y amenaza para nuestra seguridad. Pero fuese mucho mejor si hubiera una expresión corporativa sobre estos asuntos de interés nacional. Por ejemplo, más de un ingeniero conocedor del tema se ha manifestado en favor de reservar el gas peruano para el desarrollo del Perú, sin exportarlo a ningún país; y es muy bueno que poco después el Colegio de Ingenieros se haya pronunciado en el mismo sentido. Ya es tiempo de que las corporaciones o asociaciones de militares peruanos retirados hagan conocer sus puntos de vista verdaderamente patrióticos.
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Ver: Pronunciamiento a la opinión pública.