Por Herbert Mujica Rojas

Los cinco disciplinados trebejos alanistas en el Congreso propusieron días atrás la censura del primer ministro Villanueva. Queda claro que para ellos no hay más que una opinión, ninguna propia, que la de AG. Las oposiciones son pura ficción y abigarrados en sus cometidos sin futuro, cumplen órdenes sin dudas ni murmuraciones.

¿Cuál fue la reacción de otros grupos parlamentarios? Alianza para el Progreso les dijo un categórico NO. Fuerza Popular, el fujimorismo, también les dijo NO. En buen castellano, la muy torpe impostura tiene ya un pronóstico bastante malo.

¿Qué había como mar de fondo? Muy simple. Provocando una censura que el Ejecutivo iba a contraplantear como de voto de confianza, se generaba el colapso de un segundo gabinete con lo que la disolución del Congreso vislumbraba su cumplimiento constitucional. A río revuelto, ganancia de pescadores.

Una convocatoria electoral para el Congreso por el período restante tendría que ser motorizada con las leyes actuales que permiten la reelección ilimitada de legisladores. ¡Usted lo descubrió ya, amable lector! Los parlamentarios-curul, las vacas sagradas, ya tendrían su forma de continuar en sus butacas para la comisión de sus actividades político-lucrativas.

¿Conviene eso al grupo actualmente mayoritario en este mediocrísimo Congreso? Obvio que Fuerza Popular entiende que no es así y por tal semejante razón le dieron un portazo a AG y a sus adláteres legiferantes.

El 7 de octubre, en las elecciones municipales y regionales, el Apra, mal dirigido por el alanismo, cosechó una votación escuálida y casi desapareció de todo el país.

Ha poco los cinco parlamentarios alanistas hicieron gala pública de un ridículo al que llamaron “error” cuando presentaron con bulla y prensa, un proyecto de ley para torpedear el referéndum. ¡Cuál sería la orfandad del brulote que debieron retirarlo sin pena ni gloria!

Más aún, también han cuestionado la cédula electoral del referéndum y están en queja contra la ONPE por supuestas “violaciones constitucionales”. ¿Cuál el motivo? Muy simple: confundir al electorado para que no ratifique masivamente el NO A LA REELECCION INMEDIATA y su oposición al BICAMERALISMO, opciones ambas que atajan el paso a las vacas sagradas. Adivinen ¿quiénes están dentro de esta categoría zoológica?

Basta que en redes sociales y ante público en general, se invoque las siglas APRA y de inmediato se las relaciona con AG a quien se reputa como profundamente deshonesto. Ni qué decir de los otros cómplices de largos decenios de mangoneos, trapacerías, zancadillas y toda clase de abusos.

Para los jóvenes, todos los apristas son rateros o han exaccionado al Estado y no son opción para ningún gobierno.

De Haya de la Torre, de la generación fundadora, de los héroes obreros, de las catacumbas y esfuerzos por la construcción de un Perú libre, justo y culto, no queda nada. Hay responsables y rufianes que hicieron esta barbaridad.

Cuanto diga AG, salvo para una prensa que debe favores, no interesa para nada. El Apra no cuenta en la escena política y mientras no inhabilite, expulse o limpie su organización, del alanismo y de sus cómplices, a veces disfrazados de “opositores”, va cuesta abajo la rodada. Y a una extinción vergonzosa que ni las dictaduras ni los regímenes de fuerza o violencia consiguieron entre 1930 y 1980.

Una realidad que no acallan los insultos de ágrafos y fanáticos ignorantes.

 

22.10.2018