sala espera hospital rebagliatiNoticias, de entre miles, de la televisión y los periódicos.

Una mujer joven con dolores de parto llega a un hospital, y la ponen a esperar en la banca de un pasadizo. Cuando ella avisa a médicos y enfermeras que ya siente mucho dolor, estos renegando le responden que falta por lo menos una hora. A los cinco minutos da a luz en el suelo, al lado de la banca.

Una señora de edad avanzada va a un hospital de EsSalud, y cuando hace una pregunta al médico este responde en forma burlona y sarcástica “Señora, por la edad que tiene Ud. no debe preocuparse”, que en el contexto del diálogo significaba “Vieja, si te falta poco para morir, ¿de qué te preocupas?” Se produce un incidente porque la anciana mantiene su dignidad e insulta al médico, que es insolente y, sobre todo, franco (dijo lo que muchos de sus colegas murmuran entre dientes)

Una señora, asegurada, va a un hospital de EsSalud porque tiene dolores de cabeza, mareos y la cara enrojecida. En Emergencia le dan unas pastillas y le dicen que se vaya a su casa. Va, pero empeora; sus familiares llaman a un médico particular que rápidamente se da cuenta de que se trata de un derrame cerebral y recomienda que la lleven al hospital. La trasladan, en el hospital admiten que sí puede ser un derrame cerebral, pero se niegan a recibirla y a atenderla, dicen que no se responsabilizan de cualquier contagio que pueda sufrir. Regresa a su casa y muere.

Al viudo de la susodicha diagnostican insuficiencia renal crónica, y en 20 días aún no consigue su primera cita con el nefrólogo. Por la experiencia con la esposa y madre, los familiares ya están separando dinero para el entierro.

En un hospital del Callao un hombre va para que le amputen una pierna, obviamente, bien identificada por los médicos y en la historia clínica. Cuando van a operarlo, los parientes se dan cuenta de que van a cortarle la pierna sana; los médicos siguen adelante (“Ustedes no son médicos y no van a decirnos qué hacer”). Cortan la pierna sana y al final el paciente, que debía haber salido con una pierna, sale sin ninguna, en silla de ruedas. El caso pasa al poder judicial y cuando se dicta la leve sentencia, amigos y adulones de los médicos abuchean y amedrentan a los parientes del mutilado.

Hay multitud de casos así o peores, y reseñarlos sería de nunca acabar. Trataremos de explicar qué está pasando.

El policía corrupto y el médico

Una incidencia tan frecuente que ya ni se cuenta es la del ciudadano que por haber sufrido un asalto o por otro motivo justificado va a una delegación policial para solicitar auxilio. En la mayoría de los casos un policía responde “Señor(a), no podemos ir porque el carro está sin gasolina”. Con la experiencia que tenemos los peruanos, estas palabras significan “El ministerio del Interior no nos da para combustible” o “Vamos si Ud. nos da para la gasolina”. Nunca se sabe si en verdad falta gasolina o si el policía simplemente quiere dinero.

Ante el médico, el ciudadano enfrenta una situación similar (que en este caso no implica coima). Protegidos por empleados autómatas y despreciativos, los médicos no atienden al paciente o postergan la cita todo lo que pueden; si es necesario (para ellos, para los médicos) postergan por tiempo indefinido las operaciones o no las realizan. Así como el policía corrupto responde o explica “El ministerio del Interior no nos da para combustible”, los médicos dicen “No hay tiempo, todas las citas están copadas”, “El hospital está mal equipado”, “No nos responsabilizamos de nada”, etc. En esta situación el paciente no tiene cómo saber si realmente no pueden atenderlo o si no quieren atenderlo.

Privatización

Parte de este estado de cosas se explica por la acentuada privatización que se impone en el Perú desde tiempos del gobierno de Alberto Fujimori. Contrariamente a lo que se podría pensar, con la privatización en marcha los hospitales del sector público (ministerio de Salud y EsSalud) no se convierten en clínicas u hospitales privados. El procedimiento es más hipócrita y efectivo: la calidad de la atención baja de tal manera, que el asegurado se cansa de las postergaciones (“mecidas”), hace un esfuerzo —esto es, se desprende de lo poco que puede haber ahorrado para situaciones de emergencia— y busca atención donde médicos particulares, con lo cual desestabiliza su débil economía. Esto tiene el efecto de ir transfiriendo poco a poco la gente al sector médico privado, y quedan en EsSalud los asegurados más pobres, quienes comprueban que el dinero aportado durante años (9% de su sueldo) no sirve para nada.

