El Titicaca en la mira chilena mientras chilenos embroman a Bolivia con una salida al mar que NUNCA le darán


Al estilo de la propaganda hitleriana antes de invadir Polonia, hay un sector de chilenos que predica que las poblaciones peruanas y bolivianas altoandinas están compuestas de gente degenerada, despreciable y atrasada (sólo les falta emplear el término “subhumanos” o untermenschen de Hitler).


A la invasión a Polonia precedió una campaña hitleriana dirigida a denigrar al pueblo polaco, al cual tildaron de borracho, degenerado y delincuente, con lo cual no sólo se buscaba justificar la guerra, sino alentar a las tropas a asesinar y abusar de los polacos, a los cuales los veían como un mal que había que erradicar.

De la misma manera, chilenos como Alejandro Pavez llegan al extremo de calificar a las poblaciones altoandinas de degenerados, no sólo por sus costumbres o su cultura, sino de degenerados genéticamente (“involución genética masiva”), alentando una posible invasión y exterminio de poblaciones peruanas y bolivianas.

Además, hablan de los depósitos acuíferos del Titicaca y abrazan la esperanza de que los movimientos aymaras lleguen al punto de conseguir desmembrar al Perú y Bolivia para crear un país aymara, que sería manipulado por Chile, como lo planificó Pinochet y lo instigó enviando predicadores del odio étnico, entre los cuales está una funcionaria que hoy ocupa un alto cargo en el gobierno de Michelle Bachelet (ver Puno: Cómo producir Hernán Fuentes en serie II). Sobre la infiltración de la violencia chilena en el Perú, también es necesario tener presente la denuncia del congresista Mauricio Mulder, acerca de un chileno que viaja por diversos puntos del país en plan de agitación.


Estamos pues ante un panorama muy parecido al que precedió a la invasión de rapiña perpetrada por Chile contra el Perú y Bolivia en 1879, donde la fase de preparación previa de la población contó con un azuzamiento del odio y desprecio contra los peruanos, a los cuales tildaban de degenerados y viciosos, campaña de lavado cerebral en la cual también participó la iglesia católica chilena, con sus autoridades eclesiásticas que se unieron al coro que predicaba la muerte y la rapiña contra los peruanos y bolivianos. Claro está, terminada la guerra, la la iglesia católica chilena gozó con el botín y bendijo los monumentos a los asesinos de peruanos. La Iglesia Católica peruana de hoy, lejos de pedir que su par de Chile pida perdón por su criminal conducta (como promueve el Vaticano con los pecados históricos de l clero), se presta, a través del cardenal Cipriani, en contradicción con la verdadera doctrina católica, a infiltrar más chilenos católicos para contribuir con el lavado cerebral y que los peruanos crean que el usurpador del sur es amigo (ver Una visita indeseable: Errázuriz, traficante de la fe).

El agravante es que existe un ingrediente que no se dio en la época de preparación de la rapiña chilena de 1879, y es el hecho de que, utilizando sirvientes peruanos, los chilenos están ganando terreno en una campaña de conquista cultural, preparando cuadros de felipillos peruanos (ver Ahora en Facebook: A Chile robo enloquece. Parte I ), hecho que sigue a la penetración en los círculos académicos de historia, donde mediante sirvientes (pagados o no), consiguieron denigrar la Historia del Perú en los libros escolares, menospreciando a nuestros héroes y engrandeciendo a los terroristas chilenos como el criminal Patricio Lynch (ver Crisis de la profesión de Historia, ¡Lavado cerebral a escolares promovido por Ministerio de Educación!, ¡Infamia contra escolares al descubierto!, Chile pidió cambiar textos de la Guerra del Pacífico, Joseph Dager, uno de los más avezados sirvientes prochilenos, Margarita Guerra, denigradora de Pons Muzzo), ante el silencio cómplice de la prensa y la izquierda caviar y del mismo Sutep, donde también han penetrado los chilenos con círculos de amistad e intercambio educativo, como lo hacen en otros ámbitos, como el artístico, donde se infiltran en la búsqueda de sirvientes peruanos.

