Por Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El sábado 1 de febrero, Seaumanoid —agrupación ambientalista filantrópica que busca concientizar a la población sembrando valores y asumiendo causas encaminadas a la protección del planeta— está organizado, por primera vez en el país, una atractiva festividad para instituir el “Día del Mar Peruano”, en la concurrida playa El Silencio, a pocos kilómetros al Sur de la ciudad de Lima.

 

Dia del Mar Peruano 1 de febrero 2020

 

Esta actividad tiene como finalidad contribuir a propalar la importancia de nuestra coexistencia con el mar y reflexionar acerca de los dramáticos estándares de contaminación que lo afectan como resultado de la irresponsable y desmedida acción humana. En tal sentido, cuenta con la colaboración y el auspicio de la Municipalidad de Punta Hermosa, de las carteras de la Producción y del Ambiente y, además, de representativas organizaciones no gubernamentales.

Estarán presentes exponentes del arte urbano como Eliot Tupac, Flavio Capporalli, Pascual Mimbela y los cantantes Cecilia Brozovich y Mariano Palacios. También, participarán músicos, tablistas, pescadores y amantes de la naturaleza con un nutrido programa cultural, deportivo, gastronómico y educativo. Este último incluye talleres para niños a cargo de Luis Ernesto Mendoza.

La siempre entusiasta y creativa Mariana Orihuela Wagner, fotógrafa profesional y presidenta de Seaumanoid, comentó: “El mar peruano es uno de los cinco lugares más ricos y con más biodiversidad de los océanos en el planeta. Es por eso que Seaumanoid y la Municipalidad de Punta Hermosa se unen para traer un evento especial por el ´Día del Mar Peruano´. Celebraremos éste día por primera vez para que todos los peruanos le devolvamos lo que este nos regala: desde el oxígeno que respiramos hasta los alimentos en nuestra mesa. Le daremos inicio juntos a esta nueva celebración que, sin duda, se convertirá en un evento anual”.

Estamos obligados a asumir nuestro ineludible cometido en relación a la situación de nuestra franja marina. Derrames petroleros, emisiones de residuos industriales y domésticos, sobrepesca de recursos hidrobiológicos y caza ilegal de especies en extinción, entre otros males, menoscaban su sostenibilidad. Al respecto, existen un sinfín de lamentables sucesos que evidencian una reciprocidad poco equitativa.

Recordemos la despiadada depredación de ballenas: todo empezó cuando se descubrió, el 17 de noviembre de 1954, a la imponente expedición del magnate griego Aristóteles Onassis (1906-1975), compuesta por el barco “Olympic Challenger” de 18,000 toneladas y 16 buques cazadores que lograron obtener una ganancia de cuatro millones quinientos mil dólares. Nuestra fuerza aérea y marítima neutralizaron la presencia de esta flotilla con bombardeos de advertencia. Los destructores Aguirre y Rodríguez apresaron a los navíos “Olympic Victor” y “Olympic Lightning” y dos quedaron arrestados a 40 millas más al sur, frente al puerto petrolero de Talara (Piura). Un quinto estuvo obligado a entrar al muelle.

Otro acaecimiento está referido a la masiva captura de la anchoveta durante la primera fase de la dictadura militar (1968-1975), presidida por Juan Velasco Alvarado. En su administración se iniciaron profundas transformaciones económicas y sociales orientadas a usufructuar los recursos naturales; se crearon empresas estatales y se dio un nuevo marco jurídico encausado a reafirmar la presencia del Estado en las 200 millas marítimas y, al mismo tiempo, se formó el Ministerio de Pesquería (1969). No obstante, la impaciencia, la carencia de sustentación técnica y decisiones políticas erradas, generaron innumerables e irreparables consecuencias.

Según asevera Antonio Luna Neyra, en su interesante artículo “La pesca durante el gobierno de Velasco Alvarado y Tantalean Vanini”: “…Durante estos escasos seis años se demostró que es posible aplicar en el país para beneficio del sector y los intereses de la nación, una política pesquera nacionalista y popular, diametralmente distinta a la que vienen imponiendo los grandes monopolios pesqueros, agrupados en la Sociedad Nacional de Pesquería. En este período el consumo percápita de pescado en el Perú subió de seis a diez kilogramos”.

