Por Herbert Mujica Rojas

La prisión preventiva por 10 días ordenada por el Poder Judicial al ex presidente Pedro Pablo Kuczynski, ha disparado mohínes, expresiones, condenas, rechazos y toda clase de disparates para sostener que como el detenido es mayor de 80 años, se ha incurrido en un abuso. Entonces ¿el paso de los años amengua, aminora, diluye, el peso de los delitos cometidos desde los años 60 o todos los que pasan las 8 décadas, pueden estar felices porque la sociedad tiene un perdón ya preparado?

Así como no hay muerto malo porque en Perú todo se perdona y no se ha aprendido a pulverizar a los delincuentes y no pocas veces se los ha reelegido como parlamentarios o presidentes, pasar los 80 años, vivir de lo habido de mala manera, haber estafado al Perú, enajenar su patrimonio no renovable, ser siempre alfil de intereses foráneos o protervos, como funcionario público, ministro de Estado, desde Palacio, tras la valla de las ocho décadas encuentra una sociedad dispuesta a “conmoverse” ante el réprobo anciano.
 
¿Cómo se puede hablar de lucha anticorrupción si no se entiende que el delito es delito y ¡mucho peor! si es contra la misma sociedad que oficia de perdonavidas?
 
Se puede entender el terror cerval y “condena” la que emite un ex presidente obeso e inmoral, destructor e ídolo caído porque, al final de cuentas, quiere salvar el pellejo y no morar en su lugar natural que es la cárcel. Lo que sí es abstruso es descifrar ¿por qué la sociedad, sus miedos de comunicación, “líderes” de opinión, pretenden el otorgamiento de perdones y olvidos a cientos o miles de patibularios con muchos crímenes en sus registros?
 
Buena parte de la historia del Perú, la genuina o raigal, no la maquillada que hicieron historiadores protectores de ancestros, primos, parientes directos o políticos, es un compendio infame de perdones a aniquiladores de la nacionalidad, vendepatrias acendrados y rateros sin misericordia alguna.
 
No debe olvidarse que los delincuentes incurrieron en sus fechorías a muy temprana y precoz edad, la suficiente como para, de haber vivido en un país con una sociedad enérgica, merecer el pelotón de fusilamiento. Muchas vacas sagradas en nuestra política vienen estafando la fe del pueblo desde hace más de 50 años. Entonces ¿cuándo se los someta a juicio y estén muy mayores, habrá que perdonarlos o tratarlos con guante de seda?
 
Perú seguirá engrilletado a los moldes de una sociedad pusilánime, veleidosa, incapaz de aborrecer a los rateros y frívola como para endiosar a sus verdugos y allí está el signo tristemente distintivo del porqué estamos como estamos y día que pasa, robo que sale a la luz en todos los órdenes: político, administrativo, en los ministerios, en las dependencias. Y a nadie se castiga ni las cárceles admiten a forajidos que le roban al pueblo. ¿Por qué es la pregunta hasta hoy incontestada?
 
Que el desprestigiado Poder Judicial actúe y lo haga con severidad debiera ser motivo de orgullo y no de lamento o pena convenida y muy conveniente.

 

11.04.2019
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