Finalmente, es de señalar la forma en que chilenos, como el autor del artículo mencionado, presumen con la riqueza de las minas de cobre, cuando el cobre se encuentra en territorio boliviano usurpado, con lo cual encerraron a ese país perpetuamente sin salida al mar, la cual, como bien dicen, NUNCA le darán, sólo los embroman con el argumento de que el Perú tiene que ver con esa salida, siguiendo la pauta pinochetista, guión que acepta el cándido y poco preparado presidente boliviano Evo Morales, quien cae en el juego chileno de enfretar al Perú con Bolivia.

A continuación, la infame propaganda de la cual hablamos:



Naciones y territorialidad en los Andes Centrales
Alejandro Pavez Wellmann*


Bolivia ¿un país sin salida?...


Bolivia está en un callejón sin salida. Más que un país sin salida al mar, es un lugar sin salida al desarrollo. Para la mayor parte del mundo desarrollado, lo que acontece en Bolivia es un conflicto típico del Cuarto Mundo, un conflicto de pobres, revoltosos, excluidos e inviables. Como otros que presentan los noticieros sobre Liberia, Sierra Leona, Eritrea, Zimbabwe o Haití. Sólo que este conflicto está aquí, en el "patio trasero" de Sudamérica, y lo que acontezca en Bolivia será un detonante para revertir la estructura del poder en hasta tres países andinos. En los Andes Centrales están ocurriendo acontecimientos trascendentes, preocupantes y decisivos.

Ciertamente Bolivia no se parece a Suiza, República Checa, Luxemburgo y otros países mediterráneos de Europa. Ni siquiera a Austria y Hungría, que perdieron su salida al mar en 1918 después de la Primera Guerra Mundial. En cambio, Bolivia sí que se parece a las zonas alto andinas del sur del Perú —soberanas para su acceso al mar—, en especial Puno, Cuzco, Arequipa, Apurímac, Ayacucho y Huancavelica. Las tierras altas de los Andes Centrales. Cualquiera que visite estas zonas se dará cuenta de esto, menos los gobernantes y dirigentes políticos que han dominado el poder en el Altiplano. ¿Un engaño histórico y sistemático?

¿Una salida al mar acortará un centímetro la distancia que separa a los productos de Bolivia de sus mercados y clientes en el mundo? ¿O mejorará las carreteras, ferrovías y accesos a puertos de embarque de que ya dispone? ¿Porqué Bolivia no ha creado una marina mercante, si el derecho internacional le asiste, o construido un puerto en Ilo, en terrenos ofrecidos por el Perú? ¿O acaso la mediterraneidad de Bolivia por causa de la guerra con Chile, hace 120 años, sólo ha sido un chivo expiatorio para justificar ante un pueblo ignorante y oprimido el fracaso de sus gobernantes para administrar este país de grandes riquezas, cuna de culturas notables y del nacimiento del Tawantinsuyo?**

Es que el acceso soberano al mar no garantiza el desarrollo y no existe evidencia geográfica en el mundo que la sustente. El problema de la falta de desarrollo y las dramáticas carencias sociales de las zonas andinas de Bolivia y el Perú tienen que buscarse en el contexto geográfico, sociopolítico, cultural y étnico en que está inmersa esta región. Esto no viene desde el fin de la guerra del Pacífico (1879 a 1884) cuando Chile ocupa y anexa Antofagasta y deja a Bolivia sin mar. Esto viene desde muy atrás, desde la irrupción de la conquista española en los Andes en el siglo XVI.

Espacios geosociales en conflicto: Las naciones étnicas


Tierras altas y tierras bajas son temas complejos en los Andes Centrales. Las divisiones entre la sierra y la costa en el Perú y el Ecuador (los serranos versus criollos) son tan profundas como las que existen entre el altiplano y el oriente boliviano (entre collas y cambas). Son dos mundos distintos en lo geográfico y cultural, con una complejidad única y con relaciones aún desconocidas para nuestra comprensión y tecnología. Y con un componente étnico en creciente efervescencia.