Obviamente, si se destina dinero para la atención de las personas y si a estas se les niega la atención, allí hay engaño (porque el aporte no sirve para su finalidad establecida) y robo (porque ese dinero no gastado en el paciente va al bolsillo de gente que aprovecha esta situación).

Aspecto laboral

La actitud de maltrato y desdén de los médicos hacia sus pacientes se explicaría en parte por la frustración que sienten de no recibir un salario adecuado a sus expectativas; pero todos sabemos que en el sector público los salarios son bajos; y con los médicos ocurre esto, inevitablemente. Sin embargo, considerando que de la actividad laboral de millones de peruanos se recauda una gran cantidad de dinero que sirve —en el caso de EsSalud— para el cuidado de la salud de los trabajadores, está claro que no conviene a los asegurados que los médicos ganen más. ¡Y especialmente sabiendo el trato que dan los médicos a los pacientes y la pésima atención que brindan los hospitales!

Todos conocemos las grandes carencias que existen, las cuales explican por qué a veces faltan medicinas o por qué los resultados de pruebas de laboratorio toman entre 15 y 20 días en vez de 24 o 48 horas, como sucede en la calle. Considerando que la masa dineraria es una —un solo origen, que no es el estado—, todo aumento salarial a los médicos hace disminuir los medios económicos dedicados a otros rubros de EsSalud. A menos que se demuestre que el aumento salarial de los médicos se solvente con dinero del presupuesto de la república y no con lo que recauda EsSalud, los asegurados saben que el aumento de sueldo a los médicos empeora aún más la calidad de la atención.

Lo justo

Como toda persona que trabaja, un médico desea percibir una remuneración justa y adecuada para su trabajo, lo cual es imposible en las actuales circunstancias. Pese a esta realidad, los médicos, dando un ejemplo a los pasivos pacientes, se movilizan, salen a las calles, explican su situación en la televisión, etc., como si su trabajo fuese bueno, como si ellos atendiesen bien a los pacientes y no hubiese la multitud de casos de mala práctica o maltrato psicológico de médicos a pacientes, casos probados y ventilados en los medios de comunicación.

Entonces, así como los médicos se movilizan para pedir aumento salarial, los asegurados también deben movilizarse para impedir dichos aumentos, porque rebajan la calidad de la atención. Entonces la respuesta de los médicos podría ser acentuar su chantaje al estado y a los pacientes, y allí es donde debe definirse la situación para que los médicos descontentos se vayan de una vez al sector privado o al extranjero, y queden en el sector público médicos solidarios con la pobreza de la gente y conscientes de las limitaciones materiales del país en que vivimos.

¿Pérdida de dinero del pueblo?

Un dirigente del gremio médico, César Palomino, tratando de impresionar a la gente, dijo —en declaraciones al diario El Comercio del 22 del presente mes— que al año se van del Perú un promedio de 1200 médicos, lo cual, según él, es una pérdida para el país, teniendo en cuenta que la formación de un médico cuesta S/. 1 500 000,00.

No sabemos cuánto pueda preocupar esto al público —hay plata del pueblo que se pierde—, pero total, mal atendidos hace tiempo que estamos, y el que quiere irse se va. Lo que sí debe preocuparnos es la anarquía que existe, en la cual gente que se beneficia con la plata del pueblo para seguir una carrera cree que puede hacer lo que le venga en gana, sin retribuir al país el costo de sus estudios. Esta anarquía y abuso se manifiesta desde el momento en que los médicos recién egresados no quieren ir donde el país los necesita sino donde les da la gana. Hay cientos de pueblos del interior que por no merecer la atención del estado centralista, no tienen locales adecuados ni médico porque ninguno quiere ir. En contraste con los médicos, los militares, que también viven del pago que les da el pueblo, van a donde les mandan sus jefes, y suelen pasar muchos años fuera de su lugar de origen.

Poner orden

Los médicos que están actualmente en servicio creen que todo es exigir sus derechos en este país de gente empobrecida e indigente; en verdad no comprenden en qué terreno pisan ni se ubican, les resulta difícil entender que están en un país tercermundista y no en Europa.

