Cipriani reincide en injerencia políticaCipriani vuelve a la carga con Fujimori

El Arzobispo de Lima, cardenal Juan Cipriani, volvió a echar fuego al caldero político al descalificar a Hugo Chávez como socio del Perú, pero más bien parece que con ello ha salido a defender a su caro amigo Dionisio Romero.

Como bien nos ha hecho notar Herbert Mujica1, los intereses detrás del rechazo a las inversiones venezolanas serían los dueños de grifos. Primax es de capital chileno, donde Dionisio Romero ha entrado como socio menor.

La inversión venezolana podría entonces instalar grifos con venta de combustible más barato, para alivio de la mayoría de los peruanos, excepto para quienes quitaron los grifos a Petroperú mediante juegos lobbistas, es decir, la mano chilena acompañada por Dionisio Romero.

Es triste ver una vez más al cardenal prestarse al juego de ciertos intereses políticos y económicos antipatrióticos, en lugar de dedicarse a lo que le corresponde. Debería comenzar por aprender bien la teología para que pueda dedicarse a enseñar lo que los católicos deben aprender, y no lo que sus caprichos quieren dictar.

En un país donde los católicos, debido a la pobre enseñanza que se les imparte, son engañados por un sinnúmero de sectas, el cardenal no entiende que lo que hace falta es preocuparse de predicar la verdad católica, la ética y la moral, que es la verdadera pobreza de muchos.

Con su actuación lo único que hace es confundir y dividir a los católicos, pues una autoridad de la Iglesia debería evitar inmiscuirse en política y comportarse como debe ser un buen sacerdote, pues históricamente los verdaderamente ejemplares han evitado inmiscuirse en política, y sólo lo han hecho de manera extremadamente excepcional y cuando su intervención ha sido necesaria para llevar la paz en medio del conflicto o para pronunciarse sobre una materia moral muy grave.


1 Leer: ¿Mansos corderitos?