Bolivia y el Perú ocupan hoy un espacio geográfico que es una división territorial artificial y exógena, mas no étnica ni cultural. De un lado, las sociedades y economías de las tierras bajas, más o menos integradas al desarrollo global de corte occidental. De otro lado, las sociedades de las tierras altas; localistas, recelosas y resistentes al conocimiento y al cambio. Pero en estos países, y a diferencia de Chile, las primeras son sólo enclaves o islas de modernidad (los barrios selectos de las principales ciudades y centros turísticos), extendidas e inmersas en un mar de atraso y miseria, como es el resto del territorio.

Ciertamente Bolivia (como el Perú y Ecuador en Sudamérica), son países y repúblicas soberanas y democráticas de corte occidental, PERO NO SON NACIONES, a diferencia de Chile. En estas repúblicas aún prevalece el culto a la formalidad del Estado y la creencia en que la sola virtud de las leyes escritas y promulgadas organizará al Estado y la sociedad. Pero son países que no han podido crear una Nación, aquel conjunto de fuerzas espirituales superiores que transforman al Estado en un ser viviente, provisto de un espíritu y de un alma colectiva. La conciencia de Nación es una mano invisible, la que mueve al control ciudadano contra la corrupción, al bien común por sobre el interés personal y al empleo en el Estado como un servicio público.

Esto no ha ocurrido en gran parte de las repúblicas de América Latina, y es su gran problema desde su independencia hasta la actualidad. Esta es la "madre del cordero". La mayoría de países no han podido ir más allá de este Estado orgánico y formal heredado de la Colonia. ¿Es que acaso el Estado aquí no ha sido una estructura para la dominación del pueblo, un resabio colonial burocratizado, monstruoso e indolente y el botín que hay que repartir entre quienes asumen el poder? Entonces, tras 180 años de vida republicana, aquí el Estado... ha fracasado.

Ciertamente, 500 años de colonialismo español e institucionalidad republicana han dejado huella en los pueblos originarios de los Andes centrales. Pero aquí ha sido para mal. Si no, ¿cómo explicamos que quienes construyeron Tiawanaku y Machu Picchu, cultivaron millones de hectáreas en los Andes, domesticaron plantas y animales y descubrieron los métodos y técnicas para regar y ocupar el desierto... hoy deban ser alimentados con alimentos donados por la caridad internacional? ¿Es que acaso no han sido casi 500 años de dominio mediante el alcoholismo (y la consiguiente involución genética masiva), la extirpación de idolatrías y del conocimiento ancestral, la dominación de la masa popular por la ignorancia, el imperio de los "grandes señores de horca y cuchillo?"

De allí que podemos explicar cómo los pueblos originarios de estas tierras sólo sienten a la institucionalidad republicana que los gobierna como una imposición cultural externa y ajena a sus costumbres e intereses. Por lo cual reivindican un estatus de nación prevaleciente o anterior a las repúblicas, e incluso a la conquista española misma. La opción de la conciencia nacional en los habitantes de los Andes centrales se remite paradójicamente... al imperio del Tawantinsuyo. La opción étnica.

Un ordenamiento territorial andino en colisión con la modernidad


Los pueblos originarios andinos se aprestan a resistir a la globalización y la modernidad. La globalización les encontró sin empresas, sin conocimientos, sin educación y en un espacio geográfico y social profundamente desestructurado. Es que ahora casi no tienen opciones de desarrollo y no confían en los extranjeros ni ONGs o "desarrollos alternativos".

Razones no les faltan, porque además de las históricas y antropológicas están las geográficas: El ordenamiento territorial de los Andes Centrales está en colisión con la modernidad, con la "globalidad". Las tierras altas están en desventaja a la hora de competir en un mundo globalizado, porque es más caro vivir y producir en ellas respecto a las tierras bajas. De una parte, las nuevas redes de flujos de materias, información y conocimiento interrumpen los corredores tradicionales y el cuerpo social en estos espacios geográficos antes aislados. De otra parte, la urbanización, el crecimiento y hegemonía de las ciudades, países y empresas exitosas se extienden sobre territorios cada vez más extendidos.

