Martin Vizcarra 17Alan Fairlie Reinoso

Se dio la largada de la campaña electoral. Muchas listas, vientres de alquiler, candidatos presidenciales que no saben el nombre del “partido” que lo cobija. “Jales”, convocatorias apresuradas, muchos aspirantes con pocas credenciales. Creen que pueden ganar, ya que la historia reciente muestra que cualquiera puede llegar.

 

Logos, más que propuestas y alternativas, alianzas desechas, dueños de los partidos tratando de asegurar una curul y la inscripción. Caudillismos a diestra y siniestra. Campañas populistas, candidatos productos de marketing, candidatos y organizaciones que no llegaron. Organizaciones y proyectos que se desmoronan, en luchas fratricidas.

Mientras tanto, un Congreso que juega para la galería, y en campaña para las elecciones. Cada cual por su camino, sin bancadas orgánicas, apoyando precandidaturas o candidatos únicos. Pero, con cierta autonomía de los poderes fácticos en los márgenes, afectando algunos intereses, pero avalando los decretos de urgencia y las políticas de competitividad y productividad que profundizan el modelo, y no están en debate.

Circo electoral y mociones de vacancia, que entran a debate pero que al final no se aprueban. Pobre Perú.

En una terrible pandemia, con un país por reconstruir, pero como en otras horas aciagas para la Patria, divididos, fragmentados, con clases dominantes pero no dirigentes. Sin proyectos alternativos con una base

social y política que los impulse, con un montón de aventureros que esperan sacarse la lotería.

Triste escenario para el Bicentenario, pero no desesperemos. Como sabemos, dios es peruano y seguramente nos salvaremos una vez más.

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