¡Ciegos y autistas!
¡Ese animal no existe! dijo un español que veía por vez primera a una jirafa. La negación a ultranza es el mejor sendero a la estupidez colectiva.
¡Ese animal no existe! dijo un español que veía por vez primera a una jirafa. La negación a ultranza es el mejor sendero a la estupidez colectiva.
Rocío Ferrel
La presencia del cura blasfemo, Manuel Fernández, creado cardenal por el papa Francisco, quien recientemente lo instaló al frente de la que fue la Congregación para la Doctrina de la Fe (que fue dirigida por personas tan brillantes como Benedicto XVI), ahora Dicasterio para la Doctrina de la Fe, no sólo resultó repulsiva, sino que nos ayuda a atar cabos sobre los sujetos que rodean de cerca a este pontífice.
El pez por la boca muere y la presidenta Boluarte se ha metido en un laberinto del que difícilmente podrá salir tras admitir, públicamente ante la prensa nacional, que fue Wilfredo Oscorima, su wayki, quien le puso un Rolex en la muñeca. Su problema se agrava tras la presentación en Fiscalía de Humberto Abanto, abogado del gobernador Oscorima, que aclaró este miércoles que no se trató de uno, sino de tres relojes y que, además, la mandataria recibió —según el cuento, también como préstamo— una pulsera de oro con 94 diamantes, bastante más costosa que la pulserita de bisutería final que lució en la mencionada conferencia. La situación de ambos se complica, pues podría corroborarse la presunción de delitos como enriquecimiento ilícito y corrupción.
Las últimas semanas, la presidenta Boluarte parecía muy próxima a su vacancia. No era por los muertos, heridos y perseguidos por las protestas, abusiva y violentamente reprimidas el 2022-2023. Era, finalmente, por el escándalo de los relojes Rolex a los que se sumaron otras joyas, el desbalance que existiría en sus cuentas bancarias y su reticencia a aclarar la situación ante la Fiscalía de la Nación. La historia que empezó a partir de una investigación periodística la primera quincena de marzo, llevó inicialmente a la mandataria a argumentar que se trataba de un bien del pasado, fruto de su esforzado trabajo. Luego de encerrase en el silencio unos días, el 22 de marzo anunció que asistiría al Ministerio Público con “su verdad”. Pronto, Fuerza Popular, mediante comunicado, expresó su preocupación por los “escándalos” que alcanzan al gobierno, solicitando que la mandataria precise el origen de los relojes en cuestión. Ante su inasistencia a las citaciones que le hiciera la Fiscalía, ésta, juez mediante, finalmente allanó el domicilio presidencial el 29 de marzo, abriendo la puerta con un ariete.
Si algo tiene la ciudadanía que aprender es a pensar sus criterios respecto de cuanto ocurre. Mirar con observación crítica y no dar por hecho que si está publicado, en la radio o televisión, entonces “es cierto”. Allí comienza la domesticación de un pueblo.
La “renuncia” (en realidad, cancelación), del cura sodálite José Eguren, implicado en abusos de su secta y sancionado desde el Vaticano, vuelve a traer al tapete la urgencia sanitaria de promover la disolución del Sodalicio.
Por Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Recientemente se realizó, a través de la virtualidad y desde los Países Bajos, el Seminario Internacional “Mujeres como Embajadoras Culturales” —con ocasión del “Día Internacional de la Mujer”— organizado por PROTOCOLTODAY y la Fundación Honoris Causa Internacional. Esta importante jornada, transmitida en inglés y español, convocó a una amplia audiencia de más de 30 países.
Una definición simple de la geopolítica dice así: “es un método de estudio de la política exterior para entender, explicar y predecir el comportamiento político internacional a través de variables geográficas”.
Don Héctor Vargas Haya fue presidente de la Cámara de Diputados y parlamentario en varias oportunidades, subraya el hecho que el voto ciudadano copioso y legítimo, le acompañó en su labor de congresista.
El período de Alberto Otárola como Presidente del Consejo de Ministros llegó a su fin y ha sido el mejor ejemplo de cómo nuestra sociedad ha normalizado, no sólo el abuso de poder, si no la arbitrariedad desfachatada, la cultura de impunidad y la incapacidad de las y los gobernantes para dar cuenta de sus actos. Otárola fue el rostro de ese “régimen híbrido”, a medio camino entre democracia y autoritarismo, que nos otorgan los ránquines internacionales.