Ambos procesos provocan una fragmentación de los hábitat naturales y culturales, y una desestructuración social y económica y deterioro ambiental. Asimismo, provocan un drenaje de recursos naturales (renovables o no) y conocimientos, sin compensación y sin visión estratégica de desarrollo hacia los espacios geográficos, actividades y sociedades tradicionales de las tierras altas. El resultado: los pueblos altoandinos se encuentran hoy entre los de menor desarrollo humano del planeta.

¿Qué opción de desarrollo tienen los 10 millones de habitantes que habitan el Altiplano de los Andes Centrales, sobre los 3500 metros de altitud? Muy pocas en el contexto actual . Las fabulosas riquezas mineras de antaño (plata y estaño) ya no son fuente de poder. Y en la Era Postindustrial o del Conocimiento, la razón, el juicio crítico, el debate y la proactividad al cambio no son precisamente los atributos de los cuales se han nutrido los pueblos originarios de los Andes Centrales en su estructura social. Han sido educados para obedecer, no para pensar. Así las cosas, no es de extrañar que sigan el designio de líderes oportunistas que no tienen cabida en otro contexto de racionalidad en el siglo XXI.

Hoy no existe una segunda o tercera vía al desarrollo en el mundo. Hay una sola: la del conocimiento y el cambio basado en la razón. Pero, en sociedades como las alto-andinas, donde no impera la razón, tiende a producirse la involución. Quien grita más fuerte o disemina más odio y conflicto, es considerado el líder, un Mesías al cual seguirán ciegamente... hasta que la cruda realidad retrotraiga a estos pueblos a su real condición, cada vez más precaria. De allí que muchos consideren viable la opción de convertirse en narcorrepúblicas exportadoras de cocaína: el negocio que mueve más dinero en el mundo, después de las armas. ¿Y de qué vale cuidarle las narices a los gringos, si Santa Cruz de la Sierra, Cali o Panamá han surgido por el narcotráfico?

Ese es el escenario histórico, geográfico y cultural del conflicto en desarrollo en los Andes Centrales. Una mezcla explosiva y un círculo vicioso de resentimiento, exclusión y miseria, donde satisfacer la reclamación boliviana de salida al mar poco cambiará las cosas.

Los grandes negocios globales, fuera del Altiplano


Los grandes negocios globales y las herramientas del desarrollo legal están en las tierras bajas colindantes con el Altiplano. El Oriente petrolero de Santa Cruz y Tarija, con el 30% de la población, producen la mayor parte del ingreso y los impuestos en Bolivia y poseen las reservas de hidrocarburos más importantes del continente, junto con Venezuela, así como condiciones naturales para la agricultura y ganadería a gran escala. Uno de los procesos de crecimiento más dinámicos de Sudamérica —y en un territorio mediterráneo—: que ha atraído a un millón de collas a emigrar allí en los últimos 20 años.

Sin embargo, la república de Bolivia ha quedado excluida del negocio global de exportación del gas y con ello se cierra ciertamente una opción de desarrollo para sus tierras bajas, ya dependientes de la exportación de hidrocarburos a Argentina y Brasil. Ciertamente, los intereses globales de las tierras bajas del Oriente petrolero y las reivindicaciones locales xenófobas de las tierras altas del Altiplano han hecho crisis y ahondarán la desestructuración de este país.

En la vertiente del Pacífico, el milagro económico minero ha permitido que el norte de Chile produzca hoy el 45% del cobre del mundo, mediante la inversión de 24.000 millones de dólares a partir de 1985, a la vez que otros $ 12.000 millones esperan concretarse hasta el 2010. La prosperidad y el éxito de Chile dependen de sus territorios del norte, hoy el principal " cluster" minero del planeta. Pero necesitan de agua... y de energía a precios competitivos.

Con los tratados de libre comercio ya suscritos y en vigencia con el mundo desarrollado, con una formidable infraestructura y logística exportadora, y una calidad reconocida a nivel mundial, Chile dispone en sus regiones del norte de un millón de hectáreas para desarrollar la agricultura de desierto y convertirse también en una potencia agroalimentaria de productos de climas cálidos subtropicales y de altura, en el hemisferio sur y en contra estación. Esto es, multiplicar por cinco el área actual de cultivos de exportación de Chile y arraigar allí varios millones de personas en pocas décadas. Pero falta el agua...

