Por Herbert Mujica Rojas

Excusas van, excusas vienen en el Congreso. Pretextos no faltan, los legiferantes aún a pesar del repudio popular al Parlamento que frisa casi el 80%, persisten en dar largas, ahora de manera tímida, mañana lo harán con descaro, al proceso de referéndum que contempla la no reelección de congresistas.

Algunos ciudadanos, hombres y mujeres, estrujan de las ubres del Estado, vía el Congreso, desde hace largos lustros. Si se los juntara con estadística severa, se comprobaría que su producción legislativa es miserable, coyuntural y en no pocos casos, a favor de episódicos grupos. En buen romance ¡absoluta mediocridad!

Aunque parezca contradictorio, el anonimato acompaña a muchos parlamentarios. La gente se entera que lo fueron porque en sus tarjetas de presentación ponen ex congresista. La grisura de sus desempeños les hace merecedores de semejante y poco envidiable status.

En los días presentes, de repente con más notoriedad que en algunas otras épocas, el repudio hacia el Congreso es mayúsculo. Los escándalos rebasan cualquier paciencia y están en proporción inversa a los emolumentos que perciben por varios miles de soles que no merecen.

Entonces la pregunta deviene directa: ¿oirán al pueblo y su respaldo popular a la iniciativa del presidente Vizcarra de referéndum, entre otras cosas, para la no reelección de congresistas?

Nótese que el modus vivendi puede ser seriamente afectado: chofer, auto, tropas de asesores y pelotones de secretarias, título de doctor aunque sean cuasi analfabetos (algunos sin primaria completa siquiera) y roce con los medios de comunicación que les producen “momentos estelares” diciendo monsergas con voz engolada y académica.

Las relaciones de alto nivel, y esto lo saben los reeleccionistas con curules que parecen prolongaciones de sus posaderas, son valiosas. Allí sí sirve la experiencia y sabiduría de con quiénes sí relacionarse para tal o cual cosa. De la construcción de componendas han vivido muchos legiferantes que así obtienen fondos para las campañas. ¿No es cierto acaso que bancos, organizaciones empresariales y espacios de poder local e internacional, sufragan a muchos en el camino al sillón parlamentario?

Hasta ahora, luego del 28 de julio, pareciera imperar miopía y falta de escrúpulos en buena parte de los grupos congresales.

Pero la imaginación también es descarada. Muchos de los eternos ya empezaron a mover sus hilos en pro del Senado porque –dicen- su experiencia allí sí serviría. El enroque infame entronizaría a vacas sagradas en un eventual Congreso bicameral. Más de lo mismo con otro nombre.

Si el Congreso no oye al pueblo, se arriesga a que todas las iniciativas ciudadanas contra la reelección consigan las firmas y por voluntad popular impulsen en olor de multitud su aspiración democrática.

¿Podría descartarse que 20 ó 30 mil personas rodeen Plaza Bolívar y consigan un triunfo desde y para el pueblo?

 

13.08.2018