Sin embargo, como era previsible, se omitieron las recomendaciones del Instituto del Mar del Perú (Imarpe). Ello conllevó un proceso de agotamiento de la biomasa e incumplimiento de los objetivos trazados para mejorar la capacidad de consumo del pueblo y su consecuente calidad de vida. En las últimas décadas los volúmenes de extracción anual han mermado las posibilidades de impulsar su adecuada y sostenible utilización para satisfacer las necesidades de alimentación humana.

A continuación, comparto el parecer del visionario Felipe Benavides Barreda (1917-1991) sobre la necesidad de dar al Imarpe mayores atribuciones fiscalizadoras: “…La entidad nacional con poderes autónomos y con la misma independencia que tiene la Contraloría General de la República. Controlar los mares es tan importante como controlar las cuentas del Estado. El hombre puede crear industrias y enriquecerse a través de ellas. El Estado puede controlar sus plantas siderúrgicas, ampliarlas y modernizarlas, pero una vez agotada nuestra fauna marina, no habrá gobierno ni un ser humano que la reponga. Por lo tanto, el Instituto del Mar del Perú debe de recibir el apoyo no solamente del gobierno, sino también de toda la ciudadanía, pues debido al mesurado control de nuestras especies marinas nuestras futuras generaciones podrán alimentarse” (Ponencia “Preservación y conservación de los recursos naturales del mar peruano”, 1973).

Los daños ocasionados por el plástico -como resultado de su desmedido empleo- contribuyen a agudizar esta compleja problemática que excede los ámbitos de nuestra ribera marina. Las frecuentes y exitosas cruzadas de limpieza de playas, promovidas por Seaumanoid y el Instituto Vida, reflejan la magnitud de un dilema conexo a nuestro escaso sentido de pertenencia y conciencia cívica.

Sobre el particular, existe cifras oficiales reveladoras de su alto índice de uso y su afectación al litoral. Nuestra nación es una de las primeras -a nivel latinoamericano- en unirse a la campaña “Mares Limpios”, gestada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que propone eliminar en el 2022 las principales fuentes de desechos acuáticos. Tengamos en consideración que existen cinco islas de basura identificadas en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, una de ellas entre Chile y Perú.

Según refiere la científica Sara Purca Cuicapusa, ganadora del premio nacional “Por las Mujeres en la Ciencia” (2018), “haciendo muestreo hemos encontrado que, por ejemplo, en la playa de Ventanilla tenemos 463 partículas de plástico duro por metro cuadrado de arena. La contaminación es tanta que se ha descubierto microfibras hasta en la Antártida, una zona remota a la que no tiene acceso casi nadie. Las proyecciones sugieren que para el 2050 habrá 250 millones de toneladas de plástico en el mar, afectando a la pesca y a la industria alimentaria del mundo”.

La conservación del mar es una tarea que engloba una responsabilidad compartida. No sólo es un imperativo gubernamental circunscrito a la dación de normas legales y acciones de control. Demanda una intervención ciudadana que, reitero, tiene directa incidencia con nuestra debilidad para involucrarnos en los asuntos existentes a nuestro alrededor; permanecer cruzados de brazos es más cómodo. Salgamos de la egoísta “zona de confort”, renunciemos a nuestra penosa apatía, sublevémonos ante al conformismo y, por lo tanto, transformémonos en actores de nuestro bienestar y el de nuestros hijos.

Saludo y congratulo esta magnífica iniciativa, por el “Día del Mar Peruano”, de Seaumanoid que servirá para aunar esfuerzos, fortalecer voluntades, estimular una respuesta social y movilizar a hombres y mujeres comprometidos con la urgencia de instituir una convivencia armónica con el patrimonio natural. Por último, apelo a la lúcida afirmación del cineasta francés Fabien Cousteau: “No importa lo lejanos que nos sintamos de los mares, cada acto que realicemos en nuestro día a día, afecta el ciclo del agua de nuestro planeta y por consecuencia a nosotros mismos”.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y expresidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/