¿Dónde está el agua? En las tierras altas de los Andes. Chile ha detectado 45.000 millones de m3 de aguas en el altiplano de Arica, en su territorio. Pero esto no es nada comparado con los 950.000 millones de m3 de aguas del Titicaca y del "acuífero aymara" que esconden las tierras de la meseta del Collao. Una de las reservas de agua dulce más grandes de Sudamérica, y que alimenta un avenamiento subterráneo natural gigantesco. ¿Chile negociará agua y energía, en desventaja frente a quienes controlarán el acceso en las tierras altas de Bolivia? ¿El sol y el viento no constituyen la mayor reserva energética del planeta y el desierto de Atacama acaso no es uno de los lugares mejor dotados por la naturaleza? ¿Qué dicen los aimaras? El conocimiento ancestral ¿tiene algo que decir? ¿Y si el Dios Viracocha tuviera razón y las aguas fluyeran por grandes "venas de agua subterránea" desde las tierras altas de los Andes y las cuencas del Titicaca hasta el mar y las tierras bajas de Tarapacá?

En realidad, negociar agua y energía por el acceso soberano al mar es un eufemismo en este nuevo escenario. Un nuevo engaño y una nueva falsa ilusión a los habitantes de las tierras del Altiplano, que merecen saber la verdad. Chile NO NECESITA del gas ni del agua de Bolivia, ni les dará un centímetro de territorio. En 1975 y 1976, Pinochet utilizó magistralmente el canje de territorios con Bolivia para ganar tiempo... frente al Perú, entonces decidido a recuperar Arica. Hoy, el equilibrio militar es distinto. A Chile sólo le basta desarrollar conocimiento y tecnología para resolver estas necesidades en su territorio... y en forma natural.

Las naciones pluriculturales de Sudamérica en crisis

Los conflictos ahora no surgen por la ideología política, por el nacionalismo o la economía. En este siglo XXI, SE LUCHA POR LA CULTURA. Por la identidad cultural de los pueblos.

¿Cómo enfrentar estos desafíos en la Globalidad? Con la pluriculturalidad, la tolerancia y el destino común de los pueblos. Los europeos son un buen ejemplo: supieron dejar de lado sus diferencias nacionales, que causaron 50 millones de muertos en el pasado siglo, constituyendo la Unión Europea, basada en la cultura como valor supremo y el bienestar común de los pueblos que la integran. Y los asiáticos están en lo mismo.

Pero en Sudamérica, el concepto de naciones pluriculturales está haciendo crisis en Bolivia, Perú y Ecuador. Con las inmensas y crecientes carencias e injusticias, la pluriculturalidad aquí es asimétrica. Es INSOSTENIBLE. La desestructuración y exclusión social y económica, y el deterioro del medio ambiente son el "leitmotiv" para convencer a las inmensas masas de desposeídos, ignorantes y excluidos de los Andes Centrales a la lucha contra todo lo establecido y a la recuperación de la territorialidad.

Es así como las etnias originarias de los Andes centrales están en un proceso de revertir la estructura política en sus respectivos países y arremeter contra quienes culpan de sus males. Cuentan con una identidad cultural fuerte, reconocida mundialmente y en crecimiento, y con medios masivos de comunicación, impensados en otros tiempos. En Perú, Ecuador y Bolivia, son la mayoría de la población, ocupan casi todo el espacio rural y rodean las principales ciudades y centros del poder político con inmensos asentamientos humanos. En "invasiones", dicen los criollos y el estado formal. Pero para sus ocupantes, son la "recuperación" del territorio ancestral; el espacio de su nación prevaleciente o anterior a las repúblicas. Ahora ellos están para quedarse allí definitivamente, mientras los criollos retroceden y se enrumban por centenares de miles al aeropuerto... a Miami y al primer mundo.