Para lo que vamos a explicar en seguida, conviene entender las diferencias entre una universidad estatal, que funciona con el dinero del pueblo, y una universidad privada, que funciona con el dinero de los padres de familia. Es obvio que quien estudia Medicina en una universidad estatal ya contrae una deuda con el país, mientras que quien estudia en una universidad privada es libre de hacer lo que quiera.

Entre las medidas posibles tenemos:

1) Establecer la obligatoriedad de que los egresados de Medicina de universidades estatales trabajen siete años1 —correspondientes a los años que el pueblo paga su formación— en pueblos y lugares alejados.  

2) Solamente quienes trabajan siete años en lugares alejados pueden hacer carrera en el sector Salud o en EsSalud.

3) Quienes estudien Medicina en universidades privadas están libres de esta obligación, pero si desean trabajar en el sector público2 deben pasar siete años laborando lejos de las ciudades.

Como estamos en el país de “hecha la ley, hecha la trampa”, el control se efectivizaría, entre otras medidas, con lo siguiente: a) expedir certificados de estudios ad hoc para otorgar el título profesional, de manera que esos certificados no tengan valor3 para ninguna convalidación en el extranjero; b) preparar una relación con los nombres y datos básicos de los egresados y entregarlas al ministerio de Relaciones Exteriores, Asamblea Nacional de Rectores y otras dependencias para asegurar que durante siete años no se convalide ninguna documentación que posibilite la salida del país de tales personas; c) para el control social, poner en internet una relación de quienes están cumpliendo ese periodo, para que los ciudadanos sepan que continúan en el país todos los que deben estar y denuncien cuando un médico nuevo no ha salido a lugares alejados.

Incentivos

Los nuevos médicos deben saber, desde el momento en que ingresan a estudiar la carrera, cuáles son las condiciones por las que el pueblo le permite estudiar. Por otro lado, también es justo que los médicos que salgan a provincias ganen más (digamos, un 40% más) que los que están en las ciudades grandes, al menos mientras estén en esos lugares. De igual manera deberían tener preferencia para estudios de capacitación o de postgrado.

Respecto de las limitaciones materiales en infraestructura o equipo médico, eso se resolvería en el camino. Para empezar, la población debe asegurar alojamiento para el médico, y si falta infraestructura o equipamiento las autoridades locales presionarían para que se subsanen estas deficiencias. Tengamos presente que en las actuales condiciones de anarquía y desgobierno no se puede invertir el orden de las cosas: si se construyen postas o centros médicos y se les equipa, va a ser plata perdida, porque no va a ir ningún médico; en cambio, la presencia del médico sí cambiaría la situación, no sería él solo quien pide sino todo el pueblo y las autoridades.

Decisión

Cuanto antes se ponga orden, mejor. Son generaciones de profesionales que al no tener verdadera vocación por la carrera médica solo ven su comodidad y conveniencia personal y no quieren sujetarse a cierta disciplina, pero sí exigen que se les aumente el sueldo sin sentirse obligados casi a nada. Esto tiene que terminar pronto.

El Congreso y el Poder Ejecutivo están en la obligación de intervenir en este caso, para que terminen todas estas situaciones arbitrarias que se traducen en el maltrato a los pacientes y en el abandono de las poblaciones alejadas, lo que ocurre porque determinados profesionales solo ven sus intereses y no las necesidades de la población y de los asegurados. Para las reformas de la carrera médica, la opinión de los médicos debe entenderse como la opinión de una parte interesada en que nada cambie.

Miremos el ejemplo de servidores del estado como los militares, que están largos años fuera de sus hogares. ¿Por qué los médicos que se forman con el dinero del pueblo se niegan a trabajar donde el país y la gente los necesitan?

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1 Es poco si comparamos con los 30 años en que los jefes pueden enviar a un militar a cualquier parte donde sea necesario.

2 En realidad, lo primero en que piensan es en irse al extranjero; y están en su derecho, no deben nada a nadie.

3 Esto es normal en la administración pública. En la Sunarp, por ejemplo, expiden ciertos documentos con un membrete que indica que solo tienen valor informativo pero carecen de valor para efectos judiciales. De igual manera, los certificados de estudios irían membretados con indicación de que solo sirven para obtener el título profesional.

 

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