Alan García insulta a Benedicto XVI
Alan García y Arzobispo perpetran sacrilegio en Fiestas Patrias
 Cargando en la procesión...

García, burla, pecado y religión

 
García insiste en vender la selva con título de propiedad, es uno de los asuntos más serios de su extenso y aburrido artículo "El Síndrome del perro del hortelano", publicado este domingo en El Comercio, diario engreído del Presidente.

 

 Como hemos visto, son los lobbies de las AFP quienes están detrás de la ambición de ser los dueños de la selva, nada menos que con título de propiedad. A su vez, detrás de las AFP están los lobbies de inversionistas chilenos por quienes García entregaría su alma misma.

Este asunto puede ser enfocado desde dos puntos principales. El primero es el medio ambiente. A quienes lo defienden, García se refiere despectivamente acusándolos de ser viejos comunistas anticapitalistas disfrazados de medioambientalistas en el siglo XXI.

El anda cargando, al Cristo pateando

Conforme García crece en sus poses y palabreos religiosos, crece en el atropello de hecho a la propia religión de la que alardea, dice ¡Dios, Dios!, pero comete sacrilegio1, carga en la procesión, pero insultando a los medioambientalistas insulta a Benedicto XVI, quien no sólo se preocupa por el medio ambiente, sino que ha establecido con suma claridad precisiones morales al definir como pecado grave (o mortal) la destrucción de la Amazonía, esa Amazonía que García quiere entregar con título de propiedad. La religiosidad del Presidente no pasa de ser una burla y uno de los productos que usa para engañar a los peruanos.

Si la depredación de zonas de selva se produce no obstante el estado tiene todo el derecho de vigilar y poner el pie donde le parezca, sin lugar a dudas la situación será mucho peor donde habrá un dueño que diga: "¡alto, desde acá nadie pasa!"

El estado no puede ni debe trasladar la responsabilidad del cuidado de la selva a terceros tan alegremente, ya demasiado daño han hecho, por el contrario, debe aumentar las normas y personal encargado de controlar las actividades que allí se realizan.

Seguridad nacional

El segundo punto es la seguridad nacional, que correría sus riesgos si se entrega en propiedad grandes extensiones de selva.

Como sabemos, Chile se arma desenfrenadamente mientras incrementa sus inversiones y presencia en el Perú.

Por haber permitido acuerdos pesqueros con Chile, ahora el Perú tiene que movilizar un millonario litigio en La Haya, porque los chilenos, delincuencialmente, interpretan esos acuerdos que se referían a una actividad económica, la pesca, como tratados de límites.

Resulta claro que si ahora los chilenos, empleando sus empresas (que bien podrían ser estatales, Chile sí permite que su estado sea empresario) comienzan a ocupar grandes áreas en la selva, los peligros para la seguridad nacional se incrementan, porque estas condiciones que se otorgarían para una actividad económica (la explotación forestal), en cualquier momento podrían ser interpretadas por ellos como tratados de posesión. Además, no sólo se limitarían a la actividad forestal, sino que en cualquier momento se declararían dueños de cualquier yacimiento (no sabemos lo que puede haber: uranio, petróleo, oro, etc.). Y como en su Libro Blanco está estipulado que defenderán sus inversiones con las armas, en cualquier momento pueden realizar una interpretación antojadiza sobre lo que tienen derecho.

Es preciso que los políticos y la ciudadanía hagan entender al gobierno que no es cuestión de simple y burda oposición hortelana y canina el solicitar la máxima cautela y el menos de riesgo cuando se trata de la Amazonía.
 
¿Por qué tanta desesperación y urgencia?
 
El gobierno está siendo estrangulado por los casos de corrupción, inclusive se ha declarado incapaz de realizar un simple acto administrativo: ¡una compra de patrulleros!, y va a implorar la ayuda del exterior para realizarla.

La ineficiencia del estado para emplear el poder que le corresponde —el cual García ha disputado en elecciones— es tan enorme que ni siquiera en Lima se puede realizar un control ambiental, ni sanitario, ni tributario, ni de derechos laborales o cualquier otra actividad que es competencia del estado.  Con toda esa incapacidad, ¿cuál es el apuro?

Antes que estar pensando en precipitarse en aventuras, el gobierno debe preocuparse por conseguir eficiencia en lo que ya hace, si está enfermo de incapacidad o corrupción (inclulyendo el Inrena, entidad llamada a cuidar el medio ambiente), debe curarse antes de extender sus actividades.  La selección de países en las licitaciones se debe realizar tomando la iniciativa del ex congresista Jacques Rodrich Ackerman, quien propuso invitar a postores para los puertos excluyendo a Chile por razones de seguridad. De darse la posibilidad de dar alguna concesión (y no venta) debería invitarse no en forma abierta, sino escogiendo a países de primer mundo, además cuyo comportamiento en materia de respeto al medio ambiente sea de bueno a excelente.

 
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