La torpe ceguera de las élites

por Herbert Mujica Rojas


Elite significa minoría selecta. ¿Garantiza aquella definición superioridad o ética de sus componentes? ¡De ninguna manera! Los gángsteres son grupúsculos que organizadamente imponen sus puntos de vista y gobiernan el actuar de sus pandillas en lo social, intelectual, político, periodístico, financiero, económico, literario o artístico. ¿No es acaso el Perú entero el cuadro dramático de cómo pujan entre sí, para robarse al país, múltiples gavillas en todos los ámbitos de la vida nacional? La aberración llega cuando esas mesnadas, al modo de los reyes ociosos, pierden todo contacto con la realidad y en lugar de motores trocan en estorbos o vallas infranqueables.


Dos señales significativas. Desde hace 48 horas voceros partidarios ensayan toda clase de explicaciones paliativas a sus sonoros fracasos en las urnas. Ahora resulta que no perdieron sino que "demostraron" su presencia nacional. El pueblo no les negó el voto y el apoyo vía sus candidatos, sino que los gratificó. ¿Por causa de qué es tan difícil reconocer que la vejez y el óxido empezaron su ineluctable tarea? ¿O es tragedia admitir que no estuvieron —ni están— al compás de la cambiante sociedad peruana y que ya son entelequias nocivas y estancadoras de cualquier dinámica social?

La torpe ceguera de las élites también ha capturado los miedos de comunicación (Galeano dixit). No importa la verdad, interesa sí, que se dé por cierto cuanto dicen o propagan pistoleros y pistoleras totalitarios en la televisión, radio y medios escritos. El acriticismo con algunos temas es visiblemente escandaloso y embrutecedor. Se da la noticia que el jefe del imperio del norte, George Bush, impulsa la prolongación del ATPDEA y aquí se sigue insistiendo en misiones vasallas y turísticas para rogar a Gringolandia por un TLC que se presenta casi como imposible por las nuevas mayorías en las cámaras legislativas. Pero, he allí, que hay empresarios a quienes interesa dar demostración de "sus mejores esfuerzos" vía la propaganda que pagan en los miedos. Entonces, cumplen con su tarea. Que eso no beneficie sino a minorías depredadoras, es un tema que la prensa no analiza ni desmenuza, solo enuncia muy de relansina para no agitar demasiado el ambiente.

Escribe Alfonso López, en su magnífico libro Estrategia de Desarrollo Alternativo para la Economía peruana: "Cuando los pueblos y sus gobernantes están premunidos de una ética superior, se pueden superar las crisis, incluso las derrotas más dolorosas. Salir, en cambio, de una crisis moral es mucho más difícil, por la sencilla razón de que los modelos y programas económicos se pueden cambiar en un tiempo relativamente corto. Los hábitos, los patrones espirituales y los modelos mentales, requieren de mucho más tiempo para modificar las inercias del pasado y reconstruir la confianza y la credibilidad. En este marco, son los líderes y los gobernantes quienes tienen mayor responsabilidad por aquello de que lo que le está permitido al soberano, le está permitido al súbdito: cada usurpación, cada traición, cada robo, cada mentira de los gobernantes en el terreno público, pareciera autorizar al individuo a una trasgresión similar en su propio campo. Perfidias políticas parecen engendrar perfidias sociales. El juicio de Maquiavelo es al respecto lapidario. "Las élites —dirá— no son neutrales o inocuas desde el punto de vista de la fundamentación de un gobierno. Si ellas están regeneradas y son regeneradoras se puede lograr la unidad. Si las élites están corrompidas, la salvación de un país es prácticamente imposible". Ob. cit, p. 291.

El  pueblo es más sabio que todos los sabios y acaba de licenciar y —mejor dicho— cancelar a la casta política en sus variopintas vertientes, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, casi sin excepciones, la fulminación popular ha sido terminante. ¿Verán esto las élites o será la ceguera el signo constante de su extinción sin pena ni gloria y el estancamiento doloroso e inmanejable del Perú? ¿A quiénes va lanzado el reto? ¿Y quiénes tienen que dar la respuesta?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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