El conflicto de etnias es el fundamento ideológico de Evo Morales y su Movimiento al Socialismo en Bolivia, de Lucio Gutiérrez y el Consejo Nacional Indígena en Ecuador y del movimiento Humala en Perú. Para bien o para llevarlos al magnicidio, las opciones étnicas están allí como respuesta al descrédito de la política e ideologías tradicionales y del fracaso del Estado.

La recuperación de la "Nación Aymara" según Evo Morales y Felipe Quispe puede significar el fin de la república de Bolivia y unificar el Collao*** boliviano con la región de Puno en Perú —el Collasuyo—; y apartar las tierras bajas de Santa Cruz, Tarija, Pando y el Beni, colonizadas por extranjeros (sijs y mennonitas). ¿La Nación Aymara llegará al mar? Esta opción es viable, porque los aimaras ya son mayoría en las tierras costeras de Tacna y Moquegua y allí la bandera de siete colores está reemplazando al bicolor peruano. ¿Acaso un "estado-colchón" entre Perú y Chile?

En Perú, los Humala (réplica oportunista de los movimientos étnicos consolidados de Ecuador y Bolivia) ya sueñan con instalarse en la Plaza Mayor de Lima, someter a la antigua Ciudad de los Reyes a la autoridad de la "choledad" y de sus reservistas analfabetos y efectuar una limpieza étnica... los blancos a Miami o al paredón! Pero sueñan aún más en un país nostálgico de su grandeza imperial incaica de antaño: la reconformación del Tawantinsuyo desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina y Chile. Los cuatro suyos.

Algo que está por verse, porque por lo menos por el norte, las etnias originarias son mayoría en los Andes del Ecuador, y el Consejo Nacional Indígena del Ecuador es un movimiento político fuerte que hoy gobierna allí (más mal que bien) con Lucio Gutiérrez. ¿Guayaquil, los " monos " y las tierras costeras formarán otra nación, si dominan el comercio, las exportaciones y el sustento tributario del Estado ecuatoriano?

¿Sabemos enfrentar este conflicto no convencional?

En la década de 1990 asistimos al desmembramiento de poderosos Estados como la Unión Soviética y Yugoslavia en múltiples naciones, y a la "limpieza étnica" como forma de asegurar la territorialidad de un espacio geográfico. Pero eran conflictos lejanos. Ahora asistimos al desarrollo de conflictos "étnicos" en nuestra propia casa o vecindad. ¿Cómo enfrentaremos este conflicto? Esta confrontación es distinta y no será convencional.

En esta nueva forma de conflictos, el estado de derecho, los ejércitos más poderosos y los más resonantes éxitos económicos NO SERVIRAN DE NADA. Nos guste o no, los excluidos y los desposeídos tienen en la identidad cultural su más eficiente arma en el siglo XXI . La resistencia del Islam en Irak y Palestina frente a la ocupación de los más poderosos ejércitos del mundo y el poder del dinero es un buen ejemplo.

¿Chile será la muralla de tope al estallido étnico en los Andes Centrales y el asilo a los grupos sociales desarraigados por el conflicto? Es el único Estado nacional en la zona. Sólo Chile tuvo a un Diego Portales como forjador de la Nación, y esa es su principal fortaleza como país, desde hace 170 años. Hoy confía en su condición de país líder de Latinoamérica y en su mejor momento histórico, en una férrea vigilancia y control de fronteras y en una superioridad militar evidente. Además, Chile se dirige a ser gobernado desde el 2006... por el neopinochetismo de base popular con Joaquín Lavín.

El previsible y a la vez inquietante retorno del neopinochetismo al poder en Chile sin duda transformará el escenario y el equilibrio en la región. Un régimen fuerte en una nación con territorios e intereses en tres continentes y sobre una extensión de 13 millones de km2 en el Océano Pacífico hasta Isla de Pascua y la Antártica. Son prioridades mayores de geopolítica global, pero muy distintas al "lejano" conflicto étnico de los Andes Centrales.

