Por Milcíades Ruiz

Entramos al año 18 del siglo XXI. Un momento histórico de la humanidad, de nuestro planeta y del universo en general. Para muchos, será un año más como los otros porque consideran que su vida seguirá igual. Es la visión de los resignados. De los cobardes que se rinden antes de haber luchado. Del ignorante sin panorama que no ve más allá de su persona. Pero aunque muchos no se den cuenta, nada se detiene y todo evoluciona en la infinita diáspora de las interacciones en proceso constante.

La dirección que tomen los acontecimientos en el 2018 en nuestro país, en nuestras regiones, en nuestras localidades y en nuestras familias dependerá en gran parte de lo que suceda en los diversos ámbitos señalados. Desde el punto de vista social, tenemos que buscar el mejoramiento personal, familiar, local, regional y nacional. Pero también, el mejoramiento de la humanidad entera. Todo está relacionado y aunque no nos percatemos, todo influye. La lucha contra el sistema que oprime a la humanidad es de todos y cada uno de nosotros.

Lo que suceda en China, Rusia, medio oriente, África, Norteamérica y en cualquier parte del planeta, nos afecta como lo hace el cambio climático, pues la estructura de la dominación está globalizada. No podemos ser indiferentes a lo que le suceda a Cuba, Venezuela o, Bolivia, ni a los pueblos más remotos en sus luchas contra el sistema de dominación capitalista. Como tampoco ante las actividades dominadoras de los países que sostienen al sistema que nos oprime.

La lucha árabe nos concierne tanto como la guerra comercial entre China y EE UU, pues al igual que otros acontecimientos son fuerzas en pugna de cuyo desenlace dependen los resultados que nos afectarán para bien o, para mal. Lo que hagamos en nuestro suelo, también repercutirá en la lucha global y en el sistema de dominación. Y si a nuestra fuerza se une la fuerza de otros pueblos los efectos serán de mayor gravitación e influencia en la evolución de la humanidad.

Hoy tenemos en nuestro país, una coyuntura política en la que las fuerzas dominantes de la derecha que gobierna el país, han colisionado estrepitosamente en sus afanes de prevalecer.. Para la masa dominada, es una lucha en las alturas en la que la derecha legislativa bajo el mando de una lideresa pura sangre extranjera ha sometido a la derecha del Poder Ejecutivo encabezada por otro extranjero de pura sangre. En cierto modo, es la misma escena histórica de siempre, con el pueblo al margen. Nada que ver. Menos, los peruanos ancestrales. De ellos será su patria, pero el país no les pertenece.

Así sucedió con la independencia del virreinato en que la población nativa veía esa pugna como un lío entre blancos, en el que no tenía incumbencia pues de ambos bandos, recibía cruel opresión. También en la Guerra del Pacífico, a la que los nativos eran llevados amarrados como ganado para servir de carne de cañón sin saber contra quién luchaban porque sus enemigos eran los gamonales y no, “el general Chile”. Esto ha sucedido tantas veces en nuestra historia como ahora, que los usan como carne electoral amarrados mediáticamente. Sin embargo, será el pueblo el que pague las consecuencias de este lío entre bandas de corruptos.

Por ser un pleito interno dentro de la derecha corrupta, los gringos no movilizan a los agentes de la CIA (Central de Inteligencia Americana) como lo han hecho en Venezuela, porque ambas fuerzas defienden el sistema de dominación, son neoliberales, proimperialistas y corruptas. Otra sería la situación si fuese un gobierno popular enfrentado a la derecha. Por eso repito lo escrito en agosto del 2016 https://republicaequitativa.wordpress.com/2016/08/08/volver-a-las-trincheras/

… “Entonces tenemos por lo pronto ya, dos factores que pueden ser determinantes en el devenir político. El inevitable desgaste político que sufrirá la derecha en los siguientes años cuya capitalización podría favorecer la emergencia de fuerzas populares y de otro lado, el excesivo poder parlamentario del autoritarismo. (…) Todo el poder está en manos de la derecha pero esto puede ser su perdición. La tentación totalitaria y las pocas posibilidades de crecimiento económico le ocasionarán un progresivo desgaste y repudio popular. Esto crea condiciones para avanzar en el empoderamiento popular y el resurgimiento de la izquierda”.

El asunto es ¿Cómo hacerlo? El indulto del “pinocho” al genocida, nos ha permitido ver nuevamente en acción a la juventud como abanderada de las luchas en las calles. Es la que pone el pecho de la indignación general. Allí está la semilla del nuevo liderazgo popular que germina en la protesta pero sin tener el alimento ideológico que los fortalezca políticamente. Una juventud que puede ser flor de un solo día, sino se le da el cultivo ideológico que sustente sus convicciones. El material está. Pero hay que trabajar con ellos ayudándoles a desarrollarse en toda su potencialidad sin los malos hábitos de la vieja izquierda.

Hay una oportunidad de trabajar organizadamente en el 2018 con motivo de las elecciones municipales. Quedan pocos meses de intenso trabajo pero mucho dependerá del enfoque con que se emprenda la tarea de capturar la célula básica del estado: El gobierno local. Muchos lo hacen por el botín buscando el provecho personal y de partido, como si ese, fuera el objetivo político final. Hay que combatir radicalmente esta mala práctica política. No se trata de empoderar a las cúpulas ni a los buitres golondrinos. De lo que se trata es de empoderar el liderazgo surgido de la misma población y no usurpar su representación.

Obtener el gobierno local no para saquearlo ni parasitarlo, sino como base de expansión del poder popular democrático. Este es el objetivo político. Ello requiere un cambio revolucionario en la metodología de trabajo, en la concepción del poder local donde la máxima autoridad no es el alcalde sino la asamblea del pueblo, el cabildo permanente. Se hace lo que el pueblo determina y no, lo que la argolla del concejo municipal decide a la espalda de la población. Si la izquierda asume la campaña electoral municipal en los mismos términos que la derecha, entonces el pueblo no verá la diferencia.

Gobierno popular local, puede ser una consigna factible. Pero los programas de oferta electoral tienen que tomar las demandas de los vecinos. En los municipios rurales el electorado es mayoritariamente agrario y sus demandas son muy concretas.. En estos lugares la mejor gestión municipal no es aquella que siembra cemento para obtener diezmos, sino aquella que responde a la problemática del vecindario rural. Si el distrito vive de la agricultura el gobierno local tendrá que velar por el desarrollo agrícola.

El crecimiento económico del distrito depende de la inversión pública y privada. A mayor crecimiento habrá mayores ingresos para el vecindario, mayor movimiento económico y mayor capitalización para reinvertir. Se deberá impulsar los capitales locales y prioritariamente los comunales o solidarios. Hay mucho que decir para reformular una nueva visión del gobierno local pero será en otra ocasión porque por esta vía tengo que ser breve. Debemos dar ese gran salto de gobernar para el crecimiento económico local. Salvo mejor parecer.

 

Enero, 2018
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