García, ¿queda sólo en fase maniaca?


Desde hace mucho tiempo se habla de las fases maniacas y depresivas del presidente Alan García, pero tal vez algo sucede con el litio porque últimamente el mandatario sólo parece andar en permanente fase maniaca, que lo lleva a protagonizar ridiculeces.


Hace unos días apareció en la Plaza de Acho ante los niños con motivo de la celebración navideña. De pronto algo le dice que debe protagonizar y no tiene mejor idea que tomarse un vaso de cerveza delante de los menores e invitar a la animadora a que tome del mismo vaso.

¿Qué ejemplo da a la niñez? ¿No se da cuenta que es la primera autoridad? ¿Qué necesidad había de dar ese grotesco espectáculo, como si estuviese en una cantina, al beber alcohol a los menores en forma tan vulgar, además de promover la mala costumbre de usar un mismo vaso para más de una persona, hecho que puede diseminar enfermedades?

Tal vez cree que como está delante de niños pobres puede comportarse como parroquiano de cantina, con lo cual estaría siendo discriminatorio, pues no se comporta de este modo ante personas de estratos sociales más altos, o cree que al cholo hay que embrutecerlo con cerveza.

Se cree sacerdote


Ayer, con motivo de los funerales del padre Juan Serpa, algo le dice que debe protagonizar y suplanta al sacerdote para coger el hisopo y aspergear el agua bendita sobre el ataúd del difunto. Si sigue así un día va a echar a Cipriani del púlpito para comenzar sus peroratas.

Además, a ceremonia donde concurre comienza a predicar, a leer los evangelios, a hablar del alma. Ayer estuvo hablando de una nueva categoría de alma: “el alma acomplejada”. Pero nunca dice nada del alma temeraria y ladrona, del alma que no teme rematar el patrimonio nacional, del alma vendepatria ni del alma codiciosa ni del alma vendida a Chile.

Si tanto quiere predicar, más que con palabras que lo haga con el ejemplo. Lo primero que debe hacer es renunciar a esconderse en la prescripción para ordenar que se reabra la investigación por enriquecimiento ilícito que se le inició tras su primer gobierno, después de lo cual huyó a París a esperar que prescriba el proceso. Sobre todo, porque él no es cualquiera, es el Presidente y quien debería dar el ejemplo de moralidad, de la que tanto habla.

El Presidente de la República en todo momento debe recordar su investidura y saber comportarse con decoro y si de psicosis maniaco-depresiva ha pasado a una fase de delirio religioso entonces algo más podría hacerse y debería analizarse la vacancia presidencial.