Por Raúl Allain (*)

La ciudad que antes era un espacio físico comunicacional, ahora es una experiencia virtual. Como consecuencia del efecto de los medios de comunicación, la urbe tradicional se ha transformado en un espacio mental. Y con más intensidad ahora, por influjo de la Internet, se origina una interconectividad o “mundo digital”, también denominado ciberespacio o realidad virtual.

Hemos pasado del influjo de los mass media tradicionales (prensa, radio, TV y cine), a los medios digitales, que están desencadenando una revolucionaria experiencia comunicacional, codificada mediante señales de orden analógico o digital.

El sentido ciudadano de pertenencia disciplina nuestro imaginario haciéndonos partícipes de un nuevo orden consumista de bienes y servicios, pero a la vez nos condiciona a vivir dentro de una realidad tan compleja como nuestra capacidad de articular e integrar los imaginarios colectivos.

Precisamente, lo que diferencia al hombre de los animales es la simbología que crea el ser racional y que prevalece más allá de la experiencia. Los símbolos surgen de los objetos y a su vez crean los pensamientos, motivan o estimulan el actuar.

Vivimos una época atípica de la aldea global. Nuevamente concluyo que la tecnología nos impone nuevos paradigmas de comportamiento y además nosotros generamos nuevos códigos o símbolos. He ahí la contradicción social: ¿Hombres o zombies? Racionales que crean pensamientos con simbología o seres deshumanizados que viven sin sentido.

La aparición de la computación y la Internet –como tecnología que en primera instancia tuvo una aplicación militar– permite la construcción de una red global que es puro espacio cibernético y virtual.

Esa espacialidad comunicacional y simbólica teje la ciudad virtual o telépolis: interconectada a terminales que procesan la información que solo existe en caracteres numéricos, es decir digitales; señales que circulan como intercambios simbólicos entre pantallas de procesadores que desmarcan las fronteras territoriales físicas y que trascienden los espacios.

El problema es la uniformización de los intercambios y formas de relacionarse simbólicamente en todas las culturas. Países celosos de los contenidos simbólicos de Internet prohíben su acceso a los ciudadanos, censura que genera conflictos de orden político y que necesariamente obliga a una redefinición de las políticas de acceso al ciberespacio.

 

(*) Escritor y sociólogo. Presidente de IPJ y director de Editorial Río Negro.
Expreso, 04-10-2018

Raúl Alfonso Allain Vega. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud y director del sello independiente Río Negro.