En el caso de los prósperos territorios de Santa Cruz, Tarija, Pando y el Beni en Bolivia, se levanta el concepto de República Federal, o el secesionismo de la agónica república gobernada desde La Paz, confiados en su génesis histórica, su progreso económico y capacidad de organización. La génesis de una nueva Nación. En similitud con Ecuador, en Bolivia los habitantes de las tierras bajas tienen "al toro por las astas", es decir, sostienen económicamente al Estado republicano residente en las tierras altas y pueden escindirse de la capital.

En Perú, ¿los grupos étnicos blancos, criollos o foráneos tienen conciencia de esta situación? Pocos ven en el Perú como las etnias originarias ocupan ciudades, calles y plazas, -agrediendo con su suciedad, informalidad y estridencia-, para recuperar espacios. Para que los "blanquiñosos" y "colorados" sean desplazados. En Perú, la salida parece será el aeropuerto... porque a diferencia de sus vecinos Bolivia y Ecuador, hoy los grupos criollos han perdido el poder y la voluntad de liderazgo, son minoría incluso en Lima y aspiran a vivir en Miami.

Estas son las tremendas y crecientes asimetrías y desigualdades socioeconómicas y culturales entre países y tierras altas y bajas en los Andes Centrales. ¿Se necesitan refundar las repúblicas, pero creando simultáneamente una Nación? Parece ser ya muy tarde y no aparece el líder que pueda personificar esta tarea en el marco democrático tradicional. Los Estados republicanos en Bolivia (y pronto puede ser el Perú) están agonizando y sus líderes políticos no los salvarán.

Bolívar ha sido superado por Pachacútec... ****

Se vienen tiempos difíciles, sin duda. Y extraños, incomprensibles para muchos. Los conflictos no serán entre países, sino en el interior de los países, frente a la ebullición de naciones ancestrales en demanda de su territorialidad .

Al punto que Arica y El Alto serán los puntos neurálgicos del conflicto. ¿Por qué El Alto, la aglomeración indígena que rodea a La Paz? Es la nueva capital cultural del Altiplano, una creación aymara en las tierras altas pobladas por 10 millones de personas en vigorosa efervescencia. ¿Por qué Arica? Siempre ha sido clave para el control de la costa del Pacífico en Sudamérica, el punto neurálgico entre el norte y el sur, y entre el mar y la cordillera. Ambos puntos simbolizan dos naciones y dos organizaciones y estilos de vida distintos. Un conflicto de ideas y símbolos, de migración y desarraigo de los ciudadanos más prósperos y capacitados, de intensificación de asimetrías y desigualdades.

¡A leer y comprender la historia, la cultura y la territorialidad de las naciones en conflicto en los Andes Centrales! El mapa político de Sudamérica está por cambiar.

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* Geógrafo chileno.

** Tawantinsuyu (o Tawantinsuyo, Tahuantinsuyo) es el nombre original dado por los incas y la historiografía andina al conjunto de los territorios gobernados por su monarquía incaica. El término hace referencia a la división territorial del Imperio Inca en cuatro suyus o regiones, que estaban vagamente identificadas con las cuatro direcciones de los puntos cardinales y que confluían en la capital, Cusco, origen de caminos, origen de las cuatro direcciones, de las cuatro provincias y centro del universo, según la cosmovisión andina. El término procede del quechua tawa que quiere decir "cuatro", al que se le antepone el sufijo -ntin (junto, conjunto) y suyu que quiere decir región. Entonces Tawantinsuyu significa Las cuatro regiones unidas.

*** Meseta del Collao. Nombre de la región de los Andes que comprende el altiplano peruano-boliviano, también conocido como meseta del Titicaca, que alberga al sistema hidrológico formado por los lagos Titicaca y Poopo, a una altura media en torno a los 4000 msnm, y sus ríos tributarios.

**** Pachacútec (quechua: Pacha kutiq; reformador de la Tierra) (Cusco, 1400-1471) fue el noveno emperador del incanato —cuarto de la dinastía Hanan Qusqu—, el más importante de los gobernantes cusqueños y el fundador del imperio como tal.


http://www.democraciasur.com/opinion/WellmanNacionesAndesCentrales.html