Mujeres policías a las fauces de los cocodrilos

Las lanzan a las agresiones sin realizar campañas de prevención

La ciudadanía ha recibido con satisfacción el anuncio de que el control del tránsito vehicular de la ciudad de Lima estará a cargo exclusivamente del personal femenino de la Policía Nacional, lo cual permitirá que los policías varones pasen a las calles a combatir directamente a la delincuencia.


 
Con todo, hay un aspecto del anuncio que produce inquietud. Mucho se ocupan de las policías desnudas, pero  ¿qué se ha previsto para proteger de agresiones a las policías?, ¿se ha dado publicidad a los castigos reales que caerán a quienes falten el respeto o agredan a las policías? No basta anunciar que se hará algo bueno; también hay que pensar en la seguridad de las personas que van a poner en práctica lo que la autoridad prevé.

Es muy necesario reflexionar sobre este punto, porque en la problemática del tránsito en Lima hay que tomar en cuenta que la población en general y una buena parte de automovilistas en particular son poco afectos a respetar los reglamentos o respetar a las personas. Consecuentemente, las mujeres policías que se encargarán del control de tránsito estarán expuestas a diversos peligros.

En la realidad en que vivimos, los ciudadanos que viajamos en microbuses o caminamos por las calles observamos o sabemos que ocurren cosas como éstas:

1) Cuando una policía hace señas para que pare un microbús, chofer y cobrador, al acercar su vehículo a la mujer policía, murmuran y sueltan palabras obscenas que todos los pasajeros escuchan. Bueno, esto es lo más inofensivo.

2) En muchas ocasiones, cuando ya la policía está cerca y dirige la palabra al chofer, éste puede escupirla o insultarla, e irse.

3) Ha sucedido varias veces que cuando la policía estira la mano para recibir los documentos que pidió al chofer, éste con la mano izquierda la agarra de la muñeca, arranca el vehículo y la arrastra; o nada más arranca bruscamente para hacerle perder el equilibrio y obligarla a colgarse del marco de la ventana del vehículo.

4) Estando detenido el vehículo, baja el chofer o el cobrador y propinan soberana paliza a la policía*.

5) En casos de falta grave en que la policía debe llevar el vehículo a la comisaría más cercana, sube, se sienta y varias veces ha ocurrido que conductores de autos o microbuseros arrancan a toda velocidad y se la llevan donde quieren.

6) Automovilistas borrachos, con resentimientos acumulados contra la institución policial y en particular contra las policías, intencionalmente han embestido con sus autos a mujeres policías que estaban paradas en la pista o que iban en moto.

Estas lamentables ocurrencias son siempre una posibilidad abierta, explicable por dos razones: a) en general buena parte de los peruanos tenemos poco respeto a leyes y reglamentos, poco respeto a la autoridad; b) en particular, los exámenes psicológicos o psicotécnicos que se toma a los que van a obtener licencia de conducir son muy deficientes, y el resultado real es que hay cientos —si no miles— de conductores que simplemente son orates o delincuentes con tendencias criminales.

¿Qué hacer?

Si la legislación aplicable en estos casos no es lo suficientemente drástica, es necesario revisarla. Ya debió haber publicidad en radio, televisión y periódicos, para que los conductores sepan lo que les espera si faltan el respeto o hacen cualquier cosa contra las policías. El ministerio del Interior no ha efectuado esta publicidad. Por otro lado, un grave inconveniente es que el sistema judicial peruano no aplica prisión efectiva si la pena es menor que cuatro años.

Sería conveniente, por ejemplo:

1) Un mes de prisión por faltar el respeto a la mujer policía.
2) Seis meses de prisión por amenazarla o ponerla en situación de peligro.
3) Un año de prisión por agredirla levemente.
4) Dos años de prisión por agresión con lesiones ocasionadas por cachetadas, golpes de puño, patadas o contrasuelazos.
5) De ocho a 15 años de prisión al conductor que pone en riesgo la vida de la policía. Por ejemplo, en el arriba mecionado caso en que cogen de la muñeca o del brazo a las policías, arrancan y la arrastran. Esta práctica, que es peligrosísima, se debe castigar con mucho rigor, porque la policía a la que arrastran puede ser atropellada por el vehículo del infractor o por otros, ajenos al problema.


Los casos más graves, como los atropellos intencionales, ya están tipificados y tienen las sanciones correspondientes. Lo importante es que ninguna ofensa a las policías quede impune, porque si se pasa por agua caliente algo que parece leve, lo próximo que sucederá será grave. Por supuesto que estos castigos deben ser con prisión efectiva, sin beneficios penitenciarios y con la invalidación permanente de la licencia de conducir, en el caso de los choferes, y el impedimento permanente de obtenerla, en el caso de los cobradores.

Es muy fácil para la ministra decir que las mujeres son más drásticas con las papeletas —siguiendo el libreto de García, que la alienta en poses duras comparándola con la Thatcher—, para lanzarlas a todas a las calles, pero no tiene un poco de consideración con estas policías. Si la tuviera, desarrollaría una campaña para promover el respeto a estas esforzadas mujeres anunciando sanciones verdaderamente drásticas como las que se sugieren para quienes atenten contra las servidoras del orden, pero por lo visto, el ministerio del Interior sólo tiene dinero para regalarlo a mermeleros para que publiciten a un ministro tan sólo por el hecho de comprar patrulleros, como hicieron con la propaganda de “El Perú Avanza”.

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* Años atrás un diario limeño informó que en el cruce de las avenidas Wilson y Bolivia un cobrador propinó golpes a una mujer policía hasta privarla del conocimiento; en seguida la cargó en sus brazos y la depositó en el pavimento, exactamente en la parte donde hay más afluencia de vehículos.